El nuevo jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad), general Fernando Alejandre, ha jurado y tomado posesión de su cargo esta mañana en la sede del Ministerio de Defensa relevando así al almirante general Fernando García Sánchez, quien ha estado cinco años y cuatro meses en el cargo.
En el Patio de Armas del Ministerio -en el Paseo de la Castellana 109- el nuevo Jemad juró su cargo ante un crucifijo y mostró su lealtad a Su Majestad el Rey así como juró «guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado».
Posteriormente, dentro del Ministerio realizó un primer discurso ante los asistentes, entre los que se encontraba su familia, dos de sus hijos son también militares.
He aquí el primer discurso íntegro del nuevo Jemad:
«Quisiera Ministra, empezar estas palabras dándote las gracias por la confianza que hoy depositas en mí y rogarte que hagas llegar mi agradecimiento al Consejo de Ministros y al Presidente del Gobierno y, si pudieras, mi respeto y subordinación a su Majestad el Rey.
Queridos todos, este acto marca el comienzo del que es el mayor reto de mi vida, un reto marcado por la duda de si estaré a la altura de la valía de mis subordinados y de si no desmereceré ante los que me han precedido y muy especialmente ante el GE. Sanz Roldán que es, por aquello de vestir de caqui, de quien en algún modo, recibo el testigo hoy.
Entiendo este honor que se me hace con el ascenso y con el destino como una orden de asumir nuevas responsabilidades. Para cumplir esa orden haré uso de todos los recursos que he ido adquiriendo a lo largo de más de 40 años de servicio gracias a los jefes, compañeros y subordinados que han estado a mi lado (y de los que alguno hay hoy aquí, gracias de todo corazón). Ellos, vosotros, me habéis enseñado, impulsado, corregido y apoyado, gracias porque tuve el privilegio de sentir vuestra acción de mando y el honor de servir con vosotros.
Hay dos personas, hoy ausentes, que resultaron clave en mi vida militar, mi abuelo Paco y mi Padre, de quienes heredé, como mis hermanos, como mis sobrinos, como mis hijos, la votación por la carrera de lar Armas. Eran dos hombres con mayúsculas que me enseñaron a amar a España y a sus ejércitos, siendo como soy, persona religiosa, estoy seguro de que velarán desde el Cielo porque sea capaz de cumplir esta misión que hoy recibo.
Pero no he venido hoy a recoger esta orden sólo con los que faltan sino, también, con los que estáis aquí, familia, amigos, compañeros de promoción, os aseguro que haré cuanto esté en mis manos para no defraudaros.
Ni a vosotros, ni a la que fue, la que sigue siendo, mi Unidad, la Brigada Paracaidista, en la que aprendí de mis jefes, de mis compañeros, de mis subordinados (oficiales, suboficiales y caballeros legionarios paracaidistas) alguno de ellos, gracias a Dios, hoy aquí conmigo.
Trataré de no defraudar tampoco a mis camaradas del Mando de Ingenieros, del Centro de Operaciones Terrestres, del Cuartel General de la Fuerza de Acción Rápida, de mi Regimiento de Pontoneros o de la División de Operaciones del EME, ni a mis recientes compañeros de los Cuarteles Generales de la OTAN en Mons y Brunssum.
No puedo dejar de citar entre los que no quisiera defraudar a otras dos personas muy importantes para mí. Con ellas no he trabajado, más bien he trabajado para ellas. Sin embargo han sido, desde que vi nacer en ellos la vocación militar, cruciales en mi esfuerzo por mejorar y mantener viva la ilusión por ésta que es una profesión maravillosa, se trata de mis dos hijos mayores, capitanes de la gloriosa infantería española a los que aseguro que, aunque sólo fuera por saber que confían en el mando, trataré de ser ejemplar en todo momento.
Con todos vosotros, jefes, compañeros, subordinados, amigos y familiares, he ido recorriendo el camino que va desde el ya lejano 1975 hasta hoy aprendiendo el significado ancestral y magnífico de “Todo por la Patria”, la importancia que tiene la cadena de mando, el valor del compañerismo, el significado del amor a la responsabilidad, la entrega, la dedicación, el sacrificio, la abnegación y el amor al servicio y a las tropas.
Gracias a vosotros he llegado hasta aquí y lo he hecho con la seguridad de que no alcanzo ningún objetivo, sino que renuevo un compromiso pue este acto no marca el final de un viaje sino el comienzo de una de sus etapas.
Una etapa que asumo con toda mi ilusión recordando la obligación que tenemos de mantener vivos conceptos como Patria, sacrificio y honor en estos tiempos difíciles en los que difamación, falsedad, derrotismo tratan de pervertir los principios que aprendimos y hacer que olvidemos la trascendencia de servir a España con todas nuestras fuerzas.
Es en servicio a España donde cobra mayor importancia la acción conjunta de los tres ejércitos que trataré de impulsar con el debido respeto a la especificad de cada uno de ellos pero con el convencimiento de que juntos, unidos, desarrollando al unísono nuestras Fuerzas Armadas, seremos otra vez fuertes y estaremos preparados para defender los intereses nacionales donde haga falta, pero siempre recordando que, como dijo el poeta:
“España somos tú y yo
y el hogar que nos ampara,
la timba de nuestros padres
y el jardín de nuestra casa.
España es el rojo y gualda que pone
ese nudo en tu garganta”.
Mi historia indica lo que he hecho y no os voy a aburrir diciéndoos que soy de Ingenieros, buceador, diplomado de Estado Mayor y, sobre todo, paracaidista, prefiero deciros simplemente que me dedicaré en cuerpo y alma a vuestro servicio, pues desde mis tiempos de teniente tengo grabado a fuego que mandar es servir.
Podéis contar con mi lealtad y mi entrega, con mi ilusión por asumir, sin más limitación que las que la naturaleza me ha impuesto, este reto. Os garantizo que dedicaré mi vida a conseguir, con vuestra ayuda, que las Fuerzas Armadas que queden después de nosotros sean más eficaces, más operativas y más respetadas que las que recibimos.
Es por tanto la hora de la ilusión, en la que partiendo de que en las Fuerzas Armadas Españolas no existe ni el “no sé”, ni el “no puedo”, ni el “no quiero”, sigamos creyendo que los puestos de mayor riesgo y fatiga son los de mayor honor.
Esta es por tanto la hora de la imaginación, de la superación de esquemas obsoletos, la hora del trabajo en equipo, pues equipo somos y de la cooperación franca entre los Ejércitos, la Armada y el que va a ser mi propio Estado Mayor.
Esta es la hora de recuperar la iniciativa, de demostrar a todos que confiamos en nosotros mismos y somos leales a nuestra historia, a nuestra tradición y a nuestra patria.
Es, en fin, la hora del hombre, del elemento humano. Ahora que estamos empezando a superar la crisis son los hombres y mujeres que sirven a España en sus Fuerzas Armadas los que marcan la diferencia. Son ellos los verdaderos credenciales de la Defensa Nacional.
Es por todo ello, que me vuelvo a comprometer ante vosotros y a encomendarme a Dios para renovar mi juramento y para aseguraros que me mantendré firme a los principios y valores que han hecho de las Fuerzas Armadas ejemplo dentro y fuera de nuestras fronteras.
Dejadme que antes de acabar envíe un abrazo fraternal a nuestros compañeros desplegados en las más diversas zonas de operaciones: Malí, el Mediterráneo Oriental, Colombia, Senegal, Gabón, República Centroafricana, Bosnia, Turquía, Líbano, Afganistán, Irak, Somalia o el Índico.
Ellos están allí “en el vallado” defendiendo los valores de la civilización occidental y los intereses de España, ellos saben que como decía un viejo coronel de la Guerra de África su trabajo y su esfuerzo solo tiene significado si se hace.
“Ante todo, por España,
sobre todo, por España,
siempre, por España”.
Muchas gracias»
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