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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

¿Hay vida inteligente en otros planetas? (y 2)

Emilio de Miguel Calabia el

No nos engañemos, hablamos de vida, pero la vida que nos mola es la de organismos multicelulares y si encima son inteligentes, mejor que mejor. Sí, quedaría bien encontrar microorganismos en una de las lunas de Júpiter o en el subsuelo marciano, pero un titular que dijera “hallan microbios en Titán” como que resulta menos atractivo de otro que diga “encuentran diplodocus de nueve cabezas en Ganímedes”. Que toda la vida que encontremos se reduzca a microorganismos, es como ganar la pedrea en la lotería; no está mal, pero lo que querías era el Gordo.

Las primeras rocas terrestres se formaron hará cosa de 3.800 millones de años y los primeros microorganismos aparecieron hace 3.500 millones de años. La impresión es que a poco que se den las condiciones adecuadas, la vida surge. La vida pluricelular surgió en varias ocasiones. Como poco hace 1.500 millones de años ya había organismos pluricelulares. En cambio la vida animal se hizo esperar un poco más. Los primeros animales fueron las esponjas, que aparecieron hace entre 560 y 530 millones de años.

Y aquí vuelvo a sacar a colación el factor suerte. Una vez que surge la vida, ¿se mantiene hasta el final de la vida de su estrella? La Tierra ha conocido seis episodios de extinciones masivas, antes de que nosotros viniéramos a provocar el séptimo. Sí, he dicho seis; la sexta acabamos de descubrirla. Al final del Pérmico, hace 250 millones de años, se produjo un episodio de extinción que acabó con el 96% de las especies marinas, el 56% de los géneros y el 57% de las familias. La causa de la extinción parece que fue un episodio de calentamiento global provocado por erupciones volcánicas en Siberia. Después de cada uno de los episodios de extinciones masivas, la vida se recuperó y por eso estamos aquí para contarlo. Pero, ¿y si no se hubiese recuperado? ¿podemos estar seguros de que la vida es tan fuerte que siempre se acaba adaptando y volviendo a florecer? Si hubo vida en Venus hace 750 millones de años, resulta evidente que no sobrevivió al cambio climático que aconteció entonces. A lo mejor simplemente es que hemos tenido suerte a lo largo de estos seis episodios de extinciones masivas.

Hacer inferencias a partir de un solo ejemplo, el de la Tierra, es arriesgado, pero lo visto podría indicar que, mientras que la aparición de microorganismos e incluso la de los organismos pluricelulares es fácil apenas se den las condiciones adecuadas, la de los animales es harina de otro costal. Si, como parece, Marte tuvo condiciones de habitabilidad durante sus primeros mil millones de años, si hubiera seguido el ritmo de la Tierra, habría podido desarrollar microorganismos, pero no le habría dado tiempo a desarrollar animales.

Encontrar animales en otros planetas, sería magnífico, pero si encima tuvieran inteligencia, sería como si el mismo día te hubieran tocado el Gordo de la Lotería, la bonoloto y un pleno al quince. Esto nos lleva a la siguiente cuestión: una vez que aparecen los animales, ¿el desarrollo de la inteligencia es inevitable?

Parece que ha habido una tendencia evolutiva hacia la cefalización, el desarrollo de cabezas separadas del tronco en las que se concentran los órganos sensores. También ha habido una tendencia al desarrollo de la inteligencia. Entre los dinosaurios, antes de su desaparición, había una tendencia en algunas de sus familias a un incremento de la ratio entre volumen del cerebro y volumen del cuerpo, algo que se asocia con la inteligencia. Una rama de ellos, los theropodos, a la que pertenecían entre otros los Tyranosaurus, iba claramente por esta vía, hasta el punto de que ha habido científicos que han afirmado que sin el meteorito que aniquiló a los dinosaurios, esta rama habría podido desarrollar una inteligencia semejante a la humana. Puede, pero apuntaré dos cosas: 1) La familia con los mayores cerebros y una relación más elevada cerebro/cuerpo era la de los troodontidos. Aun así, su cerebro era del tamaño de una avestruz; 2) La evolución progresa sobre la base de los pasos anteriores. Es como querer ir a La Coruña cuando saliste de Madrid por la carretera de Valencia; según has iniciado el camino, no parece plausible que vayas a acabar llegando a La Coruña. Muchas de las familias de los dinosaurios habían evolucionado en el sentido de cuerpos masivos. Cuesta pensar que un stegosaurus, con un cerebro que equivalía al 0,001% de su masa corporal, se hubiera puesto de repente a evolucionar para adquirir un cerebro mayor. Me quedo con la opinión de otros científicos que dicen que los dinosaurios ya eran muy eficientes tal y como eran hace 66 millones de años y que no necesitaban desarrollar la inteligencia.

La desaparición de los dinosaurios fue la gran oportunidad de los mamíferos. Comparados con otras familias, los mamíferos han desarrollado la inteligencia en mayor grado, culminando con los primates, a los que pertenecemos. Por cierto que otra familia de los mamíferos que ha desarrollado cerebros poderosos, es la de los cetáceos.

Si consideramos lo anterior con un poco de frialdad, la situación tampoco es para tirar cohetes. La Tierra necesitó la mitad de su vida estimada para desarrollar el cerebro humano. El mecanismo de la evolución no tiene por qué conducir ineludiblemente a la inteligencia. Los tiburones llevan existiendo 450 millones de años plácidamente,-al menos hasta que llegamos nosotros- y en todo ese período no han experimentado la necesidad de volverse más inteligentes. Si una especie sobrevive bien con colmillos que inyectan veneno o con hileras de dientes cortantes, ¿necesita realmente la ventaja evolutiva que supuestamente ofrece una mayor inteligencia? El ejemplo de los tiburones mostraría que no.

Podríamos clasificar los animales en tres categorías: 1) Animales que no se matan dentro de la especie, por ejemplo los peces payaso; 2) Animales que matan a sus semejantes a mordiscos, por ejemplo los chimpancés; 3) Animales que matan a sus semejantes con bombas termonucleares, por ejemplo los humanos. A los animales de la tercera categoría les denominamos seres inteligentes capaces de crear una civilización.

¿Habrá civilizaciones semejantes a la nuestra en otros planetas? El único ejemplo que tenemos alcance de la mano, que es el nuestro, dice que para que la Tierra pudiera desarrollar una inteligencia capaz de cargarse el planeta, necesitó más de la mitad de su vida estimada. El ejemplo terráqueo mostraría que para desarrollar una especie inteligente capaz de crear una civilización hace falta mucha paciencia y suerte. En los últimos 500 millones de años la Tierra ha conocido seis grandes extinciones, que ahora la raza humana está tratando de emular con bastante éxito. Realmente tenemos mucha suerte de estar aquí.

Asumamos que haya una estrella con un planeta habitable, donde haya aparecido la vida compleja, que no haya sido aniquilada por un cataclismo y que haya evolucionado hasta producir a una raza de capullos parecida a la nuestra y que haya desarrollado una civilización. Si esa raza se encuentra en la galaxia de Andrómeda a un millón de años luz, como que nos va a dar lo mismo. Por el momento, que sepamos, nada viaja más rápido que la velocidad de la luz e intercambiarte mensajes de radio con una especie que va a tardar un millón de años en responderte a cada mensaje, como que apetece poco; ya te cuesta comunicarte con tu cónyuge cuando tú estás en el salón y ella en el dormitorio, así que con un alienígena que está a un millón de años luz, como que no.

En resumen. Es posible que la proporción de planetas habitables sea menor de la que afirman los optimistas porque hagan falta mucho más requisitos de los que parecería a primera vista. Mientras que la aparición de organismos monocelulares y hasta pluricelulares puede que no sea complicada a poco que se den las condiciones adecuadas, otra cosa podría ser la aparición de animales. Y lo del desarrollo de una especie capaz de crear una civilización, ya parece para nota. Por si lo anterior no fuera lo suficientemente difícil, haría falta que dicha civilización fuese contemporánea a la nuestra, que ha necesitado 13.800 millones de años para venir a ser, y que estuviera en un radio razonable, pongamos en torno a los 100 años luz (sólo en ir a Próxima Centauri, que está a unos ridículos 4 años luz, necesitaríamos 40.000 años con nuestra tecnología actual). En fin, que creo que la posibilidad de que una civilización alienígena destruya la Tierra no debería quitarnos el sueño. Nos bastamos nosotros.

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Os deseo un feliz 2023 y que sea mucho mejor que el año que dejamos atrás. Sí, lo mismo deseé el 31 de diciembre de 2021 con el tino que ya sabemos. A ver si esta vez acierto.

 

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