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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Estado de excepción (1)

Emilio de Miguel Calabia el

El final del imperio británico en la península malaya y en Singapur fue complicado. Soplaban vientos descolonizadores, que eran cualquier cosa menos moderados. En 1949 se había establecido la República Popular China, que ejercía fascinación entre no pocos miembros de las comunidades chinas en Malasia y Singapur. El marxismo-leninismo, bien o mal digerido, causaba furor en Asia.

El imperio británico estaba en sus últimos estertores en Asia y deseaba una descolonización tranquila y pactada con las élites que le sucederían, de quienes esperaba lealtad y conservadurismo; nada de sospechosas simpatías hacia la izquierda.

En el Singapur anterior a la independencia el Partido Comunista de Malasia tuvo cierta presencia e influencia, sobre todo entre la comunidad china. Aparte del interés que despertaba la guerra civil china, en la que iba ganando el Partido Comunista Chino, los comunistas habían destacado como la punta de lanza de la lucha contra los japoneses en Malasia. En la situación frágil en la que se encontraban, a los británicos no les quedó más remedio que contemporizar en la inmediata posguerra y permitir la existencia de un partido comunista en Malasia y en Singapur. Esa ambigüedad en las relaciones entre autoridades y comunistas terminó en 1948, cuando los comunistas en Malasia optaron por la lucha armada. Dado que en la realidad las autoridades coloniales no estaban dispuestas a permitirles que participasen en el poder. Como la evolución en Singapur y en Malasia difirió mucho, me referiré a cada una de ellas por separado.

En el caso de Singapur, las izquierdas tuvieron mucho peso en la recta final de la colonia. Contaban con un líder carismático y energético, Lim Chin Siong. Inicialmente integrado en el Partido de Acción Popular (PAP), en 1961 lideró al sector izquierdista del Partido, con el que formó el Barisan Sosialis, “Frente Socialista” en malayo. En algunas partes he leído que muchos del ala izquierdista del PAP eran comunistas o simpatizantes y que querían hacerse con el control del partido, infiltrándolo gradualmente. ¿Verdad o acusaciones torticeras para deshacerse de un rival molesto? Creo que la verdad está a mitad camino. Es cierto que el comunismo en ese momento gozaba de mucho predicamento en Asia con lo que es probable que una parte importante del sector izquierdistas tuviera simpatías comunistas. Por otro lado, la acusación de ser comunista era una herramienta muy útil para bloquear a políticos opositores demasiado brillantes para su propio bien.

En Malasia, todo fue más sangriento. El Partido Comunista Malayo creó el Ejército de Liberación Nacional Malayo y estableció bases en las selvas, desde las que atacaba los intereses coloniales,- plantaciones, minas, infraestructuras… El imperio británico contratacó con salvajismo. Internó a las poblaciones rurales en pueblos rodeados de alambre de espino y las vigiló para que no pasasen comida a los insurgentes. Hubo masacres y ejecuciones extrajudiciales.

No estoy seguro de que el Partido Comunista Malayo tuviera posibilidades reales de ganar, pero en todo caso, se pegó dos tiros en el pie que le quitaron toda posibilidad de victoria. El primero fue no saber atraerse a la mayoría malaya y quedar confinado a la minoría china. El segundo fue haberse recluido en las selvas y no haber actuado en las ciudades. Sospecho que en esa decisión errónea influyó mucho la estrategia recomendada por Mao de conquistar primero el campo para a continuación cercar las ciudades. Esa estrategia acaso hubiese funcionado en China, pero donde quiera que se aplicó posteriormente, fracasó muchísimo más de lo que triunfó.

Mientras que el Partido Comunista Malayo llevaba a cabo una guerrilla cada vez más futil y sin posibilidades de victoria, en Singapur el 2 de febrero de 1963, los gobiernos de Singapur, Malasia y el Reino Unido lanzaron la Operación Coldstore en la que detuvieron a Lim Chin Siong y a un centenar más de líderes izquierdistas. Después de aquello, las izquierdas en Singapur no tendrían más que una presencia testimonial.

Una ironía de la Historia es que en la lucha contra los comunistas, sus simpatizantes y los simpatizantes de sus simpatizantes, Malasia y Singapur aplicaron la misma ley, la Ley de Seguridad Interior. La Ley era draconiana. Me limitaré a dar un solo ejemplo. Su artículo 8 establece que “si el Ministro estima que la detención de una persona es necesaria con vistas a impedir que actúe de cualquier manera perjudicial para la seguridad de Malasia o de cualquier de sus partes o para el mantenimiento de los servicios esenciales o la vida económica, puede dar una orden (en lo sucesivo referida como orden de detención) ordenando que dicha persona sea detenida por un período que no exceda los dos años.”

Todo lo anterior lo he contado para poner en contexto la novela “Estado de excepción” del escritor singapureño Jeremy Tiang.

 

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