Nadie hubiera imaginado, viendo las “traversuras” del pequeño Santiago Ramón y Cajal, que se convertirÃa años después en el padre de la Neurociencia Moderna y recibirÃa un premio Nobel. Él mismo lo recordaba asÃ: “Para decirlo de una vez: durante mi niñez fui criatura dÃscola, excesivamente misteriosa, retraÃda y antipática“.
En cambio, su hermano Pedro, dos años menor que Santiago, era el hijo modélico y buen estudiante. Hasta que las cosas se torcieron… Con 17 años, Pedro suspendió una asignatura del último curso de bachillerato. Pero Justo Ramón, el padre de los hermanos Ramón y Cajal, estaba decidido a que sus dos hijos varones siguieran su estela y se hicieran médicos como él, una profesión que le habÃa sacado de la penurias de su infancia y le permitÃa vivir con cierto desahogo.
Asustado por el suspenso, Pedro, el hijo “modelo” iba a sobrepasar con creces la mala fama que tenÃa su hermano Santiago. Por temor al castigo que le esperaba, acompañado de un amigo, decide huir de casa y recorren a pie los casi 400 kilómetros que separan Huesca, donde estudiaban, de Burdeos.
Asà lo contaba Santiago Ramón y Cajal en “Recuerdos de mi vida“: “Pedro, dicho sea entre paréntesis, se lanzó a una aventura verdaderamente épica. Mostrando resolución increÃble en un muchacho de diez y siete a diez y ocho años, ahorcó sus hábitos de estudiante y se fugó de casa, en compañÃa de cierto aventurero seductor. Después de embarcarse en Burdeos dio con sus huesos en el Uruguay, donde le ocurrieron las más sorprendentes peripecias y peligrosos lances. ¡Contra todas las previsiones de mi padre, el hijo formal, el impecable, sumiso y obediente, sobrepujó de un salto todas las decantadas audacias del primogénito!… [Santiago Ramón y Cajal]. Yo quedé como humillado por no haber sabido hacer otro tanto”.
Las peripecias completas del hermano “revolucionario” del Nobel Santiago Ramón y Cajal pueden leerse aqui
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