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El juicio

Emilio de Miguel Calabia el

“El juicio” del novelista tailandés Chart Korbjitti es una novela curiosa. Comienza en el momento en el que todo el pescado ya está vendido. El primer párrafo y medio plantea la situación:

“Esta es la historia de un joven que tomó como esposa a una viuda que estaba un poco trastornada (la historia probablemente habría terminado ahí si la viuda no hubiese sido la esposa de su padre). Y como el asunto sucedió en una pequeña comunidad rural, se convirtió en un gran escándalo que sacudió la moralidad de prácticamente todos en el pueblo y puso a todos y cada uno a chismorrear y emitir juicios de valor sobre la base de cualquier opinión que se hubieran formado acerca de esta relación anormal.

El rumor era que menos de un mes después de que su padre hubiera muerto, Fak había tomado a su madrastra como esposa. Algunos llegaron a decir que los dos le habían puesto los cuernos al viejo Foo antes incluso de que hubieran puesto su cuerpo en el ataúd…”

Realmente la acción principal de la novela se resume en esas líneas iniciales. El resto de las 106 páginas de la historia consiste en la descripción del descenso a los infiernos de Fak, cómo se va convirtiendo en un paria, en un apestado al que el único que ofrece simpatía es el encargado de la funeraria, otro paria como él; Fak descubre el alcohol y a partir de ahí su vida va cuesta abajo y sin frenos.

En la tragedia griega el protagonista estaba condenado al infortunio desde el primer momento y generalmente él mismo se lo ha buscado, movido por la “hybris”, el orgullo desmedido. Pero el héroe griego tiene la opción de luchar, de enfrentarse al destino, aunque sea un destino inevitable porque así lo han determinado los dioses. Fak da poco juego como héroe trágico. Es un alma cándida que cree que porque es inocente y ha actuado sin malicia, la gente se dará cuenta al final de que está en el error y acabará rectificando y rehabilitándole. Eso es no conocer al género humano. Fak se merece todas las collejas que le dan en el libro y algunas más por ingenuo.

Lo que me falla en esta historia es la motivación de Fak. La viuda de su padre era una mujer trastornada a la que su padre conoció casualmente en la parada del autobús y a la que se llevó a vivir con él sus últimos tres años de vida. Tras la muerte del padre parece que la madrastra sería incapaz de cuidarse a sí misma. Fak es muy buenecito y tiene un gran sentido del deber, pero ¿tanto como para cargar con su madrastra? ¿no había otras fórmulas, como por ejemplo instalarla en una cabaña alejada y velar por ella en la distancia?

Suele decirse que para que una novela funcione, es preciso que en la primera línea el escritor establezca un pacto con el lector (por ejemplo, que uno puede volverse loco por leer libros de caballería y creerse caballero andante) y que no lo viole. Yo añadiría otro principio: dar al protagonista una motivación creíble. Sin esa motivación, el protagonista no llega a ser un personaje redondo, sino una marioneta en manos del autor.

Chart consigue que el lector lo pase muy mal, viendo cómo el pueblo maltrata al pobre Fak, cuya única culpa es ser un alma cándida y no tener motivación. El lector se pasa la novela gritándole a Fak, que deje de hacer el gilipollas con la viuda y que le dé la patada. Lo mismo que hemos hecho algunas veces en la vida real con el mismo éxito. Y al final, uno cierra la novela, casi pensando: “que le den; se lo tenía merecido.”

Hay un aspecto de la novela que me ha parecido interesante y es el social. Los tailandeses tienen idealizada la vida campesina. Se imaginan los pueblos como un sitio de armonía y paz, donde todos se ayudan y son solidarios entre sí. Chart muestra un pueblo donde reinan la mezquindad y la maledicencia y donde las jerarquías sociales son férreas. Un pueblo, en resumen, que habría podido estar en cualquier lugar de España.

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