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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La habitación de Giovanni

Emilio de Miguel Calabia el

“La habitación de Giovanni” (“Giovanni’s room”) fue la segunda novela de James Baldwin. Está ambientada en Paris en los 50. Si en su primera novela, “Ve y dilo en la montaña” había abordado el tema de la negritud y las religiones a las que los afroamericanos se aferraban, en “La habitación de Giovanni” aborda otra de sus preocupaciones vitales: la homosexualidad.

David es un norteamericano que vive en Paris. Su novia, Hella, se ha ido a España. Una noche en un bar homosexual, David conoce a Giovanni, el camarero, un hombre con un gran atractivo. A David, que siente rechazo por su propia sexualidad, le costará un poco, pero acabará aceptando que ambos se han enamorado hasta las cachas. David se traslada  a la habitación modesta en la que vive Giovanni. Allí pasarán varias semanas, hasta que regresa Hella de España. Entonces David abandona a Giovanni para regresar con su novia y ese abandono desencadenará la tragedia de Giovanni.

Es una novela breve. 159 páginas en la edición “Modern Classics” de Penguin. Hay pocos personajes y pasan pocas cosas, sin embargo basta con eso. Tal vez, lo más interesante de la novela sea la descripción de los personajes y la ambivalencia en la que viven. Es como si todos quisieran ser algo distinto de lo que de verdad son.

La ambivalencia es especialmente clara en David. Es homosexual y no lo acepta. Al inicio de la novela recuerda una experiencia homosexual que tuvo un verano de adolescente con un amigo, Joey. Tras la pasión de la noche, se despierta y “… de repente tuve miedo (…) Ese cuerpo de repente parecía la boca negra de una cueva en la que sería torturado hasta que llegase la locura, en la que perdería mi masculinidad…” David se pasará el resto de verano esquivando a Joey y cuando se lo encuentre, le contará una historia increíble sobre una chica con la que está saliendo. Al curso siguiente, David se irá con los malotes de la escuela e ignorará de manera despreciativa a Joey.

Con Giovanni repetirá la jugada, pero a lo grande. Hasta que conoce a Giovanni, a veces iba a un garito homosexual, pero mantenía una actitud ambigua. La noche que se encuentra a Giovanni, hay flechazo por ambas partes. David se resiste a dejarse arrastrar por el impulso. Jacques, el viejo homosexual que le llevó al garito, lo cala. Le pregunta si le contará a su novia lo que ha pasado esa noche y añade, compadeciéndose de antemano de Giovanni: “… ese pobre chico… que no sabe que cuando te mira de la manera en que lo hace, simplemente está poniendo la cabeza en la boca del león…”

Giovanni y David acabarán yéndose al cuarto del primero, en el que vivirán varias semanas. A pesar de la fascinación de la primera mañana, el rechazo a lo que es, persiste en David: “Cerró la puerta tras nosotros (…) yo estaba temblando. Pensé que si no abría la puerta inmediatamente y salía de allí, estaba perdido. Pero sabía que no podía abrir la puerta, sabía que era demasiado tarde; pronto fue demasiado tarde para hacer nada sino gemir.” Pero psicológicamente ha puesto un pie en la puerta para que no se cierre a sus espaldas: ha advertido a Giovanni de la existencia de Hella y de que eventualmente volverá a ella.

No obstante, se va dando cuenta de que, a pesar de su pie, la puerta ya se ha cerrado y de que su destino será convertirse en una “loca” que persigue jovencitos, como sus conocidos Jacques y Guillaume. “La bestia que Giovanni había despertado en mí nunca volvería a dormirse; pero un día ya no estaría con Giovanni. Y entonces sería como todos los otros, me encontraría girándome y siguiendo a toda clase de chicos a Dios sabe qué calles oscuras, a qué lugares oscuros. Con esta intimación terrible comenzó en mí un odio por Giovanni, que era tan poderoso como mi amor y que se alimentaba de las mismas raíces.” No hace falta ser Freud para advertir que lo que le lleva a odiar a Giovanni es que le fuerza a ver que es homosexual. En el fondo es la proyección del odio que siente hacia sí mismo por su orientación sexual.

Cuando vuelve Hella, repite la jugada que le hizo a Joey: desaparece sin dar explicaciones. Me gusta aquí la sabiduría del escritor: somos animales de costumbres y tendemos a repetir los mismos patrones; es más fácil así que enfrentarnos a la realidad de lo que somos. La huida sin aviso devastará a Giovanni, que pensará que algo malo le ha pasado a David, y pondrá en marcha la cadena de acontecimientos que llevará a la condena a muerte de Giovanni.

David intenta ser un heterosexual de libro. El regreso de Hella le entusiasma al comienzo, porque puede pensar que lo de Giovanni fue un interludio. La realidad de su vida es Hella con quien puede jugar a que es un varón heterosexual. Pero el cuerpo le traiciona. El amor se convierte en odio, aunque es posible que no sea más que la proyección del odio que siente contra sí mismo por haber traicionado a Giovanni. Ese rechazo a Hella se expresa en su rechazo al cuerpo de Hella: “No sé ahora cuándo miré por primera vez a Hella y la encontré rancia, encontré su cuerpo sin interés (…) A veces miraba su cuerpo desnudo moverse y deseaba que fuese más recio y más firme, me intimidaban tremendamente sus pechos y cuando la penetraba, comencé a sentir que nunca saldría vivo. Todo lo que una vez me había gustado parecía haberse agriado en mi estómago.”

Al final de la novela, David se encontrará solo. Hella ha acabado por darse cuenta de la situación y se vuelve a EEUU. Giovanni está a punto de ser guillotinado. El precio por haberse traicionado y por haber atropellado a otros en su huida de sí mismo es la soledad y el remordimiento.

Hella es lo contrario de David. Persigue lo que cree que es. Primero creyó que era pintora y se fue a París para serlo; allí descubrió que no lo era, aunque fracasar en París tiene más encanto que hacerlo en Toledo Ohio, 300.000 habitantes en 1950. Más tarde se convence de que es una mujer emancipada y se marcha sola a España para vivir plenamente su libertad. Pero allí siente que está a punto de dejar escapar un tren y que su emancipación era una ilusión. De pronto se da cuenta de que lo que quiere ser es una esposa burguesa, con un marido que la proteja y con el que tener muchos hijos. Hella se ha estado autoengañando y cuando parece que ha encontrado su camino, es David quien la engaña. Hella le echará en cara que no le hubiese dicho nada, que hubiera dejado que fuese ella quien descubriese la verdad. Tan cierto como inútil. David apenas es capaz de decirse la verdad a sí mismo. Hella regresa a EEUU, desengañada y tremendamente herida.

Otros personajes que tampoco se encuentran cómodos en su propia piel son las dos viejas locas, Jacques y Guillaume, cuyas existencias parecen reducidas a la búsqueda de jovencitos de pago. Jacques es el más interesante de los dos, porque es capaz de verse tal cual es: un hombre ridículo que paga por tener sexo con jovencitos que le desprecian. La noche que David conoce a Giovanni le advertirá: ha tenido mucha suerte de encontrarse a una persona que le ame y le mire con ojos llenos de tanto amor; si no lo aprovecha, un día será como él, reducido a encuentros en los que “no hay cariño ni alegría. Como poner un aparato eléctrico en un enchufe sin corriente. Toca, pero no hay contacto. Todo es tacto, pero no hay contacto ni luz.” El patetismo de las palabras de Jacques me trae a la memoria unas líneas de Cesare Pavese a una mujer de la que estaba enamoradísimo, pero que le ignoraba (como todas las mujeres en la vida de Pavese, por otra parte):«¿Puedo decirte, amor, que nunca me he despertado con una mujer a mi lado, que cuando amé nunca me tomaron en serio, y que desconozco cómo es la mirada de gratitud que una mujer le dirige a un hombre?»

Finalmente, está el personaje de Giovanni. Por un lado es el epítome de la masculinidad. Me recuerda un poco en masculino al personaje de Ariane en “Bella del Señor” de Albert Cohen. Son personajes donde lo sensual y la perfección física están tan destacados, que casi son más símbolos que personajes en sí. De los dos, Giovanni es el que tiene más complejidad psicológica. Más allá de su masculinidad, hay una profunda vulnerabilidad, que le acabará destrozando.

En resumen, una novela que merece la pena leer, aunque sólo sea por la caracterización de los personajes.

 

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