ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Jesucristo según Fernando Bermejo Rubio (3)

Emilio de Miguel Calabia el

Jesucristo se vería a sí mismo como el ungido por Dios, el mediador entre Dios y los hombres, aquél que tiene la misión de guiar a su pueblo. En Hch 1,6, los discípulos le dicen: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restituir el reino de Israel?”. Bermejo estima que esta petición implica que los discípulos creen que Jesús es el rey-mesías de la tradición davídica, aquél que devolverá a Israel su soberanía. Que Jesucristo se autodenomine pastor de hombres o buen pastor, puede tener una lectura regia; en Oriente Próximo era habitual que los reyes se autodesignaran como pastores de su pueblo.

Otro punto interesante que destaca Bermejo es que todos los Evangelios comienzan colocando a Jesús bajo la égida de Juan el Bautista. La impresión es que históricamente el líder profético era Juan el Bautista y Jesucristo no era más que un seguidor suyo (no digo discípulo, porque no hay pruebas de que lo siguiese a la manera en el que los Apóstoles le siguieron a Él). Habría habido una edición posterior de los hechos para realzar a Jesús frente al Bautista y dejar a éste en el papel de precursor. La escena en Mateo 3,13 es así: “Entonces Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!»”.

De Juan el Bautista hablan tanto los Evangelios como Flavio Josefo y existió por bastante tiempo, tras su muerte, una secta de seguidores suyos. Los indicios apuntan a que en su día alcanzó cierta notoriedad. Si Jesucristo comenzó bajo su égida, resulta importante saber qué tipo de predicador era. El Bautista predicaba la pureza y la conversión, que debía de ser una conversión interna, un cambio del corazón. Partes importantes de su mensaje eran la caridad y la justicia. Juan era un profeta apocalíptico; exhortaba al pueblo de Israel a convertirse ante la inminencia del reino de Dios. Su mensaje tenía un componente social: restaurar la armonía del pueblo de Israel.

Sobre las razones del ajusticiamiento de Juan el Bautista por Herodes Antipas, Bermejo sigue a Flavio Josefo más que a los evangelistas. Según Josefo en “Las Antigüedades judías”: “Y cuando los otros [se refiere a los judíos corrientes] se reunieron [en torno a Juan], como su excitación llegaba al punto de la fiebre al escuchar sus palabras, Herodes empezó a temer que la gran capacidad de Juan para persuadir a la gente podría conducir a algún tipo de revuelta, ya que ellos parecían susceptibles de hacer cualquier cosa que aconsejase. Pero eso [Herodes] decidió eliminar a Juan adelantándose a atacar antes de que encendiese una rebelión.” Esto no impide que las críticas de Juan al matrimonio de Herodes Antipas con Herodías, en violación de la Ley judía, hayan podido tener que ver también con su ejecución, como apuntan los Evangelios.

Dado que Jesús fue sin duda un discípulo del Bautista y debió de sentir gran admiración por él (“entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan el Bautista”, Mc 11,27), cabe preguntarse hasta qué punto Jesús siguió en la onda de Juan el Bautista o si en algún momento desarrolló su propio mensaje. Juan el Bautista podía ser visto como una amenaza por el poder, pero no está claro que cupiera verlo como un insurgente antirromano. Posiblemente estuviera en contra de todos los poderes establecidos y desease a restauración de un Israel purificado. Tal vez en su visión la restauración del Israel purificado coincidiría con o traería el fin de los tiempos.

Siguiendo a Bermejo, Jesucristo habría acentuado el contenido político de las enseñanzas del Bautista y les habría dado un fuerte sesgo antirromano. Evidentemente Israel no podría ser libre y no se podría instaurar el reino de Dios, en tanto hubiese un ejército de ocupación en sus tierras. Con el paso del tiempo la fama de Jesús habría superado a la del ajusticiado Juan el Bautista.

Esto nos lleva a otra cuestión: ¿qué pensaba Jesucristo sobre el poder romano y sobre los gentiles? Los Evangelios guardan un curioso silencio sobre lo que pudiera pensar Jesús de los romanos. La opinión de Bermejo es que sus opiniones debían de ser tan embarazosas para los primeros cristianos, que optaron por suprimirlas por completo. En cuanto a sus relaciones con los gentiles, la idea que se nos ha transmitido es que Jesús no era particularista, sino que estaba abierto a los gentiles de buena voluntad que se le acercaban. Bermejo contradice esta imagen: Jesucristo predicaba para los judíos, los gentiles le eran indiferentes e incluso tenía una imagen negativa de ellos. “A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: “No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la Casa de Israel” (Mt 10,5). A una mujer cananea que acude a Él porque su hija está endemoniada, le responde: “No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la Casa de Israel” (Mt 15,24). “Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mt 6,7). Estos ejemplos se verían reforzados por el hecho de que los Evangelios apenas nos muestran ejemplos de Jesús interactuando con gentiles.

Una tendencia de la crítica más reciente, a la que se apunta Bermejo, es la de rejudaizar a Jesús. Jesús no predicaba una religión nueva y universal. Jesús busca restaurar la Ley, que la Ley sea seguida como se debe. En Mt 5,17 lo dice claramente: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”. El difunto teólogo Hans Küng en su obra “El judaísmo” defendía una tesis parecida. Jesús sería un maestro, como otros muchos que existían en aquel entonces, que querían una cierta renovación y que la Ley se viviera desde el corazón.

Esto nos debería de llevar a poner en duda la tradición que habla de una enemistad a muerte entre Jesucristo y los fariseos. Ideológicamente, Jesucristo y los fariseos no estaban tan alejados. Cuando le preguntan a Jesús por cuál es el mandamiento más imprtante de la Ley, responde: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a éste: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos pende toda la ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas.” (Mt, 22,34). Otra enseñanza de Jesús en Mt 7,12 es: “Todo cuanto quisierais que hagan los hombres con vosotros, hacedlo también vosotros con ellos.” El famoso maestro Hillel dijo: “Lo que te es odioso, no lo hagas a tu prójimo. Esta es toda la Torah, el resto es comentario.”

En opinión de Bermejo, es posible que Jesús hubiera tenido enfrentamientos con algunos fariseos en particular. El movimiento no era homogéneo y algunos de ellos hubieron podido ver con desconfianza las pretensiones mesianicas de Jesús. No obstante, Bermejo piensa que, en el esfuerzo por desjudaizar a Jesús, se acentuaron los enfrentamientos ocasionales que hubiera podido tener con ellos y se transmitió a la posteridad una imagen de oposición a muerte.

 

 

Historia

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes