Aleksander Ceferin ha ganado una batalla, no la guerra. Los mismos equipos que se han desmarcado de la Superliga, acongojados por sus gobiernos, dicen que habrá que cambiar la competición europea y que la gran parte del dinero que produce sea para los clubes y no para la UEFA.
Es un aviso a navegantes que dice que el fútbol no puede seguir así con este monopolio de decisiones de la UEFA, que decide los dineros de los partidos de manera aleatoria y los repartos de las entradas sin contar con nadie.
No puede ser que en las finales de la Champions y de la Liga Europa, como el Real Madrid, el Barcelona, el Atlético y el Sevilla saben muy bien, solo quede el 60 por ciento del aforo para las aficiones, mientras que un 40 por ciento va destinado a gerifaltes y a compromisos, muy bien acompañados por cierto. Son invitaciones caprichosas, palco presidencial y palcos adyacentes enteritos de invitados que de fútbol no saben casi nada. Ese injusto reparto de localidades eso no puede ser. En Mundiales y Eurocopas pasa lo mismo. Y en los Juegos Olímpicos. FIFA, UEFA y COI están acostumbrados a hacer lo que realmente les da en gana.
En la Champions y en la Liga Europa, los clubes quieren que el 90 del dinero vaya para ellos, que son los fichan a los jugadores y pagan sus sueldos. Desean tener poder de decisión para cambiar la competición y hacerla más atractiva, porque hoy, efectivamente, es casi un aburrimiento hasta que llegan los cuartos de final.
Ceferin ha sobrevivido muy bien al ataque tan mal orquestado de la Superliga, muy mal explicado y defendido, con una decena de dirigentes que no han hablado para nada. Florentino Pérez lo ha explicado y lo ha presentado mal, solo, sin la compañía de otros dirigentes, como si el único beneficiado fuera el Real Madrid, y eso no es así. Ha dado la cara por todos y muchos se han metido con la cabeza cobarde bajo el agujero, como avestruces. Pero el trasfondo le da la razón a Florentino Pérez y por eso le apoyan doce clubes y algunos más que son muy débiles en sus convicciones y se han querido quedar escondidos, pero piensan lo mismo.
Todos esos clubes quieren reformar la Champions, desde dentro de la UEFA si lo acepta, de lo contrario lo harán desde fuera. Admiten que hay que cambiarla y que los equipos deben recibir más dinero y hacerla más atractiva.
Florentino Pérez si dijo que debía haber transparencia dentro de la UEFA y que los sueldos de Ceferin y de los directivos, así como los de Tebas y la Liga por ejemplo, como los de Infantino y la FIFA, como lo del COI, deberían ser públicos. Y es verdad.
El presidente de la UEFA ha ganado una batalla, pero nada más. Todo el mundo pide una competición mucho más bonita, con más enfrentamientos entre los grande, que producirá mucho más dinero para todos, potentes y menos fuertes, y que ese capital económico llegue principalmente a las entidades y no a pagar la parafernalia burocrática de la UEFA.
En esta diatriba, Ceferin ha intentado echar al Real Madrid de la Champions. El colmo sería que el conjunto que más Copas de Europa ha ganado en la historia se presente en la final de Estambul y se le ocurra conquistar la Decimocuarta. Todo el mundo está esperando el morbo. Si a Zidane se le ocurre ser finalista y ganar, que no nos lo creemos. Piensa mal y acertarás, dice un refrán muy español.
El remate sería que Ceferin tenga que entregar la Copa de Europa a Ramos y felicitar a Florentino Pérez en el palco de la final que se disputará en Turquía. Muchos creen que el equipo español no va a llegar a la final, porque sospechan de los arbitrajes. Estas semifinales y la final van a ser una examen arbitral. No nos imaginamos la escena: Aleksander Ceferin y Florentino Pérez dándose la mano con el trofeo para el club madrileño. Es increíble.
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