Emilio de Miguel Calabia el 22 sep, 2019 Estaba en una librería en Manila y tres libros llamaron mi atención. Como soy un bibliómano exagerado, me he impuesto la regla de no salir nunca de una librería con más de dos libros. Le pedí a mi hija que de los tres libros que habían atraído mi atención escogiese dos. Nunca sabré lo criterios que utilizó, pero acertó. Así fue como descubrí a Eugenio Montale, un poeta italiano, que fue Premio Nobel de Literatura. Todo lo que sé de él son los poemas de sus diarios poéticos de 1971 y 1972 y las pocas notas explicativas que trae el libro. A veces es divertido descubrir a un poeta del que no tienes apenas información y dejarte llevar por la fuerza de sus versos. El poema que me llamó la atención e hizo que comprara el libro comienza diciendo: “Non era tanto facile abitare/ nell caballo di Troia./ Vi si era così stretti da sembrare/ acciughe in salamoia./ Poi gli altri sono usciti, io restai dentro,/ incerto sulle regole del combattimento.” (“No era tan fácil vivir/ en el caballo de Troya./ Estábamos tan apretados que parecíamos/ anchoas en lata./ Cuando los otros salieron, me quedé dentro,/ inseguro sobre las reglas del combate”). Me encanta la modestia del guerrero: está participando en una de las grandes gestas de la épica universal y con lo que se queda es que dentro del caballo estaban como sardinas en lata y en la vergüenza que siente por no conocer las normas de la guerra. Cualquiera diría que Montale había oído hablar de Miguel Gila. Un poema muy tierno, que me gustó mucho, es “Anetta”, dedicado a una amiga que murió en la adolescencia. “Perdona Anetta se dove tei/ (non certo tra di noi, i sedicenti/ vivi) poco ti giunge il mio ricordo.” (“Perdona, Anetta, si donde estás/ (ciertamente no entre nosotros, los sedicentes/vivos) te alcanza un poco mi memoria.” “Più tardi ne uccisi uno fermo sull’asta/ della bandiera: il solo mio delitto/ che non so perdonarmi. Ma era pazzo/ e non di te, pazzo de gioventù,/pazzo della stagione più ridicola/ della vita. Ora sto/ a chiedermi che posto tu hai avuto/ in quella mia stagione (…) Ma allora eri già morta/ e non ho mai saputo dove e como.” (“Más tarde maté un tordo en el mástil/ de la bandera: el único crimen mío/ que no sé perdonarme. Pero estaba loco/ y no por ti, loco de juventud,/ loco de la estación más ridícula/ de la vida. Ahora/ me pregunto qué lugar tenías/ en esa estación mía (…) Pero para entonces ya estabas muerta/ y nunca he sabido dónde y cómo”). Hay algo muy triste y muy nostálgico en esa evocación. Breves estampas de lo que vivieron juntos, sin saber que no vivirían muchas más y luego la pregunta por lo que hubiera sido esa vida si hubiese continuado. La vida para Montale es algo misterioso. No nos dieron las claves para comprenderla y tampoco tenemos muy claro lo que perseguía el Artífice que la creó. Pero tampoco hay que romperse la cabeza. Es lo que hay y basta. “… i cherchi ci presentano/ un Deus absconditus che ha barba, baffi e occhi/ a miliardi perché nulla si sfugge/ di noi: e dunque quasi un complice dei nostri/ misfatti, un vero omnipotente che/ può tutto e non lo può o non lo vuole./ I mio Artifice no, non è un artificiere/ che fa scoppiare tutto, il bene e il male,/ e si chiede perché noi si siamo cacciati/ tra i suoi piedi, non chiesti, non voluti,/ meno che meno amati. Il mio non è/ nulla di tutto questo e perciò lo amo/ senza esperanza e non gli chiedo nulla.” (… los clérigos nos presentan/ un Deus Absconditus que tiene barba, bigote y ojos/ a millares para que nada se le escape/ de nosotros: y por eso es casi un cómplice de nuestros/ crímenes, un auténtico omnipotente que/ lo puede todo, o no lo puede, o no lo quiere./ Mi Artífice no, no es un artesano/ que hace todo, el bien y el mal,/ y se pregunta por qué nos hemos arrojado/ a sus pies, no buscados, no queridos,/ menos que nada amados. Mi Artesano no es/ nada de todo estoy y por ello lo amo/ sin esperanza y no le pido nada”). Es una visión muy estoica de la divinidad: allí está, en su mundo, y yo no le importo. Parecería que entre hombre y Dios no hay relación posible y de pronto los dos últimos versos introducen un inicio de relación: “yo lo amo”. El Dios tradicional, tal y como se nos ha explicado, representa un problema para Montale, que tiende más al estoicismo y se siente incómodo con un Dios que se entromete demasiado en los asuntos humanos. “No so perché da Dio si pretenda/ che punisca le mie malefatte/ e premi i miei benefattori. Quello/ che Gli compete non è affare nostro/ (Neppure affare Suo probabilmente)./Ciò ch’è orrendo è pensare l’impensabile.”(“No sé porqué se pretende de Dios/ que castigue mis crímenes/ y premie a mis benefactores. Lo/ que le atañe no es asunto nuestro./(Y tampoco probablemente asunto Suyo)./ Lo que es horrible es pensar lo impensable”). Montale prefiere a alegre despreocupación de los dioses del paganismo, por más que de vez en cuando les saliera la vena cruel. “I vecchi numi erano confortevoli,/ non importa se ostili./ I nuovi ci propinano une vile/ benevolenza ma ignorano la nostra sorte.” (“Las viejas divinidades eran cómodas,/ no importa si hostiles./ Las nuevas dispensan una pobre/ benevolencia, pero ignoran nuestra suerte”). No sabemos lo que es la vida, pero la identificamos tan pronto la vemos. La vida es lo que hay y no debemos darle más vueltas. “Era appena la Vita, qualche cosa/ che tutti supponiamo senza averne le prove,/ la vita di cui siamo testimoni/ noi tutti, non di parti, non di accusa,/ non di difesa ma che tu conosci/ anche soltanto con le dita/ quando sfiori. un oggetto che ti dica io e te/siamo UNO.” (“Era apenas la vida algo/ que todos suponíamos sin tener las pruebas,/ la vida de la que somos testigos/ todos nosotros, no de parte, no de la acusación,/ no de la defensa, pero que reconocemos/apenas rozando con los dedos/ cuando miras un objeto que te dice tú y yo/ somos UNO.”). La vida no sabe nada, ni se encuentra en ninguna parte. “La vita non sta sopra e non sta sotto/ e tanto meno a mezza tacca. Ignora/ l’insù e l’ingiù, il pieno e il vuoto, il prima/ e il dopo. Del presente non sa un’acca.”(“La vida no está arriba y no está abajo/ y todavía menos entremedio. Ignora/ el arriba y el abajo, lo lleno y lo vacío, el antes/ y el después. Del presente no sabe un ápice).” No sé porqué está descripción me ha recordado a lo que Lao-tsé dice sobre el Tao: “El gran Tao es como río que fluye/ en todas las direcciones./ Todos los seres le deben la existencia/ y él a ninguno se la niega.” Acaso lo más parecido a la vida, sea la poesía, que tampoco se deja explicar claramente, pero que sabemos lo que es cuando la tenemos delante. “La poesía non è fatta per nessuno,/ non per altri e nemmeno per chi la scrive./ Perché nasce? Non nasce affato e dunque/ non è mai nata…”(“La poesía no está hecha para nadie,/ no para los demás y todavía menos para quien la escribe. ¿Por qué nace? No nace en absoluto y por lo tanto/ no nace nunca…”). Los dos últimos versos habrían hecho las delicias de cualquier filósofo taoísta. Y para terminar con este poeta que mezcla lo irónico y lo profundo, nada mejor que un poema que suena a chiste: “A Roma un’agenzia di pompe funebri/ si chiama L’AVVENIRE. E poi si dice/ che l’umor nero è morto con Jean Paul,/ Gionata Swift e Achille Campanile.” (“En Roma una agencia de pompas fúnebres/ se llama “EL FUTURO”. Y después se dice/ que el humor negro ha muerto con Jean Paul,/ Jonathan Swift y Achille Campanile.”) Literatura Tags DiosEugenio MontaleLiteratura italiana siglo XXMuertePoesíaVida Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 22 sep, 2019