Por Almudena Hidalgo
La Dra. Mara Dierssen es investigadora de referencia en Neurociencia y está reconocida a nivel internacional como una de las mayores expertas en Síndrome de Down. Lidera el grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, y está en la vanguardia de la investigación sobre las bases genéticas de la discapacidad intelectual.
Licenciada en Medicina obtuvo su doctorado en Neurobiología. Presidió la Sociedad Española de Neurociencia de 2013 a 2015 y la International Behavioral and Neural Genetics Society. Actualmente, es presidenta de la Trisomy 21 Research Society. Su tiempo libre lo dedica a la música y la divulgación científica.
Aunque la dramática actualidad informativa sobre el Covid-19 lo haya hecho pasar desapercibido, el 21 de marzo se celebra el día mundial del Síndrome de Down, una alteración genética originada por una copia extra del cromosoma 21 o un fragmento del mismo. En total, unos 300 genes de más que provocan discapacidad intelectual y en ocasiones cardiopatías, hipertensión pulmonar, problemas auditivos o visuales, anomalías intestinales, neurológicas o endocrinas. En este vídeo la Dra. Diserssen explica su línea de investigación en Síndrome de Down y los avances experimentados en los últimos años.
- Lleva 30 años estudiando el síndrome de Down, ¿en qué momento estamos?
Estamos en un momento muy interesante porque durante los últimos 15 o 20 años se ha podido investigar de otra forma el síndrome de Down. Hasta entonces, los estudios se hacían en material post mortem. Con la aparición de modelos animales el desarrollo de la investigación ha sido exponencial. Además, ya empieza a haber tratamientos farmacológicos que ayudan a las intervenciones terapéuticas. Sabemos mucho más de cómo se desarrollan esos cerebros, sabemos mucho más de por qué tienen alteraciones en el aprendizaje y en la memoria y eso realmente nos está ayudando a cambiar la realidad de estas personas.
- Ha publicado los beneficios del tratamiento con extracto de las hojas de té verde para mejorar distintas funciones cognitivas, ¿qué importancia tiene este descubrimiento?
Es la primera vez que hay una aproximación terapéutica basada en evidencia científica. Este extracto de té verde contiene una molécula llamada Epigalocatequina Galato, que reduce la actividad del gen DYRK1A, que está en el cromosoma 21, triplicado en personas con Síndrome de Down. Se descubrió en el laboratorio de Xavier Estivill cuando yo estaba trabajando con él, y en el 2001 se publicó la secuencia del cromosoma 21. Poco después publicamos el gen DYRK1A y en este momento hay más de 50 laboratorios a nivel mundial trabajando solamente en este gen. Lo que vimos es que el exceso de dosis era suficiente para producir las alteraciones de aprendizaje y memoria y las alteraciones neuronales que se observaban en el Síndrome de Down. Después vimos en modelos de ratón, en colaboración con la Dra. Fillat, que si reducíamos la expresión del gen DYRK1A, las normalizábamos al nivel de un ratón sin trisomía. A partir de ahí, decidimos hacer todos los estudios necesarios.
- ¿Cómo ve el futuro de este descubrimiento?, ¿háblenos de los ensayos clínicos?
Hemos hecho dos ensayos clínicos y vimos que había una cierta mejoría, que es variable según la persona, como pasa con los fármacos. Dentro de poco intentaremos hacer la genómica personalizada, para mejorar la eficacia del tratamiento.
Además, hemos visto que la Epigalocatequina [del té verde] no sólo inhibe la DIRK1A, sino que hace otras muchas cosas muy interesantes, y podría ayudar a tratar el Alzheimer y otros trastornos como el Síndrome de X Frágil. Y esto ocurre porque muchas de las cascadas moleculares que están implicadas en la plasticidad neuronal se normalizan. Están alteradas en la discapacidad intelectual y se normalizan con el tratamiento. Esto abre la puerta a que otras discapacidades, otros trastornos, también sean tratables con esta molécula.
- Vivimos en una sociedad hiperconectada, ¿cómo afecta a las personas con discapacidad?
No solo afecta a las personas con discapacidad. Nos afecta a todos. Estar hiperconectados, en sí mismo, no tiene por qué ser malo. Pero hace que las relaciones sean más superficiales. Tener más información no tiene que ser malo, pero hace que seamos menos capaces de profundizar, que perdamos la capacidad de asociar, porque ya lo hace Google. Que perdamos la capacidad de memorizar, porque tenemos la memoria “subcontratada” de los móviles, la agenda electrónica… Eso en sí mismo ya tiene cierto impacto. Aunque si lo utilizamos como un extra, sin dejar de cultivar nosotros esas habilidades, sería mejor. Por ejemplo, las relaciones a través de las redes sociales, no es que estén mal, tienen su gracia. Te puedes imaginar que eres alguien que no eres en realidad. Todas estas cosas no son malas. Lo malo es cuando todo esto sustituye al “tú a tú”, que en humanos tiene una serie de componentes que un ordenador no nos da, y eso genera frustración y vacío.
Vivir en el mundo hiperconectado implica una inmediatez: si no contestas al minuto siguiente de recibir un mensaje, te preguntan si te pasa algo. Esa inmediatez genera estrés, que en bajas dosis no está mal, pero en dosis altas si puede ser negativo. Estresarse porque no puedes responder todos los Facebook que te mandan, no tiene sentido. Esta inmediatez nos hace perder algo muy importante: la calma. El cerebro necesita calma de vez en cuando, necesita aburrirse de vez en cuando, porque aunque nosotros no nos damos cuenta el trabajar entre bambalinas, permite al cerebro conectar información. Al final las grandes ideas se nos ocurren cuando dejamos en paz el cerebro, cuando le dejamos que trabaje solo. Estamos en un momento relajado y aparece la idea, ese momento “Ajá” no aparece cuando estamos empeñados en encontrarlo.
EN PRIMERA PERSONA
¿Cómo ve el liderazgo de las mujeres científicas en España?
Muy parecido al de otros países, muy mal. Hay más mujeres en la ciencia, pero muy pocas llegan a posiciones de liderazgo. Las estadísticas muestran que los que firman como autor principal son los hombres y las mujeres se quedan de segundonas. Otro ejemplo es si miras en Cataluña los centros de excelencia (CERCA) no hay ni una directora. Tal y como está establecido el sistema es muy difícil de cambiar, porque la excelencia se establece con criterios que favorecen más a los hombres que a las mujeres. Evidentemente ha ido mejorando la cosa en estos 30 años, ha aumentado la fuerza de base, pero no ha permeado hacia arriba.
Padre cirujano, madre pintora, ¿cuáles son sus influencias? ¿Es la familia tan importante?
Lo que ves en tu casa influye muchísimo. En mi caso, la mezcla entre arte y ciencia influyó mucho, pero sobre todo me transmitieron que yo podía llegar donde quisiera. Yo siempre les digo a mis hijos que escojan el trabajo que pagarían por hacer y que piensen qué van a aportar a la sociedad con él, que no lo hagan de forma utilitarista, que vivan la vida con espíritu aventurero y cuando uno tiene ese espíritu puede hacer lo que quiera. El espíritu crítico, ser muy autocrítico, es una de las cosas que más me gusta de la Ciencia y que más me sorprendió al principio. Estás constantemente autorrevisando tus propias hipótesis. No te puedes casar con tus ideas, porque las refuta la realidad cada dos por tres. Y en el momento que finalmente llegas a descubrir algo, ese momento es de un placer intelectual imposible de describir”.
Y a nivel profesional, ¿cuáles han sido sus influencias?
Ya de muy joven me impresionó Santiago Ramón y Cajal, me parecía increíble la certeza de las cosas que veía, cómo a través de la constancia, de la tenacidad, era capaz de extraer conclusiones que siguen siendo teorías válidas hoy en día. Otra influencia fue Rita Levi-Moltalcini, una mujer que a pesar de la guerra seguía estando preocupada por las causas sociales. Y Margarita Salas, que nos acaba de dejar. En mis decisiones profesionales específicas, me influyó el laboratorio del Profesor Jesús Flórez donde había muchas mujeres de las que aprendí que las cosas se pueden compaginar. No hace falta renunciar a tener una familia por ser científica.
Tiene usted formación y aficiones musicales, lo plasma en su libro “el cerebro del artista”, ¿puede explicar esa faceta personal?
A mí la música me ha gustado desde pequeña. Cantaba en el coro universitario de Cantabria y luego en la coral de Santander. El contacto entre música y neurociencia siempre me pareció apasionante, la influencia que tiene la música en el cerebro. El arte tiene un tipo de creatividad muy cercano a la creatividad científica; creo que son muy complementarias. En realidad, entender el impacto de una estimulación cognitiva del calibre de la musical es muy interesante y me pareció un error tremendo que hace unos años se decidiese que la música no tenía que ser obligatoria en los colegios. La formación tiene que ser completa, tiene que ser holística y renunciar a algo que tiene una influencia tan grande sobre el cerebro me pareció una barbaridad.
Almudena Hidalgo es alumna del Máster en Neurociencia de la UAM
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