Con las vacaciones, las escapadas a la montaña también son frecuentes, especialmente para aquellos que deseamos huir del calor y las aglomeraciones de la playa. Y si, existen otras maneras de hacer turismo, descansar y reconectar con la naturaleza y una de las formas más habituales es hacer jornadas de senderismo y por supuesto hay que ir bien preparado, tanto a nivel de equipación, a nivel físico y por supuesto que alimentos llevamos para hacer un buen avituallamiento.
Antes de hacer una ruta de montaña, tenemos que tener en cuenta la temperatura, presión atmosférica y humedad a los que nos podemos enfrentar. Además, según el desnivel y el terreno puede convertirse en una práctica muy exigente con gran consumo energético, por lo que tenemos que ir preparados y calcular siempre un aporte extra para no quedarnos sin energía. Sobre este punto debemos tener cuidado pues mucha gente en su afán de comer más saludablemente peca de consumir poca energía y no se trata de quedarnos desfallecidos en medio de una ruta.
En nuestras mochilas nunca pueden faltar los frutos secos, que son perfectos para estas ocasiones, ocupan poco espacio, pesan poco y albergan en su interior una gran cantidad de energía (y encima son saludables), siendo ricos en minerales, grasas de calidad y proteínas, lo que contribuye a combatir nuestro desgaste físico.
Otro alimento que nos puede dar un plus de energía es la fruta deshidratada es fácil de transportar y conservar. Además es una buena alternativa para esos momentos en los que necesitamos un chute de energía gracias a su elevado índice glucémico.
Cuando la ruta sea de un día de duración y tengamos que llevarnos la comida, es conveniente que sean cosas fáciles de transportar, de consumir y que no requieran de utensilios para ir más ligeros. Lo ideal es también que no necesiten fuego para su elaboración o preparación.
Un buen ejemplo puede ser un bocadillo con algo de proteína de calidad (jamón serrano, jamón cocido, lomo embuchado, queso o hummus) que se conserve bien a lo largo del día. Recuerda añadir algo de verduras (que pueden ser en crudo o cocinadas, como una escalivada).
También puedes recurrir al táper y llevar preparadas una ensalada de pasta, de patatas o de legumbre. Son una buena alternativa si añades también vegetales y una fuente de proteína (queso o atún en conserva, por ejemplo). Eso sí siempre debemos tener en cuenta que el aliño debe ir separado para que se conserve mejor y no exista riesgo de toxiinfecciones.
El agua no puede faltar, pero también puedes llevar un termo con alguna infusión como el café o el té que al tener cafeína pueden ayudar a mejorar la resistencia (ojo que puede ser un arma de doble filo). Y te diría más, puedes llevar (por precaución) una bebida para deportistas para prevenir la deshidratación en casos de rutas muy exigentes o en las que aprieta demasiado el calor. Cuando las temperaturas son altas o hay mucha humedad, las bebidas isotónicas nos ayudarán a reponer electrolitos y cuando las temperaturas son muy bajas y por lo tanto apenas hay sudoración, es mejor que llevemos bebidas hipotónicas.
En general, debemos de recordar que aunque deben ser más energéticas, no pueden ser copiosas y lo mejor es que sean de fácil digestión para que la ruta sea lo más agradable posible.
Además de los alimentos, debemos de tener en cuenta los recipientes en los que vamos a transportar nuestra comida. Para favorecer su conservación, deben de ser herméticos, ya sean táper o bolsas y si las temperaturas son muy bajas es conveniente llevar un termo con bebida caliente.
Por último, como en todos los deportes, es aconsejable que ese día no consumamos nada que no hayamos probado antes, en casa o en un entrenamiento, ya que puede ocasionarnos molestias gastrointestinales y fastidiarnos la experiencia.
Espero que disfrutes de tus rutas.
Elisa Escorihuela Navarro
Nutricionista y Farmacéutica
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