ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Pakistán. Entre la mezquita y el Ejército (6)

Emilio de Miguel Calabia el

(Musharraf sería un dictador militar, pero cuando se ponía corbata daba el pego de civil)

Pasada la condena internacional inicial, Musharraf se ganó la simpatía de EEUU presentándose como un moderado que ejecutaría una política exterior más alineada con la de EEUU. El Ejército pakistaní siempre se ha preocupado por desarrollar relaciones con el Ejército de EEUU, que le han permitido tirar la piedra y esconder la mano en lo que se refiere a su influencia política y sus contactos con los islamistas.

Musharraf siguió unos métodos semejantes a los que Zia ul-Haq aplicara en su día, pero con mayor suavidad. Enmendó la Constitución para reforzar los poderes del presidente y promovió un referéndum sobre su continuidad, en el que el 98% de los votantes dijeron que estaban muy contentos con tenerle de presidente por otros cinco años. Inmediatamente después convocó elecciones, cuyos resultados dieron lugar a un Parlamento casi ingobernable. La buena noticia fue que con diversos tejemanejes Musharraf logró apartar a Bhutto y a Sharif del escenario político.

Los atentados del 11-S ofrecieron a Musharraf una oportunidad de oro para presentarse como un aliado firme e inevitable de EEUU en Afganistán. Afganistán también había servido en el pasado para que Zia ul-Haq se aproximara a EEUU. Musharraf permitió que Pakistán fuera utilizado como base logística para la lucha contra los talibanes y persiguiendo a elementos de al-Qaeda que se habían refugiado en las zonas tribales; curiosamente entre esos elementos no se contaban ni Osama bin Laden ni su segundo, Ayman Al-Zawahiri, que lograron esfumarse. Mientras Musharraf colaboraba en la lucha contra los talibanes, seguía fomentando la insurgencia en Cachemira y permitiendo que grupos yihadistas realizaran ataques terroristas en la India. Las quejas de EEUU y de la India le obligaron a discontinuar esa política, aunque nunca se empleó a fondo en la persecución de los yihadistas.

A los estadounidenses, que habían estado elogiando el valor y la cooperación de Musharraf, se les congeló la sonrisa cuando en 2005 los talibanes reaparecieron en Afganistán y se descubrió que sus actividades estaban dirigidas desde Pakistán, que funcionaba como un centro logístico para los terroristas globales. Lo de “cría cuervos y te sacarán los ojos” podría aplicarse muy oportunamente aquí. Algunos grupos yihadistas comenzaron a tomar al ISI y al Ejército pakistaníes como enemigos y a realizar atentados terroristas dentro de Pakistán como parte de su objetivo último que era atacar la India.

Para 2007 la situación se había complicado para Musharraf. EEUU ya no lo consideraba como un aliado valeroso, sino como a alguien a quien había que presionar para que combatiese activamente contra el terrorismo yihadista. Dentro del país los partidos religiosos y los militares retirados apoyaron las protestas de la oposición contra Musharraf por el cese del presidente del Tribunal Supremo. El asesinato por yihadistas de Benazir Bhutto, que acababa de regresar al país en olor de multitudes, fue la gota que colmó el vaso.

En las elecciones de febrero de 2008 el PPP de Bhutto, ahora liderado por su viudo Zardari, resultó victorioso. Zardari quería tener un nuevo comienzo. Prometió que no sería el primero en atacar nuclearmente a la India, se comprometió en la eliminación del terrorismo, habló de la necesidad de controlar al ISI y no dijo nada sobre Cachemira. Como otras veces en el pasado, tan pronto un líder civil deseaba remendar las relaciones con la India, algo sucedía que hacía descarrilar las buenas intenciones. En este caso fueron los atentados terroristas del 26 de noviembre de 2008 en los que murieron 173 personas. Las buenas intenciones de Zardari quedaron en nada ante la oleada de fervor nacionalista que se produjo, con unos terroristas calificados como luchadores por la libertad en muchos medios pakistaníes.

La eliminación de Osama bin Laden el 1 de mayo de 2011 por fuerzas especiales de EEUU, que no informó a Pakistán de sus planes, representó una vergüenza para el ISI y para el gobierno ya que puso de manifiesto que EEUU no se fiaba de ellos. Y todavía más vergonzante fue el hecho de que todo ese tiempo Osama bin Laden hubiera estado escondido cerca de la Academia Militar de Pakistán. La primera reacción fue una declaración encomiástica sobre la determinación de la comunidad internacional en la lucha contraterrorista. Pero inmediatamente empezaron las críticas dentro y fuera del país. ¿Cómo es que el ISI y el Ejército habían sido incapaces de encontrar a Osama bin Laden? ¿cómo habían conseguido los norteamericanos violar el espacio aéreo pakistaní sin que nadie se diese cuenta? Esta última pregunta proporcionó munición a los anti-norteamericanos que presentaron le historia como un ejemplo de agresión norteamericana.

En 2013 las elecciones devolvieron a Nawaz Sharif al poder. Sharif también prometió que eliminaría el extremismo islámico y normalizaría las relaciones con la India. También él tuvo sus problemas. La antigua estrella del cricket Imran Jan organizó protestas contra Sharif, acusándole de fraude electoral. A diferencia de otras veces, el Ejército no intervino. Prefirió sentarse en el asiento de atrás y dejar que actuasen los medios, algunos políticos y los grupos islamistas.

 

Historia

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes