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La concepción tailandesa de las relaciones internacionales (4)

Emilio de Miguel Calabia el

(El muy pro-occidental rey Mongkut vestido de una manera que recuerda más a un diplomático europeo que a su predecesor Rama III)

El Tratado Bowring de 18 de abril de 1855 tiene para Tailandia el mismo peso que el Tratado de Kanagawa de 1854 tuvo para Japón. En ambos casos se trató de tratados desiguales firmados bajo la amenaza de la fuerza por los que Tailandia y Japón entraron en la comunidad internacional cada vez más dominada por Occidente desde una posición secundaria.

En 1851 Mongkut, el hermanastro de Rama III, que se había ordenado monje para salvar el pescuezo cuando éste accedió al Trono, sucedió a su hermanastro. Mongkut entendía latín, francés e inglés, apreciaba al Reino Unido y era consciente de que Tailandia tenía que modernizarse, lo que implicaba tomar prestados aspectos de la tecnología y la cultura occidentales. No sólo Mongkut, sino muchos otros en la Corte tailandesa, habían entendido el poderío de Occidente y la necesidad de evitar provocaciones. Esto hizo que los tailandeses fuesen proclives a no discutir demasiado cuando se negoció el Tratado Bowring.

El tratado Bowring estableció que: 1) Se crearía un Consulado británico en Bangkok y los súbditos británicos gozarían de extraterritorialidad, esto es, que no podrían ser juzgados por los tribunales tailandeses; 2) Los británicos obtenían libertad de comercio, libertad para practicar su religión y para viajar por el país y la posibilidad de adquirir territorios en Bangkok y zonas adyacentes; 3) Se permitiría la importación de opio. La Corona tailandesa, como antes la China Qing, había venido oponiéndose al comercio del opio en sus territorios; 4) La tarifa para las importaciones se redujo al 3%.

El Tratado Bowring introdujo a Tailandia en el mundo del comercio internacional. El Tratado Bowring proporcionó el modelo para los Tratados subsiguientes que firmaría con otras 11 potencias occidentales. Puede además argüirse que el Tratado salvó a Tailandia del peligro de una intervención militar británica como la que había sufrido Birmania.

Las siguientes décadas fueron apacibles para Tailandia en términos de política exterior. Se sentía protegida por el imperio británico, en cuya benevolencia casi hasta creía. En “Siam Mapped” Thongchai Winichakul cuenta el malentendido que se produjo en aquellos años entre británicos y tailandeses. Los británicos, como buenos occidentales, creían en las fronteras (“todo lo que caiga de este lado es mío”) y no creían en los solapamientos de soberanía. La práctica política del Sudeste Asiático se basaba en lo que se ha dado en denominar “un mandala de Estados”. Cuanto más lejos del poder central se encontraba una unidad política, más libre era. En la periferia del Estado, esas unidades rendían un vasallaje más o menos suave en función del contexto geopolítico y del poder del Estado soberano. Otra peculiaridad era que una unidad podía prestar vasallaje a dos o incluso más señores distintos. En este planteamiento las fronteras eran espacios vagos y mal definidos que no influían en las relaciones internacionales.

En 1885 se crearon el Ministerio de Asuntos Exteriores y un cuerpo de diplomáticos siguiendo el modelo occidental. Entre 1885 y 1923, fecha de su fallecimiento, el Ministro de AAEE fue el hermanastro del rey Chulalongkorn, Devawongse Varopakarn. La elección fue muy atinada. Devawongse era un hombre inteligente, cuya pertenencia a la Casa Real le dotaba de auctoritas y le permitía tener acceso directo al soberano. En aquellos momentos las relaciones internacionales eran una cuestión de la realeza y la nobleza, de las que se mantenía al margen a los plebeyos.

En 1897 el rey Chulalongkorn hizo un viaje muy publicitado por Europa, que duró nueve meses. Recorrió sucesivamente Italia, Suiza, Austria-Hungría, Rusia, Suecia, Dinamarca, el Reino Unido, Bélgica, Alemania, Países Bajos y Francia. La visita tenía varios objetivos, que cumplió: 1) Permitir a Chulalongkorn darse a conocer personalmente a las casas reinantes europeas y mostrar su grado de civilización; 2) Familiarizarse con las novedades tecnológicas de Occidente e importarlas eventualmente a Tailandia; 3) Tener un acercamiento a las economías europeas, cómo funcionaban y cómo generaban riqueza; 4) Evaluar si cabía esperar nuevas amenazas de las potencias europeas; 5) Siendo un rey curioso, occidentalizado y viajero, simplemente disfrutar. En 1907 realizó un segundo viaje a Europa que, en esta ocasión, le llevó entre otros sitios a España.

Para cuando los franceses aparecieron en Indochina y comenzaron a interesarse por el Mekong en la década de los ochenta del siglo XIX, los tailandeses ya habían asimilado lo suficiente sobre los modos de los occidentales como para saber que tenían que reaccionar. Los tailandeses comenzaron a aplicar los conceptos de frontera y de soberanía no compartida a todas las unidades políticas que se encontraban en el área del Mekong. En principio, según las reglas de juego occidentales, eso hubiera debido bastar para garantizar los derechos tailandeses a dichos territorios. Pero en las colonias las potencias europeas jugaban con dados cargados.

Desde finales de la década de los ochenta del siglo XIX los franceses habían ido moviéndose para anexionarse Laos. Los tailandeses trataron de resistirse incluso militarmente, confiados en que el imperio británico les apoyaría. El conflicto entre franceses y tailandeses fue breve. La tecnología militar occidental superior y la conciencia de que los británicos no les ayudarían se impusieron. Los tailandeses acabaron cediendo Laos a los franceses.

 

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