El yo en el budismo. Lo que va del Theravada al Vajrayana (y 4)
No sé, pero yo diría que para entender estos párrafos adecuadamente, uno debe asumir que existe un alma que se reencarna y que tiene más identidad que la conciencia-almacén de los yogachara.
Igualmente, la doctrina tibetana de los “tulku”, esto es, de los lamas que son la encarnación de lamas difuntos, parece necesitar una vinculación entre ambas vidas más intensa que la de las antorchas que se van encendiendo, que defendía Nagasena.
En resumen, la doctrina del no-yo resultaba tan contraria a los deseos habituales de permanencia e inmortalidad, que el pensamiento budista a lo largo de su historia fue encontrando maneras de esquivarla, sin llegar a negarla frontalmente y por completo.
Creo que todas las doctrinas se dicen que, en última instancia, en el nirvana, el yo se disuelve y deja de existir, pero queda tanto para que alcancemos ese estado, que mientras llegamos a él, bien podemos seguirnos aferrando a nuestros yoes ilusorios, que nos dan tanto gustito.