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Sorpresas te da la vida…

Sorpresas te da la vida…
Maria C. Orellana el

La empresa para la que trabaja mi marido podría quebrar. Y él, como otros miles de empleados más, se levanta cada día para ir a la oficina sin saber si este mes cobrará la nómina. Sigue trabajando, porque así debe ser hasta que pierda definitivamente su empleo, lo que parece el final más probable de esta película de suspense. Y quizá no perciba indemnización alguna, pues otros acreedores de la compañía deberán cobrar sus deudas en el orden legalmente establecido.

Los amigos llaman para interesarse, como si hubiera un enfermo en la familia “¿Qué tal está?” “Bueno, optimista. Seguro que todo se arregla, serán solo unos meses malos”.

Así que me preparo para, por primera vez en mi vida, ser el cabeza de familia durante un tiempo. Y tengo una sensación extraña, una nueva responsabilidad, mientras contemplo a mis hijas, ajenas al problema en su nube adolescente.  

Sin sospechar que mi propio caso sería el ejemplo más cercano, a la vuelta de vacaciones publiqué la entrada ¿Dejar de trabajar? No, gracias en la que invitaba a las mujeres que llegada la maternidad piensan dejar su empleo, a no hacerlo bajo ninguna circunstancia.

Como razón principal, esgrimí entonces la independencia económica frente a un posible divorcio. Porque hasta hace unos días nunca había pasado por mi cabeza que fuera a llevar el peso económico de mi unidad familiar sobre los hombros, ni siquiera por unos meses. Creemos que hay cosas que siempre les pasan a los otros ¿no es cierto?.

Pues hoy insisto en recomendar a las mujeres: que la maternidad no os ciegue como para dejar el trabajo. Muy al contrario, la responsabilidad de tener hijos debe haceros luchar más para darles un futuro de seguridad. La conciliación es posible. Por si tu pareja pierde su trabajo. Por si tú pierdes a tu pareja. Porque la vida es muy larga y está llena de sorpresas. Y viendo cómo está el mundo, parece que nos esperan muchas más.

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