
Javier Fernández Aparicio ha escrito un libro sobre la División Azul (“La División desde la hoja de campaña”) , utilizando como base su hoja de campaña, una suerte de periódico, que se publicó entre el 4 de noviembre de 1941 y el 18 de marzo de 1944. La Hoja cumplió muchas funciones: entretener a los soldados, levantarles la moral, hacer que no se sintieran lejos de casa, adoctrinarles, proporcionarles instrucción militar… Con paciencia infinita Fdez. Aparicio se ha tomado el trabajo de trabajar sobre unos documentos que estaban generalmente en tan mal estado que su lectura resultaba casi imposible.
La División Azul combatió en el Frente de Este entre octubre de 1941 y octubre de 1943, junto a los alemanes. Por motivos políticos Franco la retiró del frente y fue sustituida por la Legión Azul, un grupo de irreductibles voluntarios, que decidieron por su cuenta y riesgo continuar la guerra del lado alemán. Algunos de ellos llegarían a estar presentes en la batalla final por Berlín.
El envío de la División Azul fue una de las acciones de política exterior más relevante de los primeros años del franquismo. La decisión de enviarla se adoptó en junio de 1941, al poco del inicio de la Operación Barbarroja. Las motivaciones fueron muchas. Había que devolverles a Alemania e Italia el favor por su apoyo en la Guerra Civil Española. Había que dar satisfacción a la Falange, que entonces mandaba mucho, y a su secretario general y ministro de AAEE Ramón Serrano Súñer que querían que España entrara en la guerra del lado alemán. Había que participar de alguna manera en el conflicto, si España quería sacar tajada en el momento de la victoria alemana. Y, finalmente, era una buena manera de alejar de España a un grupo de ardorosos universitarios falangistas, que podían representar una molestia. Desde el Decreto de Unificación de 1937, Franco había buscado tener una Falange domesticada y con poca ideología y tenía poca simpatía por los elementos falangistas más ideologizados, entre los que se contaba su cuñado Ramón Serrano Súñer.
¿Por qué Franco no entró en la II Guerra Mundial sin más? Aquí también jugaron muchos factores. Franco era consciente de las carencias del Ejército español, que no estaba en condiciones de luchar en una guerra moderna lejos de su territorio. Peor aún, el Ejército era la garantía del control político sobre España (no olvidemos que en aquella época aún existía el maquis y que no pocos de los derrotados estaban esperando que llegase su momento). Arriesgarlo no era una opción. En Hendaya Hitler no le había concedido ninguna de sus demandas; las dos principales eran el Marruecos francés y el Oranesado. El precio de concederlas era malquistarse con la Francia de Vichy y ésta era más importante para Hitler que la España de Franco. Finalmente estaba la presión inglesa. El riesgo de que Inglaterra invadiese las Canarias si Franco entraba en la guerra del lado alemán era cierto.
Fdez. Aparicio ha escrito un libro tan multifacético como multifacética fue la Hoja. Yo me voy a centrar en un tema que estuvo siempre muy presente: la ideología.
Cuando la División Azul partió, aún no se había dilucidado si el régimen franquista sería conservador-tradicionalista o fascista-falangista. Bueno, yo pienso que Franco lo tuvo claro al menos desde 1937 y el Decreto de Unificación. Otra cosa es que los falangistas no lo quisieran ver y pensasen que controlar el Ministerio de AAEE mediante Ramón Serrano Súñer, la afinidad ideológica con la Italia fascista y los sacrificios compartidos con la Alemania nazi les permitirían llevarse el gato al agua. Pensaban que la lucha en el frente ruso les cargaba de razones para emprender la vertebración del Estado que deseaban.
En la Hoja es posible encontrar textos que se refieren indirectamente al enfrentamiento Falange/conservadores y a la esperanza de que sea la Falange la que vertebre el nuevo Estado. “Queremos que el nuevo Estado se apoye en una masa de hombres conscientes de su misión (…) Una organización robusta y prestigiosa compuesta por hombres cuya conducta y espíritu falangista sean ejemplo de todos y en quienes descanse la garantía de nuestra revolución, hará posible el triunfo absoluto de los principios por los cuales luchamos (…) Falange será levadura la unidad que puede conseguirse siguiendo el ejemplo de los que luchamos en Rusia y que MAÑANA sabrá asegurar una patria grande y libre a todos los españoles (HC del 9 de marzo de 1942)”. En el momento en que se escribió este texto, los falangistas aún podían albergar esperanzas de que serían ellos quienes darían conformación al nuevo Estado. “Que quede esto perfectamente claro: ni los heroísmos y sacrificios de nuestros camaradas en armas podrán quedar sin fruto, ni nuestros esfuerzos en estas lejanas tierras habrán de ser estériles (HC 7 de diciembre de 1941)” Esto es, haber combatido en Rusia nos da autoridad para hablar sobre el destino futuro de España. “… Hay que contar, a pesar de todo, con los inadaptados y los vividores que existen en España como en todos los pueblos, buscarán la forma de infiltrarse entre nosotros, y aún, si pudieran, tratarían de romper nuestra solidaridad. Conviene estr advertidos… la lucha, camaradas, no ha de reducirse a Rusia. Al otro lado de nuestra frontera nos espera MAÑANA otra lucha mucho más difícil (HC del 10 de febrero de 1942)” Este texto resulta muy interesante. Hay que tener en cuenta que al inicio de la Guerra civil la Falange pasó en muy poco tiempo de 50.000 a 80.000 afiliados. Muchos de ellos fueron jóvenes idealistas, pero un porcentaje importante lo compusieron los medradores. Tres años más tarde, ocho meses después de acabada la guerra, el número de afiliados ascendía a 650.000. Sospecho que una parte muy importante de éstos eran trepas y aprovechateguis. Por lo demás, el texto anticipa que al regreso a la patria aún tendrán que enfrentarse con muchos enemigos, que tratarán de poner palos en las ruedas del proyecto falangista.
En la siguiente HC, del 16 de febrero de 1942, se sigue incidiendo en la influencia que quiere tener la Falange. En ella el autor dice que a la Falange le corresponde la formación de las juventudes, desde la escuela a la universidad, pasando por el instituto “para obtener una profunda y homogénea conciencia política…”
La visión que ofrece la Hoja sobre el buen español es: “Un buen español, aunque tenga 70 años, milita y militará siempre bajo las banderas victoriosas de la juventud española, única que comprende a España, la que sabe de sus dolores y los siente en su propia entraña y la que infaliblemente la salvará. (HC del 23-12-1943)” Dicho de otra manera, para ser buen español hay que comulgar con la Falange, quien a su vez se ve representando al conjunto de la juventud española. A este respecto, cabe citar a Stanley G. Paine, que en “Fascism in Spain, 1923-1977” estima que en la inmediata posguerra había entre 800.000 y 600.000 afiliados a Falange, mezclando los aprovechateguis y los convencidos. Dado el énfasis que Falange ponía en la juventud, podemos estimar que la tercera parte serían jóvenes menores de 30 años, es decir, unos 250.000. El número de españoles menores de 30 años lo podemos estimar en 17 millones. O sea que decir que la Falange representaba al conjunto de la juventud española es pura propaganda y autobombo. “Somos jóvenes y aborrecemos los tópicos (…) El emblema de las juventudes de Europa se forma de antorchas paralelas. Antorchas en comunidad iluminan la hora presente. A su luz los caudillos otean el horizonte y marcan las rutas [no sé si esto es un topicazo o un delirio simbolista] (HC del 12 de agosto de 1942)”
Esos falangistas se veían como “milicia (…) en el orden nuevo. Trabajadores incansables del edificio nacional… (HC del 20 de junio de 1943)” “Una consigna impondremos el día de nuestra victoria: trabajo. Solo con el esfuerzo constante de todos los españoles será posible dotar a nuestra patria de los elementos que necesita… (17 de febrero de 1942)” “… luchamos de palabra y escrito también, unidos a las armas, por la renovación de nuestra prestigiosa cultura [el artículo especula que de haber vivido en los tiempos presentes, Cervantes se habría incorporado a la División Azul] (Hoja del 27 de abril de 1942)”. También se veían prolongando en Rusia la guerra de España (Hoja del 16 de febrero de 1942). Se consideraban a sí mismos como una minoría preparada y capaz con el derecho a gobernar (HC del 2 de diciembre de 1942).
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