Imagina que te encuentras viendo la televisión, sentado en el sofá, con el mando a distancia en la mano. “A continuación le mostraremos un anuncio de aspiradoras”. Probablemente, pienses: “Madre mía, me muero de la emoción”, mientras cambias de canal con una mueca de hastío y los ojos a medio abrir. Totalmente comprensible. Excepto algunos de los que nos consideramos advert-holic, la mayoría de la gente optaría por buscar algo más entretenido.
Y es que históricamente este tipo de producto no ha sido la fiesta de la creatividad. Es como los spots de productos de limpieza: ¿Hay alguien capaz de anunciar un detergente sin hacer pruebas en centros comerciales, poner señoras o venir del futuro? Quién sabe. Por ahora, no conozco demasiados casos.
Por eso, a veces, toca destacar los que sí han decidido diferenciarse… Los que, como Kobold, han optado por salirse del camino. Por contar historias. Por hacer disfrutar al espectador: ‘Amor a primera vista’. Pasen y vean.
Una bonita historia que engancha al que está al otro lado de la pantalla. ¿Pero todo queda ahí? ¿En poner una historia que atraiga? No, no, que va. Para nada.
Kobold ha conseguido mostrar todo tipo de características de su producto, todos los ángulos y todas sus prestaciones, y que encima lo veas con una sonrisa. Ha comunicado que el aspirador sale solo y vuelve solo. Que salta pequeños baches y se ajusta a las paredes. Que esquiva obstáculos y recoge hasta los trocitos más pequeños y, además, le ha asignado un toque emocional que hasta te llega un poquito el corazón.
¡Esto es Buenapublicidad!
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