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¿El punto de inflexión?

Emilio de Miguel Calabia el

Una buena parte de las relaciones internacionales se basan en las percepciones. Una gran potencia no sólo lo es porque tenga los ejércitos más impresionantes y la mayor economía. También lo es porque otros estados la perciben como una gran potencia y se relacionan con ella con la deferencia debida.

Existe siempre un punto de inflexión que hace que la gran potencia deje de percibirse como gran potencia en ascenso a gran potencia en declive. Suele tratarse de un acontecimiento que conmueve a la opinión pública internacional. En el caso de la España imperial, por ejemplo, para mí ese punto de inflexión fue el desastre de la Gran Armada, que además se produjo en un contexto en el que después de veinte años España no había logrado sofocar la rebelión de Flandes. La Gran Armada no fue el primer ni el único desastre que conoció el Imperio español, pero sí que fue el primer desastre español que conmovió a Europa. Los ejércitos españoles seguirían ganando batallas en Europa hasta la segunda mitad del siglo XVII, pero algo tan intangible como la imagen, se había perdido.

Como en política exterior mucho es cuestión de percepciones y propaganda, la derrota de la denominada Contraarmada que Inglaterra mandó contra España 1589 y en la que pereció en torno al 70% de las tropas inglesas, no tuvo el mismo efecto sobre el prestigio inglés, en parte porque no extraña que el débil pierda y en parte porque ingleses y holandeses fueron mejores propagandistas que los españoles.

El punto de inflexión es algo subjetivo. Tanto para los contemporáneos como para muchos historiadores, el punto de inflexión de la II Guerra Mundial en Europa fue la batalla de Stalingrado, que se desarrolló entre agosto de 1942 y febrero de 1943. Para mí, el verdadero punto de inflexión había ocurrido un año antes, cuando las fuerzas alemanas no consiguieron noquear a la URSS y sacarla de la guerra. Ese fracaso suponía que Alemania tendría que combatir en dos frentes (desde finales del verano resultaba cada vez más evidente que EEUU entraría en la guerra) y además contra tres potencias (EEUU, la URSS y el Imperio británico) que la superaban ampliamente en recursos y capacidad industrial. Para cuando comenzó la batalla de Stalingrado hacía algo menos de un año que Alemania tenía la guerra perdida.

El punto de inflexión no tiene por qué ser algo muy vistoso. Gran Bretaña concedió la independencia a la Joya de la Corona, la India, en 1947, pero el planeta no se dio cuenta de que el Imperio británico ya no existía y que Gran Bretaña era una potencia de segunda hasta nueve años más tarde. El hecho de que estuviera entre los vencedores de la II Guerra Mundial, de que fuera uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de que aún controlase vastos territorios en todo el planeta, hicieron que la realidad de su declive no fuera advertida inmediatamente. Fue la crisis del Canal de Suez, la que cambió todo.

En 1956, ante la nacionalización del Canal de Suez por el régimen de Nasser, Francia, Gran Bretaña e Israel atacaron Egipto para hacerse con el control del Canal. La presión de NNUU y muy especialmente la presión financiera de EEUU les obligó a retirarse. La constatación de que el Imperio británico se doblegaba en una crisis importante ante la presión estadounidense, dio un golpe de muerte, del que ya no se recuperó, a su prestigio.

Hubo quienes vieron en la guerra de Vietnam el punto de inflexión de EEUU. Por primera vez en sus entonces casi 200 años de Historia, EEUU reconocía su derrota en una guerra. La Presidencia beligerante de Reagan ocho años después de los Acuerdos de Paz de Paris mostró que las noticias sobre la defunción de la potencia norteamericana habían sido prematuras.

2020 parece haber traído nuevos rumores sobre un posible punto de inflexión para EEUU. El contexto en el que se ha producido la crisis del Covid-19 ya era complicado para EEUU: una China pisándole los talones económicos; una larguísima guerra inacabada,- Afganistán-; una pérdida de influencia en organismos internacionales causada en buena medida por sus propias tendencias aislacionistas; una China ganando posiciones en otros continentes y hasta en su tradicional patio trasero, que le resulta más difícil de controlar que nunca.

Se ha dicho en muchos sitios que la crisis del Covid-19 ha sido la primera crisis global desde el final de la II Guerra Mundial en la que el mundo no se ha dirigido a EEUU para que ejerciera su liderazgo. Peor todavía es el hecho de que EEUU esté siendo el país más afectado por la pandemia: hoy mismo cruzó la barrera de los 3 millones de contagiados (algo más del 25% del total mundial) y 132.000 fallecidos (en torno al 23% del total mundial). Tomando las cifras per cápita, EEUU es el cuarto país más efectado y el séptimo en número de fallecimientos per cápita. Como dije, en las relaciones internacionales las percepciones son lo que más cuenta y la imagen que está dando EEUU no es de las mejores.

¿Será el Covid-19 el punto de inflexión de la potencia norteamericana? EEUU siempre ha mostrado una notable capacidad para salir de las crisis reforzado. Con Covid-19 o sin él, EEUU sigue siendo el número uno en prácticamente todos los parámetros por los que se mide la fuerza de un país. Por otra parte, no hay nada en este mundo que sea eterno,- y la hegemonía menos todavía-, y haber sabido responder con éxito a los desafíos del pasado, no implica necesariamente que se vaya a saber responder a los del futuro.

 

 

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