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La anarquía india y sus protagonistas (y 3)

Emilio de Miguel Calabia el

(El Sultanato de Mysore en su momento de máxima expansión

El principal problema de la restauración imperial era la falta de numerario, que le impedía pagar a tiempo a sus tropas. Una solución imperfecta a este problema eran las victorias de Najaf Khan, que recuperaban territorios para el emperador y traían botín a la capital. Aunque el sistema estuviese prendido por alfileres, podía funcionar en tanto Najaf Khan obtuviese victorias, en espera de tiempos mejores en los que el imperio estuviese más consolidado. Entonces intervino el infortunio que siempre acompañó a Shah Alam II en su carrera, incluso cuando parecía que todo le sonreía. En abril de 1782 Najaf Khan murió de tisis.

A la muerte de Najaf Khan le siguieron luchas palaciegas por ocupar su puesto, hambrunas y un estado de postración general que forzaron a Shah Alam II a pedir nuevamente ayuda a los marathas. Lo malo es que proteger a un emperador inerme, era la última de las prioridades marathas. Mahadji Scindia volvió a jugar el papel del súbdito leal y en cuanto se hubo incorporado de la postración ante el emperador, se marchó a conquistar Rajashtan. Su ausencia fue aprovechada por el afgano rohilla Ghulam Qadir, que se apoderó de Delhi, la saqueó e impuso un régimen de terror que duró dos meses y medio. El tiempo de que los marathas se dieran cuenta de que habían dejado Delhi desatendida demasiado tiempo. El Shah Alam II rescatado por los marathas era un hombre derrotado, al que Ghulam Qadir había cegado. Sus últimos años los pasó componiendo poesía y desengañado del mundo.

Vuelvo al debate sobre el individuo y la Historia. ¿Otro personaje más dotado habría logrado restaurar la hegemonía de los mogoles o, al menos, levantar el imperio? Lo dudo. Dada la situación que se encontraron, bastante hicieron Shah Alam II y Najaf Khan, pero creo que su derrota era inevitable. Incluso si Najaf Khan no hubiera muerto prematuramente, sus esfuerzos restauradores estaban cogidos con alfileres.

Un último ejemplo, el de los dos últimos sultanes de Mysore, Haidar Ali y Tipu Sultán.

Mysore era un reino al sur de la India, en la actual Karnataka. Haidar Ali era un general al servicio de la familia reinante, los Wodeyar. Desde la década de los cuarenta del siglo XVIII estuvo combatiendo y ganando batallas en nombre de sus señores. Hasta que se hizo demasiado poderoso y los Wodeyar intentaron deshacerse de él. Los Wodeyar aprendieron entonces dos cosas: 1) Nunca entregues demasiado poder a un general y más si es extranjero; 2) Antes de deshacerte de un general talentoso, piénsatelo dos veces. Necesitarás tener tanto talento militar como él o recurrir a alguien que lo tenga, en cuyo caso volverás a encontrarte en la misma situación al cabo de pocos años.

Haidar Ali se hizo con el poder en Mysore en 1761. Haidar comprendió tres cosas clave: 1) Que la Compañía iba camino de convertirse en el poder hegemónico en la India; 2) Que la única manera de enfrentarse a los ingleses con posibilidades de éxito era adoptando sus tácticas y armas; 3) Que en cualquier enfrentamiento con los ingleses era importante buscar aliados.

La primera guerra anglo-mysore (1767-69) terminó con la victoria de Haidar. La guerra supuso un duro golpe al prestigio de la Compañía y también abrió los ojos a muchos príncipes indios sobre las ambiciones de dominio de ésta. La segunda guerra anglo-mysore (1780-84) fue más contestada, pero al final también la ganaron los mysore. El punto de inflexión vino cuando los marathas decidieron firmar una paz por separado con los ingleses. En opinión de Dalrymple, aquella fue la mejor y la última posibilidad real que tuvieron los indios de expulsar a los ingleses del Subcontinente.

Haidar murió en 1783. En su lecho de muerte, le dio varios consejos de gobierno a su hijo Tipu Sultan: que la Compañía trataría de debilitarle; que sólo la guerra debilitaría a la Compañía; que los recursos de la India no bastarían para expulsar a los ingleses. Había que enfrentarles a otros europeos, concretamente a los franceses. Sólo podemos decir que su análisis de la situación era muy certero.

Tipu Sultan estaba a la altura de su padre. Dalrymple le describe de esta manera: “… uno de los comandantes militares más temido y admirado en la India: capaz y valiente, metódico y gran trabajador, era sobre todo innovador y estaba determinado a adquirir el arsenal de capacidades y conocimientos europeos y a encontrar la manera de utilizarlos contra sus enemigos. Fue un gobernante querido, progresista, con visión…” Su único defecto fue que no imitó a su padre en lo de crear alianzas. Con su política agresiva se indispuso con sus vecinos y lo acabó pagando en la tercera y la cuarta guerra anglo-mysore (1790-92 y 1798-99), en las que perdió su Estado y su vida.

¿Hasta qué punto fueron protagonistas o víctimas de las tendencias históricas? Dalrymple, que no se hace estas preguntas, cree que Haidar Alí tuvo una oportunidad real de expulsar a los ingleses de la India o, al menos de la costa de Coromandel. En cuanto a Tipu Sultan, si hubiera tenido una política exterior más inteligente, tal vez habría podido repetir los éxitos militares de su padre.

Cuando uno analiza la Historia, tiende a pensar que lo que ocurrió era inevitable. Vemos el ascenso constante de la Compañía de las Indias Orientales y podemos llegar a pensar que después de Plassey, fue imparable. ¿Fueron Haidar y Tipu, -sobre todo el segundo-, víctima de las tendencias de la Historia, que hicieron que para finales del siglo XVIII la posición de la Compañía en la India fuera inexpugnable? ¿O la victoria de la Compañía se debió a los errores de éstos, sobre todo de Tipu, al que le faltó tacto diplomático? Reconozco que no tengo una respuesta, así que en este caso, dejo la cuestión del individuo frente a la Historia en tablas.

El resumen que saco de este ejercicio es que el individuo, después de todo, cuenta y bastante en el decurso histórico. Aunque aún cabría una coda: ¿he llegado a esta conclusión porque había leído a Dalrymple, que da mucha importancia a los personajes y construye el relato en torno a ellos? ¿habría llegado a la misma impresión con un autor más preocupado por la sociología y la economía? Dejo la respuesta para alguna entrada posterior. O lo mismo, no.

 

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