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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La geopolítica del Indo-pacífico. Lo que va del siglo XVI al siglo XXI (1)

Emilio de Miguel Calabia el

(El Estado a India portugués dio tanto de sí, que en los años 40 del siglo XX aún seguía emitiendo sus propios sellos)

En 1525 las grandes potencias en el Indo-pacífico eran de Oriente a Occidente: 1) La China Ming. Era un imperio continental, en el que el Estado controlaba férreamente el comercio y la economía en general. Para 1525 hacía casi un siglo que había abandonado las grandes expediciones ultramarinas del inicio de la dinastía; 2) El imperio mogol. Creado en 1526, con el tiempo llegaría a dominar todo el norte y centro del Subcontinente indio. Era un imperio básicamente continental. Fuera del Subcontinente su gran zona de interés geopolítico era Asia Central, de donde provenía la dinastía y donde por algunas décadas mantuvo algunas posesiones; 3) La Persia safávida, establecida en 1501. Era también un imperio continental. Sus dos zonas de atención geoestratégica eran Asia Central y Oriente Medio, por cuyo control rivalizaba con el Imperio Otomano. Los comerciantes persas eran muy activos y sus redes iban desde Europa hasta la India y el Sudeste Asiático. Asimismo, la cultura y el idioma persas se extenderían por Asia Central y la India, siendo adoptados con entusiasmo por las élites de la región; 4) El Imperio Otomano. En 1517 conquistó el Imperio Mameluco, que tenía su centro en Egipto y se convirtió en una potencia cuyas costas eran bañadas por el Mar Rojo y cuyos mercaderes surcaban el Mar Arábigo y las costas de la India.

Aparte de estas cuatro grandes potencias, existían algunas potencias subregionales que, dentro de su subregión, podían jugar un papel relevante. En 1525 eran: 1) Ayuthaya, la actual Tailandia, cuyo crecimiento debió mucho a su inserción en las redes del comercio internacional y que llegó a adquirir una posición hegemónica en buena parte del Sudeste Asiático continental; 2) Toungoo, que controlaba el valle del Irrawaddy en la actual Birmania; 3) El Sultanato de Johor, creado por las élites del anterior Sultanato de Malaca, cuando en 1511 fue conquistado por los portugueses; 4) El Sultanato de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra. Aceh lo tenía todo: era un gran centro de comercio internacional, era un centro de cultura y estudios musulmanes y poseía una flota poderosa.

Fue este el terreno geopolítico en el que tendrían que jugar portugueses y españoles en el siglo XVI. A portugueses y españoles les separaban de los actores que he mencionado varias cosas: 1) Eran potencias extrarregionales; 2) Mientras que todos los actores asiáticos que he mencionado tenían una visión del mundo regional, los portugueses y los españoles traían consigo una visión global. En sus cálculos los portugueses tenían que contar con la situación en Europa, con sus intereses en las costas atlántica e índica de África y con su incipiente presencia en Brasil. Para España la conexión entre Asia y su imperio americano era ineludible, así como la influencia en Asia de lo que pasaba en Europa. Esa visión global de la geopolítica hizo, por ejemplo, que pudieran introducirse en las redes comerciales asiáticas gracias a la plata americana o que las ganancias obtenidas en el comercio asiático pudieran ser reinvertidas en Europa o en Brasil. Ese tipo de conexiones intercontinentales sólo estaban al alcance, algo más limitado, del Imperio Otomano; 3) Portugueses y españoles poseían una tecnología militar algo más avanzada que la de los Estados asiáticos, sobre todo en lo relativo a artillería naval y a arcabuces. Pero más allá de estas semejanzas, la manera de aproximarse al Indo-pacífico y a la construcción imperial varió mucho entre portugueses y españoles.

El imperialismo portugués adoleció de tres grandes problemas: 1) La baja demografía. La permisividad de la Corona con los matrimonios mixtos y la integración de sus descendientes mestizos, aparte de razones ideológicas y religiosas, se debía a la falta de mano de obra puramente portuguesa. Portugal no tenía población suficiente como para ponerse muy tiquismiquis con cuestiones de pureza de sangre; 2) La escasez de recursos para una empresa colonial tan inmensa. A comienzos del siglo XVI hubo un debate entre el rey Dom Manuel y el virrey Francisco de Almeida. El rey quería construir fortalezas en el Indo-pacífico y el virrey temía que si se construían, no quedarían recursos para mantener una Armada potente; 3) La incapacidad de la Corona para ejercer un control riguroso sobre lo que ocurría allende los mares. No fueron pocos los portugueses que fueron por libre y se pusieron a comerciar por su cuenta, detrayéndole beneficios a la Corona y a veces ocasionándole problemas con los potentados locales.

Portugal se centró en adquirir enclaves desde los que controlar las rutas comerciales que le interesaban. Era la estrategia lógica para un país con las vulnerabilidades que he señalado en el párrafo anterior. A ello se añadía que los imperios asiáticos eran más sólidos y fuertes que los imperios del Nuevo Mundo o los reinos africanos; la tecnología militar europea no permitía conquistarlos en un pispás, como sucedió en América; tampoco hubo enfermedades exportadas que minasen a los imperios asiáticos como ocurrió en América. Habría que esperar a la segunda mitad del siglo XVIII para que el armamento y las técnicas militares europeas se hubieran desarrollado lo suficiente como para poder derrotar a ejércitos asiáticos más numerosos.

Los portugueses fueron los primeros en tener una visión Indo-pacífica, una visión que aunaba los océanos Índico y Pacífico. La disposición de su imperio en el Indo-pacífico tenía como puntos esenciales los siguientes: fortalezas en Adén y Ormuz, que le ayudaban a controlar respectivamente el acceso al Mar Rojo y al Golfo Pérsico; Goa, que además de ser la puerta de entrada a la India, por su posición central entre las posesiones portuguesas era desde donde ser gobernaba el imperio colonial portugués; Malaca, que había sido un importantísimo centro comercial malayo y estaba en el Estrecho del mismo nombre que conecta los océanos Índico y Pacífico. La conquista de Malaca por Portugal tuvo un efecto perjudicial sobre las redes de comerciantes musulmanes que anteriormente habían recalado allí. El comercio de la ciudad nunca volvió a la gloria de lo que había sido antes de la conquista portuguesa; Macao, como la puerta de entrada al mercado chino. La conexión Macao-Malaca era importantísima para la red comercial portuguesa por cuanto que le permitía conectarse con el imperio Ming; las Molucas, en cuanto que eran allí donde se cultivaban las valiosísimas especias.

Pero, además, los portugueses tenían una visión auténticamente global del Indo-pacífico y de su imperio. El iluminado del rey Don Manuel soñó con coger en pinza al mundo musulmán, presionándole por un lado en el norte de África y por otro, por el Mar Rojo y el Golfo Pérsico. Lo más notable de la idea es que pone de manifiesto una visión global de las relaciones internacionales. Aparte de eso, era un puro delirio irrealizable.

A medida que avanzaba el siglo XVI, resultaba evidente la interrelación entre el Indo-pacífico, fuente de productos que podían venderse con provecho bien en Europa (las especias), bien en África (los textiles de Gujarat) y que eran comprados con el oro de África. Angola servía de fuente de esclavos que podían proporcionar la mano de obra necesaria para desarrollar el potencial agrícola de Brasil, la tercera pata de este esquema.

 

 

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