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El IoT

El IoT
Maria C. Orellana el

Asisto esta semana a un congreso (ahora se llaman eventos, que es más fashion) sobre soluciones de análisis de información, Big Data, visual analytics, hadoop

Me alegra ver que en un espacio dominado por los hombres (asistentes  y ponentes) conduce la presentación sobre tecnologías emergentes una mujer con el cabello gris y aspecto monjil. Digo esto porque la presencia de mujeres en entornos mayoritariamente masculinos -como los salones del automóvil- se reduce a jóvenes encantadoras que sonríen a los asistentes encaramadas en tacones de vértigo.

En cambio, esta Tamara Dull (así se llama la speaker) es igualita a la madre Juana, quien fuera mi profesora de lengua en el colegio Corazón Inmaculado, donde estudié bachillerato. Cuando termina, aplaudo entusiasta a esta mujer sin complejos, inteligente y excelente oradora. Pero el contenido de su discurso, el IoT o Internet of Things, me deja desazonada. Parece un término novedoso, aunque es algo que en realidad viene colándose en nuestras vidas poco a poco desde hace varios años.

Diariamente estamos entregando a empresas y desconocidos toda la información sobre nuestra vida: a cambio de conducir más cómodamente guiados por un navegador, de conocer el número de pasos que damos al día con un dispositivo en la muñeca o la cantidad de calorías que consumimos, de accionar remotamente los controles de nuestra vivienda desde el móvil, de acceder a ofertas personalizadas en los establecimientos comerciales, de compartir fotos, chistes, causas perdidas o artículos interesantes con los conocidos en las redes sociales, de reducir el precio de nuestro seguro de automóvil gracias a una caja negra que vigila nuestra conducción… a cambio de todo eso, estamos perdiendo nuestra intimidad, haciéndonos cada día más vulnerables.

Dicen en la conferencia que hoy el mundo genera cada día dos Exabytes de información (cada EB corresponde a 109 GB, o 1018 Bytes). Esta es la cantidad de información que los expertos calculan que el hombre ha escrito en documentos, libros y otros soportes no digitales a lo largo de toda la historia hasta el año 2000. Cuando haya suficiente talento para procesar todos estos datos, ya será demasiado tarde para cortar las redes del IoT que nos aprisionan.

Y todo esto lo cuenta Tamara de una forma sencilla y didáctica, pero aterradora. Bravo.

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Maria C. Orellana el

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