Pablo M. Díez el 09 jul, 2012 ¡Ay, si Mao levantara la cabeza! Aparcados a la puerta del lujoso Hong Kong Jockey Club de Pekín, una hilera de Audis y Mercedes negros representa a la nueva élite que se ha formado en China tras treinta años de extraordinario crecimiento económico. Relucientes y con los cristales tintados, muchos de ellos lucen las matrículas blancas reservadas al Ejército, que goza de todo tipo de privilegios por sostener a un todopoderoso Partido Comunista cada vez más capitalista. En este régimen autoritario donde el poder político y el económico están íntimamente unidos, el desarrollismo, la modernización y la corrupción han enriquecido a sus gerifaltes y cuadros hasta hacerlos tan millonarios como ostentosos. Los deportivos de superlujo son el último descubrimiento de los nuevos ricos chinos. Con la vanidad propia de los “nuevos ricos”, cada reunión del Partido o de las instituciones del régimen se convierte en una pasarela del lujo y las últimas tendencias de moda. Así ocurre, a principios de cada mes de marzo, durante el encuentro anual de la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento de “pega” donde casi todos sus diputados pertenecen al Partido Comunista y se limitan a aprobar las medidas adoptadas por el régimen. Acosados por un enjambre de fotógrafos y cámaras como si fueran estrellas de Hollywood, algunos diputados lucen sus mejores galas en este “paseíllo” por las escalinatas del Gran Palacio del Pueblo, un sobrio edificio de estilo soviético ubicado en la plaza de Tiananmen junto a la tumba de Mao y la entrada a la Ciudad Prohibida. Como hace ya tiempo que no se llevan las casacas de color caqui y las gorras revolucionarias del “Gran Timonel”, los diputados desfilan ahora perfectamente trajeados como si fueran ejecutivos de una multinacional y se apresuran sobre sus impolutos zapatos italianos mientras el vuelo de la chaqueta deja al descubierto cinturones de Hermés valorados en 20.000 yuanes (2.380 euros). Ese era el precio del que vestía Xu Jiayin, presidente de la potente inmobiliaria Evergrande y miembro de la Conferencia Político Consultiva del Pueblo Chino, un órgano asesor del Parlamento donde tienen cabida desde empresarios hasta científicos, deportistas, estrellas del cine, la música y la televisión. Perfectamente conjuntada con un elegante abrigo marrón o una ajustada chaqueta de cuero donde colgaba su chapa del Partido, una de las presentadoras más populares, Yang Lan, hasta se permitió el lujo de no repetir bolso durante sus comparecencias en la Conferencia. Un día apareció con uno de Marc Jacobs que cuesta 10.000 yuanes (1.189 euros) y, al siguiente, con otro del mismo diseñador cuyo precio es de 8.000 yuanes (950 euros). En esta marea de complementos de Louis Vuitton o Dior, la cantante del Ejército Song Zuying destacó por su sofisticado abrigo negro de piel y unas botas de Chanel que valen más de 1.000 euros. Tales ostentaciones de riqueza levantan ampollas en China, un país en vías de desarrollo donde 800 de sus 1.300 millones de habitantes aún viven en condiciones bastante humildes y los ingresos medios urbanos ascienden a solo 2.605 euros al año, mientras que los rurales se quedan en 832. “Parece la Semana de la Moda de Pekín”, comentaba un internauta con ironía en la página “web” Chinasmack. “No, un congreso de representantes de marcas de lujo”, replicaba otro. “Se supone que vais a la Conferencia a representar al pueblo, no a alardear de vuestra riqueza”, resumía un usuario la indignación generalizada. En este paso del comunismo atroz al capitalismo salvaje, los jerarcas del régimen se han forrado gracias a las empresas estatales que controlan el mercado más dinámico del mundo. Según un informe de la revista “Hurun”, que cada año elabora una lista de multimillonarios y un informe sobre sus carísimos gustos, el 90 por ciento de los 1.000 chinos más ricos pertenece al Partido. Gracias a las fortunas que atesoran figuran como Zhong Qinghou, presidente del grupo de bebidas Wahaha; Wu Yajun, presidenta de la inmobiliaria Longfor; o Lu Guanqiu, magnate de la industria de la automoción, los 70 diputados más ricos de China ganaron el año pasado 8.616 millones de euros, 3.000 más que los 535 miembros del Congreso de Estados Unidos, el presidente Obama y su Gobierno y los jueces del Tribunal Supremo. Con razón hay 100 millones de personas en lista de espera para unirse a los 80 millones de miembros que ya tiene el Partido Consumista, perdón, Comunista de China. Otros temas Tags asambleabolsoschanelchinaciudad prohibidacomunismocomunistacorrupciondiordiputadosguccihermeslujomao zedongmarc jacobsmarcasnacionalostentacionpalaciopartidopekinpopularpuebloricostiananmen Comentarios Pablo M. Díez el 09 jul, 2012
Entrevista íntegra a la Nobel de la Paz María Ressa: “Las elecciones de Filipinas son un ejemplo de la desinformación en las redes sociales”