ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La trampa de Tucídides (2)

Emilio de Miguel Calabia el

La buena noticia es que la trampa de Tucídides no es inevitable. Allison pasa revista a dieciseis situaciones históricas en la que una potencia establecida se enfrentó a una en ascenso y en cuatro de los casos no hubo conflicto. Un 25% de situaciones que se resolvieron pacíficamente no es una proporción para tirar cohetes, pero es mejor que el 0% que algún pesimista habría esperado.

Veamos una de esas situaciones de rivalidad que no concluyó en conflicto: la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. En principio la situación tenía todos los ingredientes para haber terminado en guerra: las grandes diferencias culturales entre ambas potencias, que podían magnificar los malentendidos y dificultar el ponerse en los zapatos del otro; no se trataba solamente de una rivalidad de poder, sino también de una guerra ideológica entre dos sistemas antitéticos; la URSS no ocultaba que su objetivo último era la extensión del comunismo por todoel globo, un objetivo maximalista que no parece dejar mucho sitio para los acomodos; cada rival veía al otro como un “Imperio del Mal” que buscaba la dominación mundial y aniquilar su modo de vida.

¿Cómo se evitó pasar de una guerra fría a otra caliente? Lo primero que hay que advertir es que la posesión de armas nucleares introdujo un freno. Ambos eran conscientes de que una crisis que escalase sin control podía terminar en una guerra nuclear que ambos perderían. La crisis de los misiles de Cuba de 1962 les mostró la necesidad de establecer mecanismos de colaboración que les impidiesen asomarse al abismo. Pocos meses después de la crisis se estableció el famoso “teléfono rojo”, una línea directa de comunicación entre ambos mandatarios para evitar malentendidos. Las negociaciones de control de armamentos nucleares de la década siguiente ayudaron a crear una cierta confianza entre ambas potencias de que el otro no iniciaría una guerra nuclear y les enseñaron que un cierto grado de colaboración era posible.

Las reglas no-escritas que permitieron que la Guerra Fría no se convirtiera en caliente fueron: 1) Respeto al área vital de influencia del otro: Europa y Japón para EEUU y Europa del Este para la URSS. Un ejemplo de esto fue la no-intervención de EEUU cuando el levantamiento de Hungría en 1956 o el aplastamiento de la Primavera de Praga en 1968; 2) Todas las modalidades de guerra estaban permitidas (espionaje, propaganda, sanciones económicas, acciones encubiertas…), salvo el ataque militar directo al adversario. La URSS podía mandar armamentos y asesores a Vietnam del Norte para ayudarle en su esfuerzo bélico contra los norteamericanos, pero no podía enviarle divisiones.

Una Guerra Fría entre China y EEUU acaso no sea el mejor de los escenarios, pero siempre sería preferible a una guerra caliente. Allison no cree que sea en interés de ninguno de ambos tener una guerra, pero tampoco Pericles quería una guerra con Esparta y sin embargo acabó viéndose abocado a ello. Allison presenta varios escenarios plausibles en los que un choque de pequeña envergadura va escalando y acaba llevando a un enfrentamiento bélico. No olvidemos que el asesinato en una ciudad de provincias de un príncipe heredero que no era demasiado querido, provocó la I Guerra Mundial, un conflicto que no deseaba ninguno de los estadistas europeos.

Veamos uno de los escenarios que presenta Allison. Supongamos que un destructor norteamericano en una operación en defensa de la libertad de tránsito por aguas internacionales, pasa cerca del Arrecife Mischief en el Mar del Sur de China, que China reclama y donde ha construido diversas instalaciones. China, como ha hecho en otras ocasiones, manda buques guardacostas para entorpecer la derrota del destructor norteamericano. Éste, bien porque no quiera o porque no pueda alterar su rumbo, colisiona con uno de los buques y lo hunde, muriendo todos los tripulantes. China sopesa tres opciones: mandar un pepinazo al destructor norteamericano (demasiado agresivo), dejarle partir (demasiada bajada de pantalones) o una intermedia: mandar un crucero a que intercepte el destructor y le fuerce a entrar en un puerto chino para que su tripulación se entregue y se someta a la Justicia china por haber causado la muerte de los tripulantes del buque guardacostas. Desde su punto de vista, ha impedido que la tensión crezca; desde el punto de vista norteamericano, la petición china es inadmisible. Entre otras razones, claudicar mandaría una señal de debilidad a sus aliados en la zona (Corea del Sur, Filipinas y Japón). EEUU decide mandar un portaaviones a la zona para mostrar su firmeza. Desde su punto de vista, está siendo firme, no agresivo.

Llegados a ese punto, ambas partes son conscientes de que la tensión ha subido varios peldaños. Justo en ese momento un caza norteamericano pasa muy cerca del arrecife y por error de cálculo, una batería antiaérea le dispara. El destructor bombardea las defensas antiaéreas del islote y el comandante chino del mismo le manda una andanada de misiles navales, que hunden al destructor. Tanto Pekín como Washington son conscientes de que la situación se les está yendo de las manos, pero sus respectivas opiniones públicas ya están movilizadas y desescalar no resulta sencillo. El Presidente norteamericano ordena bombardear las instalaciones desde las que partió el ataque contra el destructor, entendiendo que al no dirigir el ataque contra la China continental, está siendo contenido. La opinión pública china no lo ve así. Para ellos, el arrecife es parte de su territorio nacional. El Presidente chino comprende que debe tomar alguna acción firme, pero que no mande la señal a EEUU de que anda pidiendo guerra. Decide destruir o desactivar algunos satélites norteamericanos que están operando sobre el Mar del Sur de China y lanza un ciberataque masivo a las cadenas de mando norteamericanas en Asia-Pacífico. Desde su punto de vista, ha mostrado firmeza y contención al mismo tiempo. Desde el punto de vista norteamericano, esa acción puede ser el primer paso para atacar al grupo de combate naval que EEUU tiene en Japón. Ante la duda y, aconsejado por la Junta de Jefes de Estado Mayor, opta por atacar los sistemas satelitales y de vigilancia que permiten a China apuntar certeramente a la flota norteamericana, así como a las bases de misiles y aéreas que pudieran atacar a la flota norteamericana. Ante el ataque y viendo que puede quedar inerme, China lanza toda su artillería contra el grupo de combate norteamericano y hunde al portaaviones. En ese momento separados por el Océano Pacífico, ambos Presidentes miran por la ventana y se dicen: “La que hemos liado…”

El escenario me parece bastante traído por los pelos, aunque, como dicen los anglosajones, “shit happens”. También en 1914 un escenario en el que el asesinato del príncipe heredero austro-húngaro llevase a una conflagración europea de cuatro años, podía parecer exagerado.

 

Otros temas

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes