Emilio de Miguel Calabia el 29 jul, 2023 El segundo punto importante de cualquier estrategia es fijarse unos objetivos, teniendo en cuenta el entorno en el que se va a ejecutar. Tanto Corea como Japón hacen de la defensa de su soberanía y su independencia el primero de sus objetivos. Ninguna sorpresa. La prioridad para los Estados es la misma que para los seres vivos: sobrevivir. Los objetivos coreanos son modestos, propios de una potencia media que todavía no ha jugado un papel global relevante salvo en dos áreas: la economía y la cultura. Los otros dos objetivos de su estrategia son: 1) La paz en la Península coreana y la preparación de una eventual reunificación (a esto se le llama paciencia estratégica); 2) Poner las bases de la prosperidad de Asia Oriental y ampliar el papel global de Corea. Japón, en tanto que tercera economía mundial y país con una activa diplomacia desde los años 60, se muestra más ambicioso. Entre sus objetivos se cuentan: 1) Determinar autónomamente sus políticas interior y exterior. Uno de los grandes dilemas de las potencias medias es cómo mantener su autonomía frente a poderes mucho más poderosos. Un buen libro que explora este dilema es “Las potencias medias en la política internacional” de Carsten Holbraad, editado por el Fondo de Cultura Económica; 2) Garantizar un entorno internacional en el que pueda crecer su economía. Más fácil de decir que de llevar a cabo; 3) Lograr un nuevo equilibrio, sobre todo en el Indo-pacífico, que impida que un Estado pueda cambiar unilateralmente el status quo con facilidad y asegurar un orden internacional estable, predecible, libre y abierto, basado en el derecho. Que tenga que mencionar los rasgos del orden internacional que desea,- que son unos rasgos que hace 20 años habríamos dado por supuestos-, muestra hasta qué punto el orden global está en tensión y la ausencia de valores universales compartidos por todos los Estados; 4) Defensa del multilateralismo para responder a los grandes asuntos globales. Tras el momento unipolar norteamericano durante la presidencia de George W. Bush, cuando el multilateralismo fue arrumbado, éste ha vuelto con fuerza. Es nuestra tabla de salvación en un contexto internacional increíblemente complicado. Una vez establecidos los objetivos, es importante señalar los principios clave que informarán la Estrategia. Sólo recogeré aquellos principios en los que coinciden Corea y Japón: 1) Refuerzo de las capacidades militares defensivas. En el contexto internacional complicado en el que nos movemos, lo securitario lo tiñe todo y ha adquirido una importancia que no tenía hace tan sólo tres años; 2) Una alianza sólida con EEUU. EEUU, como la gran potencia proveedora de seguridad, sigue funcionando. Los temores a que se retirase del Indo-pacífico que, por ejemplo, se expresaron agudamente en el Diálogo Shangri-la de 2011, se han difuminado; 3) Una diplomacia que defienda valores universales tales como la libertad, la democracia o el Estado de Derecho. Para las potencias medias y pequeñas el respeto del orden internacional basado en normas es crucial. A menudo es su única arma contra los poderosos. Desgraciadamente ese respeto es más fácil de alcanzar en contextos pacíficos y estables que en otros conflictivos como el actual; 4) Jugar un papel constructivo en la comunidad internacional que, en el caso de Japón, insiste en una “contribución proactiva a la paz.” La parte de objetivos y principios es la más fácil a la hora de elaborar una estrategia. Lo complicado es determinar qué acciones se van a emprender y si esas acciones son congruentes con los recursos de los que se dispone. En este sentido me ha gustado mucho cómo Japón pasa revista antes que nada a sus capacidades y las clasifica en cinco áreas: 1) Diplomáticas; 2) De defensa; 3) Económicas; 4) Tecnológicas y 5) de inteligencia. En lo que se refiere a acciones concretas, señalaré aquéllas en las que coinciden ambos países: 1) Fortalecer la alianza con EEUU, algo que ya se había mencionado entre los principios y que muestra la primacía que tiene esta alianza para la seguridad de Corea y de Japón; 2) Búsqueda de partenariados con países afines. Una cosa interesante es que todas las estrategias para el Indo-pacífico que he leído insisten mucho en la búsqueda de partenariados con países afines; esto se aplica también a estas dos estrategias de seguridad nacional. Tal vez la situación de tensiones geopolíticas en la que vivimos haya sido un acicate para resaltar la importancia de los partenariados; 3) Fortalecimiento del triángulo Corea-Japón-EEUU. Japón reconoce la importancia de Corea para su seguridad. Corea, por su parte, detalla las áreas en las que deberá trabajar ese triángulo: cooperación securitaria ante las provocaciones de Corea del Norte; cooperación en cuestiones globales; diálogo de seguridad económica; el Indo-pacífico; condena de la invasión de Ucrania por parte de Rusia; 4) Mantenimiento de la cooperación con China. Corea aboga por una relación “más sana y más madura basada en el respeto mutuo y la reciprocidad”. Japón señala en qué ámbitos es posible esa cooperación: economía, intercambios entre sociedades civiles, cuestiones globales; 5) La desnuclearización de Corea del Norte; 6) Mejora de las capacidades tecnológicas al servicio de la defensa. La guerra de Ucrania ha confirmado que los números ya no bastan para ganar una guerra rápidamente; la innovación tecnológica del armamento es clave; 7) Cambio climático, que comporta la transición energética. El cambio climático, que ya no está en el futuro, sino ahora mismo, se ha convertido en una cuestión de seguridad nacional para todos los países; 8) Promoción de la seguridad económica, que implica, entre otras cosas, una mayor atención a las cadenas de suministros. Estas dos Estrategias, que tienen tanto en común, muestran que el Indo-pacífico se ha convertido en un entorno geopolítico cada vez más contestado, en el que lo securitario está ocupando todos los dominios. Otros temas Tags ChinaCorea del NorteCorea del SurEEUUGeopolíticaIndo-pacíficoJapónMultilateralismo Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 29 jul, 2023