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“Mejorar la salud cardiovascular podría retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer”

El Dr. Alberto Pascual investiga cómo las patologías de los vasos sanguíneos del cerebro influyen en la progresión del Alzheimer

“Mejorar la salud cardiovascular podría retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer”
Cátedra en Neurociencia el

Por Ariadna Sancha Velasco, alumna del Máster en Neurociencia de la UAM

Alberto Pascual Bravo, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dirige el grupo de “Mecanismos de mantenimiento neuronal” del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), donde estudia el origen y mecanismos de las enfermedades neurodegenerativas en busca de nuevas terapias. Y han descubierto que el Alzheimer daña los vasos sanguíneos del cerebro por la acumulación de proteína amiloide, lo que agrava la progresión de la enfermedad. Este hallazgo es muy relevante, porque “si logramos algún fármaco que actúe contra el Alzheimer, pero no tenemos vasos sanguíneos porque el propio proceso patológico del Alzheimer los elimina, el fármaco no podrá llegar al cerebro”, apunta el Dr. Pascual. Por eso creen que mejorando la salud cardiovascular se podría retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer.

¿Cómo y cuándo comenzó a interesarse por el cerebro, la memoria y las enfermedades neurodegenerativas?

Hice la tesis en RNA bacteriano catalítico, muy alejado de este tema. Después me fui a Francia donde estudié el desarrollo del cerebro y la memoria en un organismo más simple: Drosophila melanogaster, la mosca de la fruta, y desde entonces no me he separado de la neurociencia. Mi interés principal siempre ha sido entender cómo funciona el cerebro. Seguimos sin saber cómo se forma un pensamiento y eso me llamó la atención y me motivó a estudiar la memoria y el aprendizaje, más que las enfermedades en sí.

Ha trabajado con la mosca de la fruta como modelo experimental, ¿qué es lo más llamativo para usted acerca de este modelo?

Aunque sea un organismo muy sencillo porque tiene un número limitado de neuronas, exhibe un amplio repertorio de comportamientos diferentes. Es decir, tiene un circuito de conexiones cerebrales que podemos abordar más fácilmente y a la vez es sorprendente las cosas que aprende y recuerda una mosca. Lo más interesante es que en la mosca de la fruta una memoria es una conexión entre algunas neuronas individuales.

Actualmente, podemos quitar o cambiar la actividad de una de las 3.000 neuronas de Drosophila y hacer que recuerde cosas que en realidad no ha vivido o que asocie un olor a una sensación positiva. Pero si comparamos el número de neuronas de esta mosca con los más de ochenta mil millones de nuestro cerebro, no cabe duda de que la complejidad es infinitamente mayor en nuestra especie y más difícil de abordar. Y esto validad la elección de la mosca de la fruta como modelo de investigación.

En el cerebro, además de las neuronas, hay otros tipos de células, como las de la glía o las que forman los vasos sanguíneos, ¿estamos dejando de lado la importante función de estas células en las enfermedades neurodegenerativas?

La disfunción cerebral probablemente sea en las neuronas, pero ese montón de células que hay en el cerebro y que no son neuronas tienen mucho que ver en cómo se alcanza esta disfunción. Haciendo estudios de genes de riesgo, que aumentan la probabilidad de padecer enfermedades neurodegenerativas, vemos que están relacionados con estos tipos de células. Esto nos da la pista de que algo está pasando con la glía y en los vasos sanguíneos del cerebro en estas enfermedades. Nosotros empezamos estudiando estas células en cerebros con Alzheimer y descubrimos que faltaba oxígeno y nutrientes, y estudiamos los vasos sanguíneos y su formación, puesto que si faltaba oxígeno y nutrientes no se generaban bien.

Algunos de sus resultados demuestran que hay una disminución de oxígeno en el cerebro de pacientes con Alzheimer

Se sabe desde hace muchos años que hay una comorbilidad de las enfermedades respiratorias y cardiovasculares con el Alzheimer. Eso puede deberse a que todas ellas están asociadas al envejecimiento o puede haber una causa. Nosotros creemos que la mejora del sistema cardiovascular previene la demencia. 

En nuestro laboratorio hemos estudiado si la enfermedad de Alzheimer por sí misma también causa daño a los vasos sanguíneos por la acumulación de proteína amiloide, y parece que claramente sí lo hace. Entonces si existe un daño local en los vasos sanguíneos por la edad y la acumulación de amiloide, y además tienes una insuficiencia respiratoria o cardiaca, las probabilidad de acelerar la demencia es mayor.

¿Podemos hacer algo para evitarlo?

Cómo mejorar por completo la resistencia a estos daños se desconoce, pero tiene que ver con cómo mantenemos nuestro cerebro. El cerebro es como un músculo, si no lo entrenas se atrofia. Además del estado de salud del sistema cardiorrespiratorio, el aislamiento social también se correlaciona con la demencia, puesto que se necesita del lenguaje, la conciencia y la memoria para estar recuperando nuestros recuerdos y poder elaborar un pensamiento, así como construir argumentos en una discusión. Si eso no lo haces, probablemente estás dejando de acceder a muchos recuerdos que antes accedías de manera habitual. Y a lo mejor los recuerdos siguen ahí, pero no somos capaces de encontrarlos. Recordar algo es proceso muy complejo. No implica que haya desaparecido ese recuerdo, sino que no somos capaces de encontrarlo. Y probablemente las relaciones sociales sean muy importantes para recuperar esos recuerdos. Y es muy importante ser consciente de esto porque hay muchos aspectos en los que podríamos avanzar para disminuir la incidencia de esta enfermedad.

En sus últimas investigaciones, ha documentado que la formación de nuevos vasos sanguíneos está afectada en la enfermedad de Alzheimer, ¿cuál es la importancia de este descubrimiento?

Nuestros hallazgos principalmente abren una puerta a posibles tratamientos y ayudan a entender qué puede estar fallando. Quizá el error es que los nuevos vasos sanguíneos quieren desarrollarse a una velocidad que no es adecuada y acaba fallando el proceso. La importancia radica en que si logramos algún fármaco que actúe contra el Alzheimer, pero no tenemos vasos sanguíneos porque el propio proceso patológico del Alzheimer los elimina, el fármaco no puede llegar al cerebro. Además, la proteína amiloide se elimina del tejido por la sangre y si no tenemos vasos sanguíneos, va a ser más difícil eliminarla y se va a acumular más. Lo mismo ocurre con otros tóxicos, así como con nutrientes que no pueden llegar al cerebro. Cualquier factor que nos permita mejorar esa función probablemente retrase un poquito la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Aunque el Alzheimer no se deba solo a un fallo en la formación de vasos sanguíneos, este hecho sí que se suma al conjunto de lo que ocurre durante el envejecimiento.

Los resultados de sus investigaciones son muy interesantes, ¿es usted optimista de cara a diseñar nuevas estrategias o dianas terapéuticas para el Alzheimer?

El problema es que el Alzheimer es una enfermedad muy compleja y con mucho tiempo de evolución antes de los primeros síntomas. Nuestro cerebro es muy resistente al daño, puesto que puede estar muy afectado y no tener síntomas claramente perceptibles de enfermedad, por lo que no acudimos al médico. Esto hace que lo detectemos cuando ya está en un estadio muy avanzado. En la enfermedad de Parkinson es diferente, porque se conoce mejor el circuito motor afectado. Actualmente, con técnicas de electroestimulación profunda de este circuito, se reduce bastante la sintomatología. En este caso vamos más encaminados y los tratamientos existentes permiten estar 15 o 20 años con una calidad de vida aceptable, aunque sean años en los que la enfermedad sigue progresando. El problema del Alzheimer es que no tenemos nada que retrase el avance, progresa muy rápido y es muy incapacitante.

 

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