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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Gambia y Myanmar

Emilio de Miguel Calabia el

(Yahya Jammeh)

Cuando hay una tragedia en un país, por ejemplo un golpe de estado o un genocidio, los que no saben de relaciones internacionales suelen preguntar: ¿qué va a hacer la comunidad internacional? Lo más probable es que la respuesta sea nada o muy poco. Esto es algo que los habitantes de Melos aprendieron en el 416 a. C. a su pesar. Los melosos (no sé cómo es el gentilicio, pero me apetece llamarlos así) se habían mantenido neutrales durante la Guerra del Peloponeso, lo que no impidió que los atenienses les exigieran que se unieran a la Liga de Delos, que capitaneaba Atenas; de otra manera  les destruiría. Los melosos replicaron que eran neutrales, que era injusta la disyuntiva que les proponía Atenas y que si Atenas les invadía, eso escandalizaría a los Estados griegos neutrales, que reaccionarían, poniéndose en contra de Atenas. Los atenienses respondieron que lo sensato era someterse al que es más fuerte que tú y que los otros Estados no reaccionarían. Cada uno vela por sus propios intereses y nadie daría la cara por los melosos. Atenas conquistó Melos. Ejecutó a los hombres y esclavizó a las mujeres y a los niños. El resto de las polis griegas (la comunidad internacional de aquel entonces) miró para otro lado y siguió con sus asuntos.

Un ejemplo más próximo: el genocidio de Ruanda. En abril de 1994 se barruntaba que algo gordo se estaba preparando contra la minoría tutsi. Naciones Unidas había enviado una fuerza de cascos azules, la UNAMIR, para garantizar el alto el fuego entre el gobierno hutu y los rebeldes tutsis. Su comandante, el general canadiese Romeo Dallaire, sabía dónde tenían los hutus depósitos de armas, pero sus jefes en Nueva York decidieron que asaltar los depósitos y hacerse con las armas excedía su mandato y le frenaron. El 6 de abril el avión que llevaba a los presidentes de Ruanda y de Burundi fue abatido y proporcionó la excusa para que los hutus iniciaran el genocidio de los tutsis que venían preparando. UNAMIR no intervino: se lo vedaba su mandato; la mayor parte del personal ruandés que trabajaba para ella fue asesinado. El Secretario General de NNUU recomendó que o bien se reforzase y se armase convenientemente UNAMIR, o bien se retirase para salvaguardar la integridad de las tropas. ¿Alguna duda sobre cuál fue la solución por la que optó el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas? Efectivamente, la solución fue reducir UNAMIR a una presencia simbólica de 270 efectivos, mientras el genocidio tutsi se producía a ritmo vertiginoso.

Tenemos que pensar que la comunidad internacional es como una comunidad de vecinos. Cada uno mira por sus intereses y cuando se siente afectado, entonces sí que apela al bien común. Cada uno tiene una capacidad de influencia distinta, en función de lo mucho que grita o lo pesado que es. Puede que las comunidades de vecinos no se pongan de acuerdo sobre si hay que despedir al portero o instalar una cámara de seguridad en el portal, pero a veces hacen algunas cosas positivas: la decisión de desratizar en los trasteros o de arreglar las bajantes.

Uno de esos momentos en los que la comunidad internacional fue realmente eficaz ocurrió en 2016. El lugar fue Gambia.

El presidente de Gambia en aquellos momentos era Yahya Jammeh. Jammeh había llegado al poder en 1994 vía un golpe de estado. Su mandato fue el sueño de cualquier dictador: gobierno por decreto, persecución de los periodistas críticos, elecciones amañadas, milicias paramilitares para convencer a los opositores recalcitrantes, saqueo de las arcas públicas…

El 1 de diciembre de 2016 se celebraron elecciones. Jammeh preparó el terreno electoral como lo suelen preparar los dictadores, encarcelando a varios opositores y acusando a la oposición en bloque de ser oportunistas a sueldo de Occidente. Sorpresivamente las elecciones fueron ganadas por el líder opositor Adama Barrow, al que apoyó la coalición de partidos opositores. Jammeh estaba tan sorprendido, que llegó a reconocer su derrota y a felicitar a Barrow. El 9 de diciembre, cuando se hubo recuperado de la sorpresa, denunció las elecciones, alegando que había habido irregularidades. Hizo que el Ejército tomase posiciones en la capital Banjul y pidió que el Tribunal Supremo anulase los resultados de las elecciones. Barrow consideró más prudente refugiarse en el vecino Senegal.

Fue entonces que intervino ECOWAS, la Comunidad Económica de Estados del África Occidental. Aunque lleve el adjetivo de “económica” en su nombre, hace muchas cosas más aparte de dedicarse a la economía. En especial tiene una fuerza de mantenimiento de la paz que interviene en los países de la Comunidad en momentos de inestabilidad política.

ECOWAS consideró lo sucedido en Gambia como una cuestión de seguridad. La presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, que había asumido la presidencia de ECOWAS, entró en conversaciones con Jammeh para decirle que hacer trampa en las elecciones está muy feo y que hay que saber perder, por muy dictador que uno sea. Jammeh se mantuvo en sus trece. ECOWAS declaró a Barrow presidente legítimo de Gambia y autorizó a sus Estados miembros a intervenir si Jammeh no dejaba el poder. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ratificó las acciones de ECOWAS, pero no autorizó el uso de la fuerza. Aun así Senegal colocó a sus tropas en la frontera y el 19 de enero la cruzaron. El 21 Jammeh se rindió, dejó la presidencia y se exilió en Guinea Ecuatorial.

¿Por qué la comunidad internacional fue tan eficaz en este caso? Pueden apuntarse varias razones:

+ La propia naturaleza de ECOWAS, cuyo mandato le autoriza a realizar operaciones de mantenimiento de la paz. De hecho, la intervención en Gambia fue la quinta que realiza ECOWAS en lo que llevamos de siglo XXI, habiendo sido las anteriores las de Costa de Marfil (2003), Liberia (2003), Guinea Bissau (2012) y Mali (2013). A ello se añade que 14 de los 15 miembros de ECOWAS son democracias, lo que, sin duda, ha influido para que la mayoría de sus intervenciones fueran en situaciones en las que la democracia estaba en peligro.

+ Gambia es un país con pocos recursos, que se encuentra a caballo entre las dos orillas del río Gambia y que está rodeado por Senegal. Carecía de bazas que hubieran podido ayudarle para tratar con ECOWAS.

+ Las relaciones exteriores diplomáticas de Gambia eran un tanto limitadas, sobre todo desde que en 2013 se retirara de la Commonwealth. Dicho de otra manera, Jammeh no tenía demasiados amigos internacionalmente.

+ Ninguna de las grandes potencias extrarregionales estaban interesadas en Gambia, lo que dio una gran libertad de acción a ECOWAS.

¿Podría repetirse en caso de Gambia en la crisis actual de Myanmar? La respuesta es un resuelto no, porque no se da ninguna de las circunstancias que se dieron en el caso de Gambia. Pasémosles revista:

+ ASEAN (la Asociación de Estados del Sudeste Asiático) tiene como uno de sus principios irrenunciables el de la no injerencia en los asuntos de sus miembros, lo que equivale a darles carta blanca en el manejo de su política interior. Aunque varios de sus miembros tienen mucha experiencia en operaciones de mantenimiento de la paz, falta un deseo colectivo de dotar a ASEAN de herramientas para realizar operaciones de mantenimiento de la paz de ASEAN en tanto que tal. A lo anterior, se añade que en ASEAN, por la diversidad de regímenes políticos entre sus miembros, no existe el compromiso con la democracia que tiene ECOWAS.

+ Myanmar importa y tiene muchas bazas que jugar: posee abundantes riquezas naturales (gas natural, bosques, piedras preciosas…); es la salida natural de China al Océano Índico; está en su mano el control de la frontera este de la India e impedir que las insurgencias que actúan en el lado indio de la frontera consigan crear santuarios en Myanmar; la existencia de insurgencias étnicas en sus fronteras, hace que la estabilidad del país sea en interés de sus vecinos, que no quieren encontrarse con una avalancha de refugiados. La cuestión de cuál sea el régimen político que garantice esa estabilidad es casi secundario para sus vecinos.

+ Myanmar importa a las grandes potencias, y mucho, como se trasluce del párrafo anterior. ASEAN no va a disponer del mismo margen de actuación del que dispuso ECOWAS.

¿Y esto a dónde nos lleva? A que ya va siendo hora de que leas el diálogo entre los atenienses y los melosos (“Historia de la Guerra del Pelóponeso” de Tucídides) y comprendas que muchas veces en política y en relaciones internacionales no se hace lo que se quiere, sino lo que se puede.

 

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