Emilio de Miguel Calabia el 04 nov, 2024 Tras las independencias, la comunidad internacional vino a reconocer el interés prioritario de Rusia sobre la región. No hubo una rivalidad geoestratégica por la región y el predominio ruso se vio favorecido por los conflictos entre las distintas repúblicas (conflictos fronterizos, reivindicaciones territoriales, lucha por los recursos, muy especialmente por el agua…). Algunos Estados promovieron sus intereses en Asia Central, pero dentro de la aceptación de la primacía rusa. Así, Turquía llevó a cabo una política pantúrquica para acercarse a las jóvenes repúblicas; Arabia Saudí invirtió para promover su versión del Islam y Corea se interesó por la región a causa de la minoría coreana existente en ella (en torno a medio millón de personas). La UE, por su parte, estableció un marco de cooperación para apoyar la transición de sus economías dirigidas hacia unas economías de mercado. El marco inicial fue el Technical Assistance for the Commonwealth of Independent States (TACIS). Esta iniciativa quería contribuir a las reformas económicas y políticas, promoviendo la liberalización, las reformas económicas, el Estado de derecho y la democratización. Uno de los resultados del TACIS fue la firma de Acuerdos de Cooperación y Partenariado entre la UE y algunos de estos países (Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán). A pesar de lo anterior, a la UE le faltó una visión estratégica de la región. En 1994 elaboró el documento “Hacia una nueva estrategia asiática” que, entre las cuatro áreas regionales que identificó, no incluyó Asia Central. A nivel geopolítico tal vez lo más interesante en estos años fuera la constitución del grupo Los 5 de Shanghai, que tenía nombre de grupo musical de los 70. Los países que componían el grupo eran Rusia, China, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. Su principal objetivo era la cooperación transfronteriza en la lucha contra el terrorismo, en la demarcación de las fronteras y en la desmilitarización de las mismas. A Rusia y a China les resultaba interesante contar con un marco securitario en la región que no incluía a EEUU. En sus primeros años, los Cinco de Shanghai tuvieron algunos logros importantes: la solución de disputas fronterizas, la introducción de medidas de fomento de la confianza y la lucha exitosa contra el terrorismo, el tráfico de drogas y los movimientos secesionistas transfronterizos. La guerra de Afganistán mostró la importancia geoestratégica de estos países. Por un lado eran países susceptibles a la entrada del fundamentalismo islámico procedente de Afganistán y Pakistán. Por otro, sus territorios podían ser plataformas útiles para la conducción de la guerra. Las repúblicas centroasiáticas entendieron que la guerra contra el terror, además de servir a sus propios intereses de impedir la aparición de un terrorismo fundamentalista autóctono (desde finales de los 90 Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán habían sufrido ataques del Movimiento Islámico de Uzbekistán), les podía servir para acercarse a EEUU. Uzbekistán y Tayikistán ofrecieron instalaciones militares a EEUU y a sus aliados. Turkmenistán ofreció apoyo logístico y colaboración en operaciones de búsqueda y rescate. Estos tres países ofrecieron asimismo sus territorios para el tránsito de ayuda humanitaria para la población afgana. Las tres repúblicas más Kazajstán y Kirguistán proporcionaron derechos de sobrevuelo y compartieron inteligencia. EEUU no fue el único que advirtió la importancia de Asia Central. En 2001 los Cinco de Shanghai más Uzbekistán anunciaron la creación de una nueva asociación, la Organización de Cooperación de Shanghai. Se trataba de institucionalizar la agrupación previa y extenderla a nuevos ámbitos: la cooperación política, económica y energética. Esta institucionalización se produjo en un tiempo récord, entre 2001 y 2008. La OCS le pidió a EEUU en 2005 que fijase una fecha para su salida de la región. Para 2015 EEUU la había abandonado y todos sus progresos en Asia Central en el marco de la seguridad quedaron en nada. En 2002 se creó la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que agrupaba a Rusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Rusia fue la gran impulsora y veía en la Organización una manera de mantener su primacía en el espacio post-soviético. También para Rusia y para el resto de los miembros, se trataba de evitar un peligroso vacío de seguridad en la región. Rusia quiso que tuviese un formato semejante al de la OTAN. En su primera década tuvo algunos desarrollos interesantes como la creación de unas fuerzas de mantenimiento de la paz, la realización de ejercicios militares (los últimos de cierta envergadura tuvieron lugar en 2011) y la obtención del estatuto de observador en NNUU. No obstante, a partir de 2010 comenzó a ir cuesta abajo. Su primer fiasco fue no responder a la solicitud de ayuda de Kirguistán cuando se produjeron choques étnicos en el sur del país. La invasión rusa de Ucrania de 2014 creo incomodidad a varios de los socios, especialmente a Belarus y a Kazajstán. Ambos tenían fronteras con Rusia y minorías rusas importantes en su territorio. ¿Y si a Rusia le daba por repetir la jugada de Ucrania en sus territorios? Más grave todavía fue que en el período 2020-2022 la CSTO se negó a intervenir en el conflicto que Armenia (miembro de la organización) tenía con Azerbaiyán (no miembro). Finalmente, la invasión de Ucrania de 2022 fue la gota que colmó el vaso. Los miembros de la CSTO se negaron a reconocer la anexión rusa de Luhansk y de Donetsk. Lo más previsible es que la CSTO viva algún tiempo en estado zombi: todos saben que está muerta, pero como se mueve y tiene una apariencia de vida, nadie se atreve a decirlo en alto. Otros temas Tags Asia CentralChinaGeopolíticaGuerra de AfganistánLos 5 de ShanghaiOrganización de Cooperación de ShanghaiOrganización del Tratado de Seguridad ColectivaRusiaTACISUnión Europea Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 04 nov, 2024