Con la gira del Real Madrid, el entusiasmo de los hinchas chinos por el fútbol se ha disparado hasta el esperpento. Alojados en el mismo hotel que el equipo blanco y apostados en su vestíbulo a la caza de un autógrafo, los aficionados han llegado a pedir la firma y a fotografiarse con cualquiera que pareciera extranjero o llevara una acreditación colgando sobre el pecho. Incluso conmigo, que sólo estaba allí entrevistándoles y no soy famoso en absoluto.
A pesar de insistir en que no soy más que un “plumilla” siguiendo la gira china del Real Madrid, he acabado estampando mi rúbrica en fotos con la plantilla del equipo y posando sonriente y haciendo la V con los dedos junto a varios seguidores chinos. Claro, con razón algunos de ellos ni siquiera saben luego de quién es la firma que han conseguido tras apelotonarse con sus rotuladores y camisetas frente a los desbordados jugadores.
¿Será que, al igual que les pasa a muchos occidentales con los chinos, a ellos también les parecemos todos los extranjeros iguales? Y eso que algunos jugadores del “Huang Ma” (Real Madrid en mandarín) ya aparecen en televisión promocionando productos chinos. Como Kaká, que se ha convertido en la nueva cara para publicitar los caramelos para la tos Jin Sangzi (Garganta de oro), sustituyendo así a otro ex galáctico madridista en unos anuncios que grabó cuando todavía tenía pelo y estaba delgado.
Con sus astros mediáticos como embajadores, el Real Madrid explota el fútbol como negocio globalizado y fenómeno de masas en el coloso oriental. Y el corresponsal de ABC ayuda como puede firmando autógrafos y posando en las fotos como una estrella.
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