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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Divertida indignación de periodista china se hace viral

Pablo M. Díez el

En mis trece años como corresponsal en China, no había visto nada tan divertido en la Asamblea Nacional Popular, el Parlamento “de pega” del autoritario régimen chino cuya reunión anual se celebra estos días en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín. Con los diputados elegantemente trajeados, algunos con los vestidos tradicionales de sus minorías étnicas, y los soldados patrullando por la adyacente plaza de Tiananmen, es el evento de mayor importancia en el anodino calendario político de China y está envuelto por toda la pompa y rigidez que caracterizan a una dictadura.

Hilarante, la espontánea reacción de incredulidad e indignación de la periodista de azul se ha vuelto viral.

Vea aquí el vídeo

Los diputados, casi todos del Partido Comunista, aprueban lo que les ordena el régimen, como reformar la Constitución para perpetuar en el poder al presidente Xi Jinping, por 2.958 votos a favor contra dos en contra y tres abstenciones. Bajo la gran estrella roja que preside el gigantesco auditorio de este monumental edificio de estilo soviético, sus señorías aplauden a rabiar los discursos de sus dirigentes mientras una banda militar toca himnos patrióticos. Los ujieres, en realidad soldados de paisano, desfilan por las escalinatas del Gran Palacio, rodeado de bomberos por si a algún fiel del perseguido culto “Falun Gong” se le ocurre, como hace años, inmolarse a lo bonzo para denunciar la brutal represión que sufren. Demostrando la misma marcialidad que los ujieres, las camareras sirven té entre los diputados con movimientos perfectamente sincronizados, casi robóticos. En las inmediaciones a la plaza de Tiananmen, de infausto recuerdo por la masacre de estudiantes que reclamaban reformas democráticas en 1989, los exhaustivos controles de seguridad provocan larguísimas colas de turistas para impedir que se cuele algún peticionario. Así se denomina a los agraviados por las injusticias y abusos de las autoridades que vienen a Pekín a protestar, sobre todo aprovechando importantes eventos como la Asamblea Nacional Popular. Y, por último, los periodistas acudimos a las ruedas de prensa que dan los ministros, donde todas las preguntas han sido previamente acordadas con los medios para que nada se salga del guión y el régimen pueda propagar su discurso con la mayor apariencia de “normalidad democrática”.

Celebrada en el Gran Palacio del Pueblo, la Asamblea Nacional Popular tiene todo el boato del régimen chino.

Pues bien, en una de estas complacientes y soporíferas preguntas de una periodista china, otra compañera que estaba justo a su lado se volvió espontáneamente hacia ella sorprendida por lo que estaba diciendo. Tras abrir los ojos como platos, la escrutó de arriba abajo y luego volvió la cabeza indignada en una hilarante mueca de incredulidad y hastío. Para que luego digan que los chinos son inexpresivos, su rostro plasma en pocos gestos lo que todos los periodistas (al menos occidentales) sentimos en nuestro interior ante tan engoladas y edulcoradas preguntas, que no tienen más fin que darle pie al ministro de turno para que se luzca con su discurso. En este caso, además, yo detecto cierta rivalidad periodística femenina por la forma en que la reportera mira de arriba abajo a su compañera.

El presidente Xi Jinping votando la reforma constitucional que le permite eternizarse. Es decir, votándose a sí mismo.

Al margen de las razones para actuar así, su mueca de desprecio fue tan teatral y divertida que, captada por las cámaras de la televisión estatal CCTV, se ha hecho viral en China. Por las redes sociales como WeChat han circulado los vídeos de tan desternillante situación y rápidamente han proliferado los “memes” imitando a las dos periodistas. En pocas horas, los avispados negocios del comercio electrónico han puesto a la venta camisetas y carcasas de móviles con la imagen de las dos reporteras, una vestida de rojo sosteniendo el micrófono y haciendo muy seria su pregunta y la otra, de azul, girando la cabeza atónita.

Los periodistas, a la “caza” de los diputados, algunos ataviados con los trajes tradicionales de sus minorías étnicas.

En cualquier otro país, esto no habría pasado de una anécdota divertida. Pero en China, que no es un país normal por mucho que lo intente, un gesto tan natural como el de la periodista de azul está poniendo nervioso al autoritario régimen del Partido Comunista. Llegando de nuevo a extremos surrealistas, el nombre de la reportera que vuelve la cabeza, que se llama Liang Xiangyi y pertenece al medio económico Yicai, ya se ha convertido en el término más censurado de Weibo, la copia china del bloqueado Twitter. Con su naturalidad, ha conseguido desplazar a los otros términos que la censura había vetado en internet sobre esta Asamblea, como la controvertida “reforma constitucional” que ha permitido eternizarse al presidente Xi Jinping. No hay que olvidar que el régimen ha censurado incluso al osito Winnie the Pooh porque los disidentes lo comparan con Xi a modo de broma.

Tras este paseo de Xi Jinping con Obama en 2013, se le empezó a comparar con Winnie The Pooh.

Por desgracia, hay rumores de que la periodista podría tener problemas en su trabajo. Cierto o no, tanto revuelo demuestra las distintas frecuencias con que funcionan el régimen chino y la sociedad. Con su naturalidad, Liang Xiangyi ha desarmado la seriedad política que la propaganda intenta “vender”, con rimbombantes preguntas pactadas que no interesan a nadie y aburren incluso a las ovejas. Es el caso de la cuestión formulada por la periodista de rojo, que se llama Zhang Huijun y trabaja para un medio en mandarín en Estados Unidos, American Multimedia TV, relacionado al parecer con la CCTV y evidentemente al servicio de la propaganda. Así se aprecia claramente en su pregunta, que “The New York Times” se ha tomado la molestia en traducir íntegramente y no tiene desperdicio: “La transformación de la responsabilidad de supervisión de los activos estatales es un asunto de preocupación universal. Así pues, como director de la Comisión de Supervisión y Administración de los Activos Estatales del Consejo de Estado, ¿qué nuevos movimientos llevará a cabo en 2018? Este año se cumple el 40 aniversario de la política de reforma y apertura, y nuestro país va a abrirse aún más a otras naciones. Con el secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, proponiendo la Iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda, las empresas estatales han aumentado su inversiones en otros países. ¿Cómo pueden ser supervisados sus activos en el extranjero para impedir que se pierdan? ¿Qué mecanismos hemos introducido hasta ahora, y cuál es el resultado de nuestra supervisión? Por favor, resúmalos para nosotros. Gracias”.

En las ruedas de prensa de la Asamblea, todas las preguntas están pactadas para aparentar en televisión “normalidad democrática”.

A la vista de la pregunta y su extensión, lo raro no es que la periodista de azul girara la cabeza indignada, sino que no se cayera para atrás estupefacta. Aunque las autoridades intentan tenerlo todo controlado, como las preguntas de los periodistas, su rigidez les impide apreciar el auténtico pulso de la calle y, por supuesto, reírse con este tipo de situaciones. Como ya se ha comprobado con el pobre Winnie the Pooh, las dictaduras no tienen sentido del humor.

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