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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Cleopatra era mucho más que una nariz bonita (1)

Emilio de Miguel Calabia el

(Así era la Cleopatra real, según una moneda de la época

Debo empezar decepcionando un poco. Cleopatra no era ninguna belleza y si hubieses visto su foto en Tinder, la habrías pasado sin hacerle ningún caso. Según monedas que se han encontrado con su imagen, tenía la frente pequeña y la barbilla prominente. Y sí, tenía una gran nariz, pero es posible que el adjetivo “bella” no casase bien con su napia. Para entender el encanto de Cleopatra, aparte de que hiciera maravillas en la cama, que seguramente las hacía, hay que pensar que debió de ser una mujer extremadamente inteligente, con una gran personalidad y capaz de darlo todo por su pareja del momento. Ah, y también era reina de Egipto, el principal reino del Mediterráneo Oriental, famoso por sus riquezas. Lo de ser reina debía de contribuir también a su sex-appeal.

Decir que Cleopatra venía de una familia disfuncional es quedarse corto. Su tatarabuelo Ptolomeo V, para amenizar las festividades de su coronación, ordenó que empalasen a los líderes de una rebelión que acababa de ser sofocada en Memphis. Su bisabuelo Ptolomeo VIII asesinó a su hermano Ptolomeo VI y se casó con su viuda, Cleopatra II, la cual era también la hermana de ambos. Durante las celebraciones de la boda, se cepillaron al hijo que su esposa había tenido con el difunto Ptolomeo VI. Parece que para los Ptolomeos una fiesta no tenía gracia si no se cargaban a alguien.

Como a Ptolomeo VIII le gustaba que todo quedase en casa, cuando decidió ponerle cuernos a su mujer, lo hizo con la hija que ésta había tenido con Ptolomeo VI. El ataque de cuernos terminó en guerra civil y con Ptolomeo VIII exiliado en Chipre. Para evitar que su mujer proclamase rey al hijo que habían tenido, hizo que lo secuestraran y lo llevaran a Chipre, donde ordenó que lo asesinaran en su presencia. Descuartizó su cuerpo y se lo mandó a la madre de forma que llegara en vísperas de su cumpleaños. Lo que se dice una pelea por la custodia complicada. ¿Qué hizo entonces Cleopatra II? ¿Se derrumbó ante el asesinato de su hijo? De ninguna manera. Se dio cuenta de que tenía una baza política interesante: expuso los restos de su hijo ante el pueblo de Alejandría para incitarlo contra su hermano. Los alejandrinos, que ya estaban hechos a las rencillas familiares de los Ptolomeos, encontraron que aquello era un escándalo del 7 en una escala de 1 a 10 y siguieron apoyando a Ptolomeo VIII.

Cleopatra nació en esta familia tan divertida el 69 a.C. El Egipto en el que nació era una potencia venida a menos y cada vez más sometida al gran poder en alza que era Roma. Cuando Pompeyo aniquiló el reino seléucida, Egipto mandó un cuerpo de caballería para ayudarlo, aunque sus arcas estuviesen exhaustas. Lo malo es que en la complicada política romana de aquellos tiempos, no bastaba con sobornar a Pompeyo; había que tener también en cuenta a Julio César. En el 60 a.C. Ptolomeo XII viajó a Roma y para congraciarse con los dos hombres fuertes de la República, Pompeyo y César, les entregó seis mil talentos, el equivalente a los ingresos anuales de Egipto. Nunca bajarse los pantalones había resultado tan caro, aunque los que pagaron el pato al final fueron los ciudadanos egipcios, que vieron cómo les subían los impuestos para que su Rey mantuviese la corona erguida sobre la cabeza.

Ptolomeo XII convirtió lo de bajarse los pantalones ante los romanos en un arte. Alcanzar determinados niveles de servilismo no está al alcance de todos. O bien es un talento natural con el que se ha nacido, o bien es el fruto de un entrenamiento intenso. Es posible que en el caso de Ptolomeo XII confluyeran ambos factores. Lo malo del servilismo como arte, es que no suele ser apreciado por el público, que encuentra al servil abyecto. Eso sucedió con los ciudadanos de Alejandría que en 58 se rebelaron y le depusieron. En su lugar pusieron a su hija mayor, Berenice IV.

Ptolomeo se exilió en Roma, acompañado por una de sus hijas. Lo más probable es que esa hija fuese Cleopatra. En Roma Ptolomeo se dedicó a hacer lobby entre los senadores romanos y a pedir préstamos. Ya se sabe que hacer lobby nunca fue para pobres. Al cabo de un tiempo, Ptolomeo hizo buena la máxima que dice: “si debo mil euros, tengo un problema; si debo un millón de euros, tiene un problema mi acreedor”. Los financieros romanos que le habían dado créditos, cayeron en la cuenta de que si querían cobrarlos algún día, necesitaban que Ptolomeo recuperase el trono egipcio. ¡Qué tiempos aquellos en los que los bancos se rescataban a espadazos y lanzadas y no con el dinero del contribuyente! Porque eso fue lo que hicieron los romanos: mandaron un ejército para que repusiera a Ptolomeo en el trono y, de paso, pudiera deolver sus préstamos a los banqueros romanos.

El 55 Ptolomeo recuperó su trono y su primera medida fue ejecutar a su hija Berenice. Nuevamente se puso de manifiesto que donde un Ptolemaida estaba más seguro era lejos de sus parientes. El principal problema de Ptolomeo ahora que volvía a ser rey, consistía en el pago de sus deudas. Bastante impopular era como para andar subiendo los impuestos. En lugar de eso tuvo una idea genial: nombró Ministro de Finanzas a su principal acreedor, Cayo Rabirio Póstumo. Rabirio trató de rebañar lo que quedaba en el plato egipcio y lo hizo con tanto esmero que Ptolomeo XII tuvo que encarcelarlo para salvarle la vida de las turbas que le querían asesinar.

Ptolomeo XII murió en el 51 y posiblemente deba considerársele el peor rey de la dinastía, lo que es mucho decir en una familia tan desastrosa. Si en vida la había cagado a ritmo andante, en la muerte aún mejoró su récord. Dejó como co-reyes a su hija Cleopatra VII, que ahora tenía 17 años, y a su hijo Ptolomeo XIII, de diez, al que casó con su hermana Cleopatra para que todo quedase en casa. Sabiendo lo malo para la salud de los Ptolemaidas estar en proximidad de otro Ptolemaida, decretó que los romanos fueran sus protectores.

A Cleopatra le faltó tiempo para dar de lado a su hermano y convertirse en la gobernante de facto, pero una serie de catástrofes y algunas torpezas políticas hicieron que para el 48 a.C. ya fuera tan impopular como su padre. Ptolomeo XIII, azuzado por el eunuco Pothino, le movió la silla. Cleopatra se refugió en la provincia de Palestina, que le era leal y allí levantó un ejército, con el que regresó a Egipto.

Así estaban las cosas, cuando Pompeyo, que acababa de ser derrotado por César en Farsalia, llegó a Egipto en busca de refugio. Pompeyo, que había apoyado a Ptolomeo frente a Cleopatra, debió de pensar que sería bien recibido. Pero los Ptolomeos sabían identificar a un perdedor en cuanto lo veían. Ptolomeo hizo que asesinaran a traición a Pompeyo y le entregó su cabeza a modo de regalo a César, cuando apareció en Egipto. Fue un error garrafal. César apreciaba a Pompeyo, que después de todo era su yerno, y deseaba el golpe de efecto de perdonarle. La clemencia era una herramienta política que le resultaba muy atractiva. Con el asesinato de Pompeyo, Ptolomeo le había privado de ese golpe propagandístico. Además a César debió de resultarle especialmente repugnante que un extranjero hubiera matado a traición a un romano eminente que había ido allí en busca de refugio.

Esa fue la oportunidad para Cleopatra. Se infiltró en el palacio de César en Alejandría. Según la leyenda iba dentro de una alfombra enrollada. Cuando la desenrollaron delante de César, debió de pensar que tenía ante sí la polilla más grande de la Historia. Puede, pero también tenía ante sí a una de las mujeres más inteligentes de la Antigüedad. Nunca sabremos qué ocurrió exactamente esa noche entre César y Cleopatra, pero parece que hubo química y mucho más. César decidió que haría ejecutar la decisión de Ptolomeo XII, de que el poder fuese ejercido conjuntamente por los dos hermanos.

Pothino, que era quien de verdad controlaba a Ptolomeo XIII, azuzó a las turbas de Alejandría, que asediaron a César y Cleopatra en su palacio. César desactivó el peligro, dirigiendose a la plebe y mostrándole el testamento de Ptolomeo XII que había establecido que Ptolomeo XIII y Cleopatra VII serían co-reyes. Y para endulzar aún más su discurso, decretó que sus hermanos pequeños Ptolomeo XIV y Arsinoe IV serían reyes de Rodas, que Roma acababa de conquistar. Desactivada la amenaza de la plebe alejandrina, César organizó un banquete para celebrar el reinado conjunto de los hermanos y aprovechó la ocasión para despachar a Pothino, que se había convertido en una molestia, y tomar a Ptolomeo como rehén.

Las tropas de Ptolomeo rodearon el palacio dirigidas por su general Achillas. Achillas proclamó a la hermana menor Arsinoe IV reina de Egipto en sustitución de Cleopatra, olvidándose de que lo mejor que uno podía hacer era mantenerse al margen de las querellas de familia de los Ptolemaidas. Efectivamente, Arsinoe le mandó matar al poco, porque había osado contradecirla, y nombró en su lugar a Ganymedes. César, que era más inteligente, liberó a Ptolomeo XIII con la esperanza de que se pelease con Arsinoe. Pero por una vez dos Ptolemaidas decidieron ser sensatos. Ptolomeo y Arsinoe se aliaron contra César y Cleopatra.

Aunque sólo fuera por una cuestión de números, las cosas pintaban mal para César y Cleopatra, pero en esto llegaron refuerzos romanos. César se hizo con el control de Alejandría y en una batalla al sur de la ciudad Ptolomeo XIII murió ahogado. Arsinoe fue capturada y, hecho excepcional entre los Ptolemaidas, no fue muerta ni torturada, simplemente se la mandó prisionera a Roma. César declaró entonces co-reyes a Cleopatra VII y a su hermano de once años Ptolomeo XIV (sí, en esa familia eran poco imaginativos con los nombres).

 

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