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Nixon en China (4)

Emilio de Miguel Calabia el

Ahora pasemos a considerar la coyuntura externa.

Cuando la República Popular fue establecida, se insertó plenamente en el campo socialista y continuó con el servilismo hacia Moscú que había tenido el PCCh desde su fundación. Mao tal vez no amase a Stalin, pero lo respetaba y veía en él al líder del comunismo mundial. Cuando Stalin murió, Mao ya no mantuvo la misma relación con su sucesor Jrushchov. Mao no apreció en absoluto el ataque al culto de la personalidad de Stalin que realizó Jrushchov en el XX Congreso del PCUS; él estaba haciendo lo mismo en China y no quería que se lo recordaran. Además, consideraba que Jrushchov era un revisionista. Para colmo de males, en las veces en que se encontraron, no hubo química entre los dos. Mao consideró que la URSS ya no estaba capacitada para dirigir el movimiento comunista mundial. Ahora esa tarea debía recaer en China.

La visión del mundo de Mao en estos momentos era que la revolución permanente era posible. Igual que en la guerra civil había conseguido la victoria capturando el campo y desde allí asediando las ciudades, pensó que en la esfera internacional África, Asia y Latinoamérica eran el campo que debía ser capturado y Norteamérica y Europa Occidental, las ciudades. Esta visión fue radicalizándose con el tiempo y para cuando la Revolución Cultural empezó, Mao veía a Pekin como el eje de la revolución mundial, a China como su base y el Pensamiento de Mao Zedong como su guía. El radicalismo de la Revolución Cultural se contagió también a las relaciones internacionales.

Mientras tanto, las relaciones con la URSS no habían cesado de deteriorarse durante la década de los sesenta y el cambio de Jrushchov por Brezhnev no introdujo ninguna mejoría. Es más, la Primavera de Praga de 1968 y la doctrina Brezhnev de que los países del bloque soviético tenían una soberanía limitada y la URSS y sus aliados estaban autorizados a intervenir cuando un Estado del bloque amenazaba a los intereses colectivos, azuzó aún más la paranoia china. De pronto, el “imperialismo socialista” (expresión de Zhou Enlai) se revelaba más amenazante que el imperialismo norteamericano.

Esa paranoia llevó a que China provocase en marzo de 1969 un conflicto fronterizo de baja intensidad con la URSS, que duró 6 meses y dañó las relaciones bilaterales aún más. Durante meses las FFAA estuvieron preparadas para la eventualidad de un ataque por sorpresa de la URSS. Según la óptica china en aquellos momentos, el país estaba amenazado tanto por el imperialismo soviético como por el norteamericano y era preciso crear un frente común de países opuestos a ambos imperialismos. En teoría estaba muy bien. En la práctica, la realidad era que China estaba aislada internacionalmente. El radicalismo de su diplomacia en los años precedentes le había creado enemigos en todas partes.

En la primavera de 1969 Zhou Enlai encargó a cuatro mariscales que realizasen una evaluación de la situación internacional. Los mariscales, junto con varios expertos en relaciones internacionales, elaboraron un documento en el que concluyeron que EEUU no atacaría inopinadamente a China y que su preocupación básica estaba puesta en Occidente. La URSS era una amenaza mayor, pero le costaría decidirse a atacar China. Es decir, que era más probable un conflicto China-URSS que uno China-EEUU y más probable uno EEUU-URSS que uno China-URSS. China tenía una baza a su favor: tanto EEUU como la URSS estaban interesados en jugar la carta de China.

Resulta interesante que por las mismas fechas EEUU había llegado a cálculos parecidos y había decidido orientar su política exterior de tal manera que EEUU estuviese más próximo a la URSS y a China de lo que ambos estuvieran entre sí. EEUU comenzó a interesarse por la China de Mao como baza estratégica en sus tratos con la URSS. Aunque ese aspecto siempre estuvo presente, a medida que pasaba el tiempo, EEUU iría interesándose más y más por China per se.

El tercer elemento a considerar es el propio Mao Zedong. Zhou Enlai podía hacer todas las propuestas que quisiera en política exterior, pero al final del día era Mao Zedong quien decidía.

Mao era un pensador poco profundo y riguroso. Había entrado en contacto con el marxismo a los 27 años. Su formación previa había estado marcada por el confucianismo, enseñado de una manera adocenada, y por la tradición de los “youxia” o caballeros errantes, que vivían de manera anarquista y robaban a los ricos para dárselo a los pobres. Si Mao en un determinado momento intentó descollar como pensador marxista-leninista fue porque lo necesitaba para enfrentarse a Wang Ming, su rival por el liderazgo del PCCh. Wang Ming, que se había formado en Moscú, era un adversario temible a nivel ideológico. Para colmar sus lagunas en marxismo-leninismo, Mao se apoyó sobre todo en el pensamiento de Stalin, que iba de gran ideólogo y sucesor de Lenin, pero cuya versión del marxismo-leninismo era pedestre y burocrática.

Acaso Mao no fuese un marxista-leninista ortodoxo, pero sí que era un líder que entendía muy bien las realidades del poder. Suya es la frase “el poder político sale del cañón de una pistola”. Un marxista más ortodoxo habría intentado iniciar la revolución en las ciudades y habría fracasado; de hecho eso era lo que estaba intentando hacer el PCCh cuando llegó Mao. Mao que tenía un instinto natural para la táctica y la estrategia, optó por conquistar el campo y desde allí asediar a las ciudades. Ésa fue la estrategia ganadora en la Guerra Civil China.

No ser un marxista-leninista ortodoxo y ser muy consciente de las realidades del poder y de los tiempos, dotaban a Mao de una gran flexibilidad estratégica. Tenía claros sus objetivos, pero podía cambiar de rumbo si veía que se iba a estrellar. Y esto fue lo que hizo cuando tendió una mano a los EEUU capitalistas. Lo imperativo era salir del aislamiento en el que se encontraba, no mantener purezas ideológicas revolucionarias.

Otros motivos que podía tener Mao, y que he leído en algunas partes, pero que no comparto del todo, es que representaba una manera de reafirmarse, sobre todo después de la traición de Lin Biao. Yo creo que las consideraciones de política exterior eran lo suficientemente relevantes como para necesitar de otros elementos para explicar el acercamiento a EEUU.

 

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