“En cosmética no se pueden usar bacterias vivas como son los probióticos, porque los conservantes se introducen en las fórmulas precisamente para matar cualquier bacteria en menos de 5 minutos, sean buenas o malas. Y en segundo lugar, porque los análisis que evalúan la limpieza de la formulación no permiten la existencia de bacterias vivas”, explica la experta en dermocosmética Paola Gugliotta, fundadora de Sepai.
Aunque suenen igual, los probióticos son microorganismos vivos mientras que los prebióticos son sustancias sin vida, que estimulan el crecimiento de los microorganismos (bacteria buenas y malas) ya existentes. “Son la comida de las bacterias buenas, alimentos para la microbiota de la piel o del intestino, capaces de equilibrarla”, define Gugliotta.
“Por ello, en su uso tópico es más lógico el uso del prebiótico, ya que el objetivo es activar la regeneración de la flora natural que tenemos en nuestra piel para que se recupere, equilibre y reproduzca de manera más rápida, mientras que los probióticos no tienen casi ningún efecto a no ser que sean ingeridos”, cuenta Ana Victoria Ugidos de la firma Bioxan.
El origen de la confusión está en que, si miramos los ingredientes de las cremas, a veces vemos que aparecen nombres de bacterias, pero en realidad no está la bacteria, sino el activo resultante de su fermentación, que tendrá un efecto favorable sobre la microbiota cutánea. “Se pueden usar bacterias fermentadas en los cosméticos porque al haber pasado un proceso de fermentación, sus componentes se simplifican –se segmentan en trocitos- y son más aprovechables por el organismo: son más estables y ofrecen mejores propiedades para la piel, en menores dosis”, puntualiza Paola Gugliotta. Por citar un ejemplo, el exfoliante Peel Mud de Sepai incluye en su fórmula Lactococcus y Bacillus Ferment Lysate para realizar una regeneración del estrato superficial, y son bacterias, pero no están vivas.
¿Por qué esta incursión, o moda, de los prebióticos en la cosmética? “Nuestra piel alberga millones de bacterias, buenas y malas, que forman una capa llamada microbiota cutánea. Esta es la primera línea de protección y defensa contra las enfermedades, el enrojecimiento, la inflamación y la infección. Y del equilibrio entre bacterias buenas y malas depende que tengamos la piel sana, o con problemas. Determinados factores como la polución, los antibióticos, el exceso de limpieza o una dieta poco saludable pueden ocasionar una alteración en la microbiota cutánea conocida como disbiosis. Esto causa un agotamiento en la flora bacteriana, altera la función barrera que lleva a una sensibilidad de la piel, y aparecen rojeces”, explica el dermatólogo Carlos Morales, de la Unidad de dermatología del Hospital Ramón y Cajal y Grupo Pedro Jaén.
“Por ejemplo, cuando el Propioni-bacterium –una bacteria mala- se desequilibra, aparece el acné”, añade Paula Gugliotta. “Existen activos capaces de estabilizar y reducir esta bacteria, equilibrando la microbiota y reduciendo el brote”. Hasta aquí, la necesidad de los prebióticos.
Pero la cutánea no es la única microbiota que tenemos. Es una parte de la micobiota humana, que está compuesta por 100 billones de microorganismos (en el 95% de los casos son bacterias, virus hongos…) repartidos por todo el cuerpo (suponen entre 200 y 400 gramos de nuestro peso), como el intestino, la mucosa respiratoria y los órganos de los sentidos. “Es un órgano vivo que se comunica con el resto, manteniendo una comunicación bidireccional. Tanto la microbiota intestinal como la cutánea producen sustancias que llegan al cerebro y producen una reacción, reproduciendo unos péptidos que alteran, tanto para bien como para mal, la microbiota cutánea. A este proceso se le denomina el “eje piel-intestino-cerebro”, y explica patologías como la ansiedad o depresión, que ocasionan tanto alteraciones cutáneas como intestinales”, indica el doctor Morales. “Estudios recientes han demostrado que las bacterias del intestino están directamente ligadas a la piel, por eso los probióticos (yogures, chocolate, kombucha…) se han convertido en aliados infalibles para mejorar su aspecto y mantener una piel sana”, explica Toñi Leal, Wellness Personal Assistant del hotel Royal Hideaway Sancti Petri”. Aquí está el porqué de la recomendación de tomar probióticos para la salud de la piel.
¿Cómo cuidar la microbiota? “Lo más importante es la aplicación de un buen protector solar, que actúa como escudo frente al sol, pero también la polución, evitando que la microbiota se desequilibre”, aconseja Morales. Gugliotta añade que, para no dañar las bacterias buenas la formulación de los cosméticos debe ser “amable”, es decir, que los conservantes de la crema sean suaves y seguros, y que el pH de la fórmula sea compatible con el de la piel. “Si los conservantes son normales, o si los pH están fuera de rango, matarán las bacterias, tanto buenas como malas de la piel”. Por eso es importante incorporar en las fórmulas la cantidad de conservante justa para que los hongos y las levaduras no crezcan, pero que permita vivir a las bacterias buenas, que son necesarias para tener la piel sana. “Y el objetivo de incluir prebióticos es mimar esas bacterias buenas”, apunta la farmacéutica Marie Drago, creadora de la firma Gallinée. “Incluso tomando alcachofas, espárragos, legumbres, cereales integrales, que contienen inulina, fructooligosacáridos o rafinosa y estaquiosa (en el caso de las legumbres) que poseen una acción prebiótica natural, se puede equilibrar la ecoflora cutánea”, asegura Ungidos.
Os dejo algunos de los cosméticos con prebioticos y sus bondades para la piel:
– EN AMPOLLAS: La familia Germinal crece con estas Ampollas Acción Profunda que incorporan lactobacilus mas un complejo prebiotico y crean una película protectora de la contaminación, 36€.
-PARA EL CUERPO: La Crema Corporal Regeneradora Intensiva de Bioxán es perfecta para aplicar como antes y después del sol por su efecto regenerador, 32,90€.
– EN CÁPSULAS: Skin Defense Booster Capsulas protectoras Lab Biotics de Bruno Vasari, que potencian la barrera protectora de la piel, 74€.
-EN BRUMA: ZBalance Bruma Facial de Zelens potencia las defensas naturales de la piel, fortalece la función barrera, repone la humedad y ayuda a calmar la piel, 55€.
–MATIFICANTE: Beta Moisturise de Medik8, es una crema hidratante matificante con fórmula libre de aceites en un 97% (la mayoria de oil-free del mercado contienen alrededor del 905), ideal para pieles grasas y sensibles, 35€.
-EN BARRO: Peel Mud de Sepai es una mascarilla de limpieza profunda, para eliminar acumulaciones de grasa en la piel, dejar el poro limpio y el rostro con sensación de frescor inmediato, 98€.
*Este artículo salió publicado en ABC Salud el sábado 16 de febrero de 2019, y lo reproduzco aquí para los que no lees ese suplemento.
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