Emilio de Miguel Calabia el 06 sep, 2023 Laos Aun cuando el Mekong es muy importante para todos los países que atraviesa, su importancia para Laos es crítica. La geopolítica avanza a tales pasos en estos años que, aunque el libro es de 2019 [no obstante lo cual, se advierte que la información de algunos capítulos es tres y cuatro años anterior a esa fecha] la parte relativa a Laos debe ser completamente actualizada. Laos, con su capital puesta en Luang Prabang, fue un reino poderoso entre los siglos XIV-XVII. La denominada Edad del Comercio en el Sudeste Asiático, que supuso una intensificación del comercio marino, representó un desastre para el enclaustrado Laos, cuya decadencia comenzó en ese momento. A finales del siglo XX, Laos seguía siendo un país marginal en la región, con malas comunicaciones interiores y hacia el exterior. En 2006 el gobierno chino propuso la construcción de un ferrocarril que atravesase Laos. Se buscaba que posteriormente se prolongase hacia Tailandia, Malasia y Singapur, permitiendo el tráfico de mercancías desde Singapur hasta Kunming. Se trataba de un proyecto muy complicado técnicamente y cuyo coste equivalía a la mitad del PIB laosiano. China esperaba que Laos tomase un gran crédito para acometer el proyecto y que aportase sus recursos mineros como colateral. La expectativa era que Laos tendría que pagar el 20% de sus ingresos anuales para abonar los intereses. Como era de esperar, hubo intensos debates entre las autoridades laosianas sobre la conveniencia de emprender el proyecto. Quien más lo impulsó y finalizó las negociaciones con China fue el entonces Viceprimer Ministro Somsavath Lengsavad, de origen chino y que tenía vínculos con compañías chinas con intereses en Laos. China aceptó costear la mayor parte del proyecto y concedió a Laos un préstamo por importe de 480 millones de $, con 5 de las minas de potasio de Laos como aval. Pronto llegaron los 50.000 trabajadores chinos que construyeron el ferrocarril; no se emplearon trabajadores laosianos. Peguemos un salto hasta 2023. El ferrocarril está terminado. Es cierto que ha dinamizado el comercio transfronterizo y ha facilitado la exportación de productos laosianos, así como que ha impulsado el turismo chino. Ahora bien, los temores sobre los efectos que podía tener sobre la deuda laosiana, no estaban exagerados. La deuda pública asciende al 128% del PIB y equivale al 966% de los ingresos estatales. El pago de intereses se come el 25% de los ingresos estatales. El 85% de la deuda es externa y la mitad corresponde a China. Las consecuencias son dos: 1) Exposición a los movimientos de los tipos de cambio; 2) Excesiva dependencia de un solo prestatario. Una de las ambiciones de Laos era salir de su aislamiento secular. La otra convertirse en el suministrador de energía para la región. Y quien habla de energía, habla de presas en el Mekong y en sus afluentes. En la actualidad hay dos presas en el Mekong en funcionamiento, una tercera está siendo construida y hay planes para la construcción de seis presas más. Dada la situación económica de Laos y que el grueso de sus exportaciones lo constituyen materias primas sin elaborar, uno puede simpatizar con sus planes. Desgraciadamente, la cruz de la moneda ya puede advertirse: desalojo de poblaciones, sobre todo de los pueblos de Zomia; las pesquerías, que son fuente de proteínas para muchos ribereños del Mekong, se han visto afectadas, ya que las presas han alterado el ciclo natural de los peces. Camboya Inevitablemente cuando un país río arriba toma decisiones, quienes las sufren son los Estados río abajo. En este caso, Camboya. A su paso por Camboya, al Mekong se le unen los ríos Bassac y Tonle Sap. Hasta hace 5.000 años esos dos ríos formaban un sistema autónomo. El Mekong cambió entonces su cauce y los absorbió. Cada época de monzón el Tonle Sap invierte su curso y lleva agua del Mekong al gran lago Tonle Sap. El lago Tonle Sap no sólo permite el regadío de una gran cuenca, sino que alberga una gran riqueza pesquera. Medio millón de toneladas de pescado son sacadas del lago cada año, más que lo que producen todos los ríos y lagos de EEUU. El Tonle es un prodigio ecológico y de biodiversidad, que está muriendo poco a poco. Los manglares que ocupan la mitad de su ribera están degradados. Muchos campesinos los han talado para cultivar. El ciclo natural del agua está perturbado. Las capturas están disminuyendo, lo que se atribuye a la sobreexplotación y al efecto de las presas río arriba. Eyler aborda también la cuestión de Phnom Penh, la capital del país, construida en la ribera occidental del Mekong, justo donde se encuentra con los ríos Bassac y Tonlé Sap. Hasta comienzos del siglo XXI, Phnom Penh era una pequeña ciudad encantadora, donde aún se encontraban numerosos edificios y palacetes de la era colonial. En los años sesenta el arquitecto camboyano Vann Molyvan proyectó cómo tendría que ser el desarrollo futuro de Phom Penh y lo hizo teniendo en cuenta los lagos que existían en la capital, las zonas que podían inundarse con más facilidad y empleando estilos arquitectónicos basados en la cultura khmer. Todo lo que planificó Molyvann se ha ido por el desaguadero. En los últimos quince años se han levantado hasta 100 nuevas torres en una ciudad que hasta 2010 no contaba con edificios de más de siete plantas. La mayor parte de esas torres destacan por su fealdad. El boom constructor ha sido impulsado por compañías constructoras chinas y las unidades se compran a menudo para especular y para lavar dinero. Uno de los mayores estropicios causados ha sido en el lago Boeung Kak, un área encantadora con árboles y pequeños hotelitos para los turistas, en la que vivían 4.200 familias. En 2007 el gobierno municipal de la ciudad arrendó el lago a una compañía china. La historia terminó como tenía que terminar, con el lago desecado, una torre horrible construida en su lugar y los pobladores del entorno realojados a 20 kms. de Phom Penh. El Delta del Mekong El delta del Mekong en Vietnam es un sitio muy especial. Se trata de una llanura muy rica, completamente dedicada a la agricultura, que está surcada por una red de riachuelos y canales con una longitud de 30.000 km². Más del 25% de su superficie tiene importantes depósitos de sulfatos tóxicos. Lo que permite cultivarla son las lluvias y las avenidas del Mekong, que limpian el terreno. El Delta produce más del 40% de la producción agrícola de Vietnam en sólo el 12% de su superficie. Anualmente produce 25 millones de toneladas de arroz; una buena parte se exporta y esas exportaciones representan el 2% del PIB vietnamita. El Delta también produce el 70% de las frutas del país y las tres cuartas partes de las gambas y pescados de piscifactoría. Puede que pronto tengamos que hablar en pasado de la riqueza agrícola del Delta. Los causantes serán: la sequía, que ha empezado a afectar la región; las presas río arriba que hacen que llegue menos flujo de agua y una menor cantidad de sedimentos; la sobreexplotación de los acuíferos ya ha provocado que el terreno se hunda a un ritmo de algo más de un centímetro anual, al tiempo que el nivel del mar ha subido tres milímetros. La combinación de ambos fenómenos ha llevado a intrusiones de agua de mar que están salinizando el terreno. Eyler presenta una visión angustiada sobre el futuro del Mekong y hay que darle la razón. En los años transcurridos desde la publicación del libro, las cosas no han mejorado. Más preocupante aún es la idea de que lo que dice Eyler podría haberse dicho de cualquiera de los otros grandes ríos del planeta. Otros temas Tags Brian EylerLaosMekongSomsavat LengsavadTonle SapVann MolyvanVietnam Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 06 sep, 2023