Me hace especial ilusión escribir sobre los cosméticos que lanza Diana Montoya porque me siento un poco la “abuela” de este proyecto (y casi de Diana). La conozco desde hace cerca de 9 años, cuando tenía un pequeño estudio/salón alquilado en la calle Menéndez Pidal, donde sus maravillosas manos (y su dulzura) se ganaron a la exigente clientela del barrio de Chamartín. Entonces escribí en La Polvera que Diana era una joya y no lo sabía, o si lo sabía, no se lo creía. Y casi una década más tarde, volvería a escribir lo mismo. Porque no es consciente de que tiene el don de hacer que cada clienta que se tumba en su camilla, se sienta, y salga de allí, como una reina.
Pero volvamos a su historia. Hace 5 años, con mucho miedo, decidió “hacerse mayor”, y se mudó a un local en la calle Francisco Suarez, 20 (tel. 917047509/617826847), y lo hizo de maravilla. Se quedó en el barrio que la conocía (y quería), y entre la decoradora Marta Yanguas y ella, hicieron un coqueto salón, en el que apetece quedarse a pasar el día (¡o la vida!).
Además, nunca ha pretendido ser demasiado grande -el error de muchos centros que luego han tenido que cerrar sus puertas- y tiene solo 3 cabinas: una dedicada a lo que hace muy, pero que muy bien, sus míticos faciales, y otras dos para sus ayudantes que, enseñadas por ella, hacen unos tratamientos de cara y cuerpo estupendos también.
Y con el mismo miedo – y acierto- con el que abrió este centro hace unos años, lanza ahora dos cosméticos, “no tanto por hacer negocio porque no sé si venderé muchos – dice con la humildad que le caracteriza-, sino porque las pieles de mis clientas, y la mía, me los ‘pedían’”.
Diana utiliza en su cabina cosméticos maravillosos de otras firmas (Natura Bissé,Biologique Recherche, Babor, Mesoestetic, Cellcosmet, Doctor Babor y Bioeffect) y no tenía por qué complicarse la vida, “pero me faltaba siempre una loción que equilibrara la microbiota cutánea de la mayoría de las pieles que veía en la camilla, y algún suero que redujera esa inflamación que tienen las pieles alteradas”, me cuenta. “Y la verdad es que la mayor parte de las clientas que los han probado, los están usando”, asegura orgullosa.
Luster Lotion Diana Montoya (48€) tiene textura acuosa, pero es mucho más que un tónico. Es uno de esos productos de última generación, que prepara la piel para recibir los nutrientes de los cosméticos que se apliquen a continuación, y en el camino, también le aportan activos, en este caso, una buena dosis de colágeno y ácido hialurónico.
Pero lo más interesante de este producto es el complejo prebiótico y probiótico que hace que se generen “bacterias amigas”, que reequilibran la barrera protectora de la epidermis, para que ésta pueda “empacharse” a gusto de los activos que le demos de beber después.
“Nuestro cuerpo alberga más de 40 billones de microorganismos (microbios) entre ellos bacterias, virus, hongos, etc. Y llegan a exceder en número a nuestras células humanas, pesando entre 1 y 2 kg. Muchos de estos microorganismos habitan dentro de nuestro cuerpo y otros están en toda nuestra epidermis, que es nuestra primera capa de defensa (microbiota cutánea)”, me explica Diana. “La microbiota cutánea de cada persona es única y depende de muchos factores externos e internos que desequilibran la barrera protectora de la piel: exceso de higiene, falta de higiene, desequilibrios hormonales, dietas desequilibradas, mala alimentación, contaminación ambiental, polución, etc. Estos factores pueden provocar que la piel tenga sequedad, rojeces, sensibilidad, inflamación, infecciones, etc. Un aporte externo de ingredientes que estimulen las ‘bacterias buenas’, mejorará el equilibrio de la epidermis y su sistema inmunológico”, asegura.
(Por si no lo sabéis, hay una nueva moda de incluir pre y probióticos en la cosmética, que viene de la idea de que, si se han usado para fomentar la regeneración de la flora intestinal, ¿por qué no hacer ídem con nuestra flora cutánea? Los probióticos son más difíciles de incluír (al ser organismos vivos se mueren, y funcionan mejor ingeridos) pero los prebióticos estimulan el crecimiento de los microorganismos ya existentes, y son capaces de activar la regeneración de la flora natural que tenemos en nuestra piel para que se recupere, equilibre y reproduzca de manera más rápida).
En cuanto a Face Active Serum Diana Montoya (75€), es muy interesante el factor de crecimiento Beta (TGF-β), un péptido obtenido de la leche que contiene citoquinas que estimulan la producción de colágeno, ácido hialurónico, y fibronectina, mejorando la regeneración de fibrobastos, y por tanto la regeneración interna de la piel. También lleva silicio orgánico (el ingrediente reafirmante por excelencia)) y una buena dosis de extracto de Chondrus Crispus, un alga roja abundante en la costa pacífica de Europa y que tiene muchas aplicaciones, entre las que destaca su capacidad antiinflamatoria (lo que buscaba Diana principalmente) y como protector de las mucosas.
¡¡Mucha suerte Diana!! Estoy segura de que tus “bebés” cosméticos tendrán tanto éxito como tus faciales, y crecerán tan bien como lo has hecho tú!!!
Cosmética