Emilio de Miguel Calabia el 20 ago, 2021 El Reino Unido fue un socio difícil en todo momento. Para empezar, exigió un tratamiento singularizado, solicitando en diversas cuestiones la exención (“opt out” es el término técnico comunitario). La figura de la exención se inventó para evitar que Estados discrepantes pudieran bloquear la legislación comunitaria. El Estado discrepante que más a menudo se tenía en la cabeza era el Reino Unido. En el momento del Brexit, el Reino Unido había acordado exenciones en relación a la moneda única, en el Acuerdo de Schengen, en todo lo relativo al Funcionamiento de la UE sobre el Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia (Título V del Tratado de Lisboa) y una exención parcial de la Carta de Derechos Fundamentales. Aparte de estas exenciones, el Reino Unido era el país que más a menudo rompía los consensos. Por otra parte, el Reino Unido hizo todo lo posible para boicotear cualquier avance hacia la integración europea. Nunca quiso que la UE se convirtiese en algo distinto de un club de Estados soberanos y cada vez que se le pidió que cediese soberanía en alguna materia, lo hizo rechinando los dientes. Fue precisamente este rechazo a las aspiraciones supranacionales de la UE, lo que le llevó a convertirse en el principal adalid de la incorporación de los países ex-comunistas de Europa Central y Oriental. El Reino Unido calculó, acertadamente, que estos países que acababan de recuperar su libertad de acción, serían buenos aliados en contra de cualesquiera veleidades supranacionales. Podría decirse que el Reino Unido había conseguido lo mejor de los dos mundos. La UE le proporcionaba el peso que necesitaba para seguir considerándose una potencia global y al mismo tiempo le permitía estar allí a la carta, adhiriéndose a las políticas que le interesaban y manteniéndose al margen en las demás. Si las condiciones de la membresía en la UE le eran tan favorables, ¿por qué el Primer Ministro David Cameron convocó el referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE? Por varios motivos: 1) Como una palanca para obtener más concesiones de la UE; 2) Para acallar a los euroescépticos del ala más conservadora de su partido (los hubiera podido acallar de maneras menos onerosas); 3) Por ese gran factor que mueve la Historia de los pueblos: la estupidez de sus líderes. Cameron estaba convencido de que el Reino Unido estaba mejor dentro de la UE que fuera y, a pesar de eso, convocó un referéndum sobre la cuestión. En contra de lo que se pudiera pensar, el factor identitario pesó menos en el voto de los favorables al Brexit de lo que uno hubiera creído y, desde luego, la añoranza del Imperio no fue uno de los motivos que movieron a los votantes. Las principales razones de los favorables al Brexit fueron: 1) La inmigración y el deseo de recuperar el control sobre sus propias fronteras; 2) Bruselas nos roba, esto es, aportamos a las arcas comunitarias mucho más de lo que recibimos de ellas; 3) La economía británica estaría mejor si rompiera con las constricciones de Bruselas; 4) El mismo motivo que llevó a Trump a la victoria en las elecciones presidenciales norteamericanas ese año: el voto anti-establishment, cuya filosofía es: “como las élites tradicionales me han fallado, voy a pegarme un tiro en el pie”. La salida de la UE ha vuelto a confrontar al Reino Unido con la gran cuestión: ¿qué hace una potencia media como tú en un ambiente geopolítico tan revuelto como éste? La respuesta es “Global Britain” (GB, en lo sucesivo) que, según anuncia el gobierno británico en su página web, va de “reinvertir en nuestras relaciones (me imagino que quiere decir que volverá a tirarle los tejos a la Commonwealth), defender un orden internacional basado en normas y demostrar que el Reino Unido es abierto, mira al exterior y tiene confianza en el escenario internacional”. El pasado abril el gobierno británico sacó el documento estratégico “Global Britain in a Competitive Age”, que intenta aclarar de que va GB. En la introducción el Primer Ministro Boris Johnson presenta su visión para esta década. Liberada de las cadenas de la UE y con la unión entre Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte reforzada, Gran Bretaña será una potencia de alcance global, defensora del orden democrático y el liberalismo económico, gracias a sus activos. Johnson enumera algunos de esos activos, pero curiosamente se deja fuera los principales: 1) El puesto de miembro permanente en el Consejo de Seguridad de NNUU, que le permite tener un papel relevante en las principales crisis internacionales, muy por encima del que le correspondería realmente; 2) Su pertenencia a la OTAN, donde es el segundo país con mayor gasto en defensa; 3) Su posesión del arma nuclear, tal vez más importante por su simbolismo que por su utilidad práctica. Boris Johnson no menciona en sus palabras la Commonwealth y es posible que sea mejor así. El documento sólo menciona la Commonwealth en once ocasiones y la impresión que me da es que la menciona porque habría sido inmimaginable no hacerlo. “El Reino Unido es uno de los 54 miembros de la Commonwealth, una asociación internacional voluntaria que valora la soberanía democrática y engloba a 2.400 millones de personas (…). La Commonwealth es una institución importante en el apoyo a un orden internacional abierto y resiliente, que aúna a Estados con un interés nacional en la promoción de la democracia…” Lo que no dice el documento es que la Commonwealth es demasiado diversa como para conseguir consensuar posiciones y jugar un papel significativo en las relaciones internacionales. Su principal valor es que hace que las relaciones del Reino Unido con sus miembros sean un poco más privilegiadas de lo que serían sin ella. De alguna manera el documento es consciente de ello y donde pone énfasis es en la pertenencia del Reino Unido a NNUU, a la OTAN, al G-7, al Banco Mundial… El enfoque del documento no es geográfico sino temático. Por ello llama la atención que haya un único capítulo referido a un área geográfica. Esa área es el Indo-pacífico. Para mí, la idea que está detrás es que es la región del futuro y que ningún Estado que aspire a ser potencia global puede estar ausente de la misma. De hecho el Reino Unido ya ha empezado a aplicar la lección. Desde enero su Ministro de AAEE ha visitado Indonesia y Brunei en abril y Vietnam, Camboya y Singapur en junio; el Reino Unido ha iniciado negociaciones para adherirse al Tratado del Partenariado Transpacífico; ha firmado sendos Tratados de Libre Comercio con Vietnam y Singapur; se ha convertido en Socio de Diálogo de ASEAN; estos días su principal navío, el portaaviones Queen Elisabeth se encuentra en aguas asiáticas… El documento resalta el gran poder blando del Reino Unido: el British Council con presencia en más de 100 países, la BBC, que llega a más de 400 millones de personas en el mundo, una industria cultural activa, el medio millón de estudiantes que eligen anualmente el Reino Unido para estudiar, el atractivo internacional de la Liga británica que es la más seguida en el mundo… me alegra que en un ejercicio de realismo no incluyan la gastronomía inglesa dentro de su poder blando. Aun siendo cierto que el Reino Unido es uno de los cinco países con mayor poder blando en el mundo, habría que recordar que el poder blando es un complemento, no un sustituto del poder duro. Aun reconociendo que el Reino Unido es algo más que una simple potencia media, en mi opinión es algo menos que una potencia global. En el mundo del siglo XXI para ser potencia global hace falta tener un mercado y una economía de unas dimensiones, que sólo grandes países como China y EEUU o como la UE pueden tener. Si ni tan siquiera Japón, la tercera economía mundial y con algo menos del doble de población que el Reino Unido, consigue dar la talla de potencia global, menos cabe imaginar que el Reino Unido lo consiga. Pero es de esas cosas, como ligarse a la persona más hermosa de la discoteca, que merece la pena intentar por si acaso. Otros temas Tags Boris JohnsonBrexitCommonwealthDavid CameronGlobal BritainIndo-pacíficoReino UnidoRelaciones internacionalesUnión Europea Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 20 ago, 2021