En el contingente español desplegado en el campo de entrenamiento de Koulikoro (a 60 kilómetros de Bamako) se encuetran diez instructores especializados en adiestrar y apoyar al Ejército de Malí en lo que en argot militar se denomina «apoyo de fuegos» (artillería y morteros), con el capitán David Ferrera (34 años, Barcelona) al frente. Estos diez militares pertenecen a la Brigada Paracaidista «Almogávares» VI, es decir, son «paracas».
Su trabajo puede ser el más técnico y dificultoso de la misión EUTM Malí, pues tiene una doble dificultad: 1) el armamento de las Fuerzas malienses es obsoleto aunque funcional y pertenece en su mayoría a países del ámbito de la extinta URSS; 2) ser artillero no es darle a un botón, un gatillo, una palanca y «pim pam pum»… NO; en esta disciplina militar hay mucho de matemáticas, coordenadas, topografía, interpolaciones, ¡matemáticas!, y aquí es donde estos instructores se encuentran con el primer problema.
Estamos con la teniente Almudena Viedma (29 años, Madrid). Esta mañana instruye a los jóvenes soldados malienses encargados del «centro director de fuego». Los encargados de definir las coordenadas del fuego de artillería. «Sabían sumar, restar, pero no sabían hacer divisiones con decimales. Lo primero que le hemos enseñado es el cálculo con reglas de tres o interpolaciones», explica la teniente Viedma, apodada por los malienses como «Pitágoras», por la matraca aleccionadora que les ofreció con el dichoso teorema durante los tres primeros días. Ya sabe: «En todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos (¿o no era así?).
Junto al «centro director de fuego», hay otras tres unidades de esta nueva batería de fuego del Ejército maliense (46 efectivos) que en breve se desplegará en el norte: los topógrafos, los observadores y la línea de piezas. Como explica la oficial española a los propios soldados malienses, «los topógrafos son los pies; los observadores, los ojos; la línea de piezas son los brazos; y el centro director de fuego, el cerebro». Ahora los periodistas también entendemos algo más.
Reglas, escuadras y cartabones, calculadoras, mapas topográficos y algún suspiro maliense copan la mesa de trabajo del «centro director de fuego», emplazado a la sombra junto al campo de fútbol del centro de formación militar «Boubacar Sada Sy», a escasos metros del río Níger. Sin embargo, los soldados malienses se muestran muy abiertos a las lecciones de la militar español. Hay interés aparente.
Viedma compara: «Con el soldado afgano la barrera cultural era más amplia». Esta es una opinión compartida durante nuestra estancia por todos los militares españoles que destacan la mayor disciplina y unidad de los malienses.
El teniente José Mayorgas (35 años, Madrid) es el instructor de la «línea de piezas». El meollo del «pim pam pum», que diríamos los neófitos. Todo sería más fácil si la pieza en cuestión un lanzacohetes de los años 60 de origen soviético, un Grad 2M de un tubo de 122 mm. (los morteros que emplean son M57 de origen croata).
«Tienen una mentalidad más pausada a la que nos debemos adaptar. Aquí el ritmo es otro. Pero a su modo avanzamos y hay progresos», relata el teniente Mayorgas quien espera que las lecciones aprendidas fragüen en el próximo ejercicio de tiro real. «Otro handicap es que entre ellos la jerarquía de rango no es tan clara como en nuestros Ejércitos occidentales; la edad puede ser un factor jerárquico», comenta entre las facetas que más le han sorprendido.
El capitán Ferrera, quien previamente ejerció de árbitro en un partido de fútbol de calentamiento matutino, nos instruye sobre el Grad 2M ruso: «Tiene un alcance máximo de 20 kilómetros y mínimos entre 5-6 kilómetros. Allá donde impacte, un radio de 500 metros se verá afectado por la deflagración».
Pasamos a los morteros. Hemos dicho, que son croatas: 60 mm modelo M57. «No tenían ningún conocimiento de qué era el arma de mortero», nos comentan los sargentos 1º David Reina (37 años, Madrid) y Rubén Juárez (37 años, Madrid). Realizan ejercicios de entrada en posición y puntería, orientados al mismo ejercicio con fuego real que pondrá colofón a las diez semanas que estos soldados malienses han sido instruidos. ¿Qué lanzacohetes utiliza el enemigo en la zona norte? Lo desconocen, pero apuntan a lanzacohetes de fabricación china.
Entre el material militar con el que cuenta un grupo táctico inter-armas (GTIA) malienses (unos 700 militares) se encuentran también vehículos de origen soviético BTR, de ocho ruedas, utilizados para un escuadrón blindado, camiones y unas 80 «pick up», el vehículo oficioso de las guerras del Tercer Mundo.
Suministrar material militar al Ejército maliense no corre a cargo de la misión europea EUTM Malí, que se suscribe únicamente al ámbito de la formación y entrenamiento de sus tropas y mandos de sus Fuerzas Armadas así como asesorar a su Ministerio de Defensa. El material será renovado o comienza a serlo. Francia ya ha vendido algún suministro. También aceptan donaciones, nos apuntan.
La complejidad de la guerra de Malí estriba no solo en su componente geográfico: fronteras porosas, un norte teatro de operaciones desértico y zona montañosa (nada que ver con Afganistán) refugio ahora de los grupos yihadistas. La complejidad de Malí estriba en la preparación de sus soldados. Nula hasta ahora, podríamos decir.
¿Cómo disparaban las piezas de artillería antes? «Pues… no sabemos. ¿A ojo?», responde la «paraca» Viedma.
PD-Nuestro momento «artillero» nos sirve para hacernos en nuestro acervo culturo-militar con el término «goniómetro», semicírculo utilizado para medir ángulos. Estos además deben trasladarse de la escala soviética a la occidental. Cuestión de matemáticas. Olvídense en artillería de apuntar… y «pim pam pum».
Mañana, EUTM Malí (III): El Ejército español despliega aviones no tripulados. De Afganistán a Malí
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