Emilio de Miguel Calabia el 20 nov, 2019 Jacques de Coutre fue un comerciante flamenco, súbdito de la Corona de España, que en 1592 se instaló en Asia, donde pasaría las siguientes décadas de su vida. Jacques de Coutre llegó a un Asia que estaba en mutación. A lo largo del siglo XVI los portugueses habían conseguido un control bastante notable sobre las rutas comerciales del Océano Índico y del Pacífico Occidental. El dominio portugués se basaba en una serie de fortalezas estratégicamente situadas para controlar los flujos comerciales y eventualmente dedicarse a operaciones de piratería. Dado que la potencia demográfica de Portugal siempre fue pequeña, su política era la de crear enclaves y no tratar de establecer grandes imperios territoriales a la manera de los españoles. Los principales enclaves portugueses eran: Ormuz, que permitía a los portugueses controlar las rutas que iban de la India a Persia y el Imperio Otomano vía el Golfo Pérsico; Goa, en la costa occidental de la India, que era desde donde se gobernaba el denominado Estado da India; en la costa de Coromandel: Nagapattinam, que no era posesión portuguesa, pero cuyo comercio estaba controlado por los portugueses, Sao Tomé de Mylapur y Pulicat. Estas posesiones les permitían controlar una parte de las rutas comerciales de la Bahía de Bengala; Colombo en Ceylán; Malacca, una de las tres plazas principales del Estado da India. Malacca controlaba los Estrechos de Singapur y una parte importante del tráfico comercial en el mundo malayo. Era el punto de interconexión entre Macao y Goa, por un lado, y entre las islas de las especias y Goa, por otro; Ternate y Ambón, en las islas de las especias; Macao, que les permitía intervenir en el comercio chino. Una buena historia, y fácil de conseguir, sobre el Estado da India es la de Sanjay Subrahmanyam, “The Portuguese Empire in Asia, 1500-1700: A Political and Economic History”. Los portugueses llegaron a controlar las rutas comerciales en el Índico gracias a tres factores: su tecnología militar, especialmente en lo que se refiere a la artillería naval y la construcción de fortalezas; su osadía; llegaron en un momento en el que el sur y sudeste asiático se encontraba en un momento de cambio geopolítico. Sus grandes talones de Aquiles eran la falta de efectivos humanos y el poco control efectivo que Goa ejercía sobre los portugueses en la región. En general los portugueses tendían a “hacerse nativos” y a hacer la guerra por su cuenta, dijera lo que dijese el Virrey de Goa. Jacques de Coutre llegó al Estado da India, justo en vísperas del gran cambio geopolítico que lo destruiría. En 1595 Jan Huyghen van Linschoten capitaneó el primer viaje holandés al Océano Índico. Van Linschoten se sirvió de los conocimientos sobre Oriente que había adquirido como mercader en Lisboa. La expedición fue un éxito comercial, pero lo más importante fue el conocimiento que llevó a Amsterdam sobre las rutas comerciales en el Océano Índico. Muy pronto los holandeses comenzaron desplazar a los portugueses en las rutas comerciales asiáticas y a hacerlas inseguras para los navíos portugueses. Portugal carecía de los recursos necesarios para hacer frente a los navíos holandeses. Una cosa era enfrentarse a sultanes malayos con una tecnología militar inferior y otra enfrentarse a una nación europea que disponía de los últimos avances en materia de artillería y de navegación. Los holandeses poseían varias ventajas sobre los portugueses: mayor organización, que implicaba de paso mayor capacidad para controlar y dirigir las acciones de sus hombres; mayor músculo financiero; mayor capacidad demográfica. De Coutre vivió en sus carnes este revés de fortuna. En 1602 los holandeses hundieron en Patani (un sultanato musulmán en el sur de la actual Tailandia) un junco que le pertenecía y que estaba lleno de sus mercaderías. Fue la segunda vez que de Coutre perdió toda su fortuna de un plumazo. La primera había sido en 1597 cuando ardió su casa en Malacca. Por cierto, que entre robo y robo de navíos portugueses, los holandeses inventaron el Derecho Internacional Público, o al menos eso es lo que afirman, ya que 50 años antes ya lo había inventado el Padre Francisco de Vitoria. En febrero de 1603 el almirante holandés Jacob van Heemskerk capturó una carraca portuguesa de 1.400 toneladas, la “Santa Catarina”, que transportaba una fortuna. Para ponerlo en perspectiva, la subasta y venta de lo capturado representó más del doble de todos los ingresos anuales de la Corona inglesa. Como, se mirase como se mirase, aquello olía a robo que apestaba, le encargaron a Hugo Grocio, que era un jovencito muy listo, que escribiese un tratado diciendo que el robo de la “Santa Catarina” había estado muy bien. Fue tal el éxito de la obra que escribió, “Mare Liberum” (“El Mar Libre”), que en lugar de decir que era un leguleyo listillo que había hecho un ejercicio de relaciones públicas excelente, pasó a ser considerado como el padre del Derecho Internacional. No hay como controlar los medios de comunicación. Me he ido por las ramas con el latrocinio del “Santa Catarina” y Hugo Grocio. Prosigo con Jacques de Coutre. De Coutre dejó unas memorias en las que cuenta sus andanzas por el Sudeste Asiático. Son interesantes, aunque no cuenta nada que no hubieran contado otros viajeros europeos de la misma época. En sus memorias destaca especialmente todo lo que tiene que ver con la navegación y el comercio. También sentía una atracción especial por lo truculento. No hay más que ver el morbo con el que cuenta las torturas a las que sometió el Rey Naresuan de Ayuthaya a unas doncellas negligentes. Más allá de sus memorias, de Coutre es famoso por los cuatro memoriales que dirigió al Rey de España sobre cómo se debía hacer frente a los holandeses y a los ingleses en el Índico y cómo se podían restaurar las fortunas del Estado da India. De Coutre abogaba por el envío de una gran armada hispano-portuguesa de cuarenta navíos que entraría en el Índico por el cabo de Buena Esperanza e iría atacando un capturando las principales posiciones holandesas. También abogaba por la restauración o recuperación de una serie de fortalezas clave que o bien estaban en estado ruinoso, o bien se habían perdido ante los holandeses. Pensaba que se debía dejar a los portugueses libertad para comerciar donde quisieran, en lugar de tratar de controlarlos y que de esa manera a la larga las ganancias serían mucho mayores. También defendía que los comerciantes utilizasen naves pequeñas, de manera que si eran capturadas por los holandeses, las pérdidas fuesen asumibles. De Coutre tal vez fuese el primero que se dio cuenta de la importancia de la isla de Singapur y de los estrechos que la rodean. Propuso la construcción de dos fortalezas que se apoyasen mutuamente, una en la isla misma y otra en la cercana isla de Sentosa y propuso la fundación de una villa. No sería sino doscientos años después que el inglés Raffles ejecutaría con gran éxito esa idea. ¿Eran realmente aplicables las ideas de de Coutre? ¿Habrían cambiado la Historia del Estado da India? Sus memoriales datan de la segunda mitad de la década de los 20 del siglo XVII. Unos pocos años antes una gran expedición hispano-portuguesa había expulsado a los holandeses de Brasil. Tal vez lo mismo hubiera podido hacerse en el Índico. Mi impresión es que la Monarquía tenía muchos frentes abiertos y el Índico no era una prioridad; desde luego, era mucho menos importante que Brasil. Por lo demás sus análisis de lo que no iba bien y lo que convendría hacer eran muy correctos, pero España cada vez tenía menos energías para ponerlos en práctica. Historia Tags Estado da IndiaGoaHistoria de AsiaHugo GrocioJacques de CoutreJan Huyghen van LinschotenMalaccaSingapur Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 20 nov, 2019