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El ascenso de China y el poder simbólico (y 4)

Emilio de Miguel Calabia el

Decir que el libro no me ha gustado sería decir poco. Chantal cuenta el ascenso de China utilizando un paradigma,- el del poder simbólico-, que no aporta nada al estudio de las relaciones internacionales.

Hace tres décadas Joseph Nye creó el concepto de “poder blando”, que podría resumirse de la siguiente manera: “conseguir que otros hagan lo que quieres, sin tener que recurrir a la coerción”. El concepto ha recibido muchas críticas desde entonces. Las críticas podrían resumirse en las siguientes: 1) No se trata de un concepto novedoso. Los Estados han estado aplicándolo desde siempre, aunque no fueran conscientes de ello y no le dieran ese nombre. Cuando Luis XIV construyó Versalles o los emperadores chinos entregaron princesas para que se casasen con los líderes xiongnu, estaban aplicando poder blando; 2) Es difícil de cuantificar. Intuitivamente sabemos que EEUU tiene más poder blando que China, pero ¿cuánto más? En términos de poder duro podemos decir que China está recortando distancias en muchas áreas; ¿cómo saber si lo mismo está ocurriendo en términos de poder blando?; 3) La dificultad de medir sus éxitos. ¿Cómo saber qué parte de la acción de un tercer Estado se debió a nuestro poder blando y qué parte a nuestro poder duro?

A pesar de las críticas formuladas, creo que el poder blando es un concepto útil. Por ejemplo, ¿por qué durante la Guerra Fría la URSS necesitaba mantener guarniciones en sus “aliados” y recurrir a la coerción y EEUU, no? El poder blando es una buena explicación. Pero es importante ser conscientes de sus limitaciones. El poder blando no es nada sin el poder duro. Un gangster con una voz meliflua puede convencerte para que por las buenas hagas algo que te está pidiendo; pero ambos sabéis que una parte importante de su poder de convicción es el hecho de que lleva una pistola en el bolsillo, aunque no la haya enseñado.

Después de las críticas hechas en su día al “poder blando”, ¿realmente necesitamos introducir el nuevo concepto de “poder simbólico”? Cuando a lo largo del libro Chantal recurre a explicaciones basadas en el poder simbólico, a menudo la expresión “poder simbólico” podría sustituirse por la de “poder blando” sin que el significado de la frase se alterase. Para que se vea lo que quiero decir, voy a recuperar un párrafo que escribí en esta entrada:

China está actualmente comprometida activamente en una ofensiva inédita para la mejora de sus capacidades militares (poder duro) y la promoción de su cultura (poder blando). Su papel mundial proviene sin embargo de su poder simbólico, es decir de su capacidad de proporcionar respuestas concretas a los grandes «enigmas» de un mundo presa de un grave vacío de liderazgo, causado por la retirada progresiva de EEUU y la incapacidad de las potencias europeas de asumir ese papel. Introduciéndose en esa brecha, China practica lo que Bourdieu denominaría una «economía de la buena fe», que le permite acumular a cambio un enorme capital simbólico…” Ejemplos de esa «economía de la buena fe» serían sus aportaciones al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, al banco de desarrollo de los BRICS y a los proyectos de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta.

Lo que Chantal afirma que es el papel mundial de China gracias a su poder simbólico, podría explicarse igual de bien si nos ceñimos únicamente al poder duro y al poder blando. El concepto de la “economía de la buena fe” se me escapa. Ni las personas, ni los Estados realizan actividades económicas porque sean buena gente; lo hacen porque esperan sacar un beneficio. En el mejor de los casos, intentarán crear situaciones de “win-win” en las que ambas partes ganen, pero ése no es el objetivo inicial. Tampoco entiendo, por ejemplo, que hay de “economía de la buena fe” en los proyectos de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta. Puede que respondan a necesidades de infraestructura de los recipiendarios y puede que se faciliten créditos para su construcción en condiciones en las que el FMI y el BM no los habrían concedido, pero yo ahí no veo nada que no vea en otras operaciones de construcciones de infraestructuras. Es más, veo aquí más una manifestación de poder duro que de poder blando.

En resumen, Roromme Chantal ha dedicado 345 páginas a hablarnos del ascenso global de China, utilizando un concepto absolutamente prescindible. Hubiera sido mejor que hubiera dedicado esos esfuerzos a escribir un manual de jardinería.

 

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