El hecho de que haya visto algo de luz últimamente esa rara pelÃcula de Herzog titulada ‘Grizzly man’ y de que el arranque de un nuevo año nos haga concebir ciertos deseos y proyectos, me han llevado a alimentar algunas dudas:
Tal vez los que amamos el cine (como ese necio Treadwell amaba los osos) nos arriesgamos a ser devorados por él. El cine, y quizá los osos, estén en peligro, pero, ¿cómo los ayudaremos mejor?… ¿Con una necia y peligrosa proximidad?… ¿Con una calculada y ridÃcula promoción?… ¿Devorados entre sus fauces?…
Leyendo el último número del Cahiers español me percato de que la necedad nos inunda (esa misma necedad de Treadwell, que nos hace dudar de si es un iluminado o un payaso), de que confundimos el culo con las témporas y el cine con la pequeñez e inoperancia de nuestro propio sexo…
La nostalgia, en cine, no es un virus, ni una erupción, y en cualquier caso no es peor que, por ejemplo, la petulancia. Sólo veo postura e impostura: postura para saber colocarse en el supuesto buen lugar, e impostura porque no tienen (ellos) ni la cultura ni el talento para saber qué hacen exactamente ahÃ. Repiten fórmulas, frases hechas, ‘posicionamientos’…, todo muy gastado y con el sello (falso) de la modernidad.
Me da un poco de pena el tener la certeza de que casi todos son Treadwell y serán devorados por el oso, y sin haber conseguido descubrir la diferencia entre ser útil y ser patético.
Y si alguien piensa que sé de lo que hablo, se equivoca.
Mis deseos y mis proyectos para el 2008 son, exclusivamente, de tipo familiar. Nada hay en esta profesión que me tiente. Aunque sà hay algo en ella que me sorprende: la cantidad de farsantes que cobija; casi todos, dicho sea de paso, sin apenas tontos a los que engañar.