Madrid es una ciudad que, afortunadamente, ha sabido conservar gran parte de su patrimonio. Hay negocios que ya son mucho más que un comercio propiamente dicho, pasando a ser una pequeña parte de la historia de la capital. Hay importantes y antiquísimos restaurantes, hoteles o teatros llenos de leyendas e historia. Pero el negocio más antiguo de la ciudad no tiene nada que ver con estos, ya que es una farmacia.
La Farmacia de la Reina Madre puede presumir de ser el más veterano de todos los comercios de Madrid entre los más de 64 mil que hay en total. Esta mítica botica se ha mantenido abierta durante más de 400 años. Estamos ante un auténtico, excepcional y primitivo caso de éxito empresarial… Tal es su trascendencia que, en la actualidad, el establecimiento es frecuentado, sobre todo, por turistas curiosos y estudiantes de esta misma materia.
El número 59 de la calle Mayor alberga en su interior infinidad de tesoros. Tanto es así que sus actuales propietarios se están planteando hacer un museo con las reliquias de este establecimiento. No sería mala idea, pues conservan escritos, instrumentos y medicinas que datan de siglos atrás. Uno de los “fármacos” más particulares que conservan del pasado es el polvo de momia, un antiguo remedio que en su día se vendía para la tuberculosis entre otras muchas cosas.
Miguel de Cervantes
Es maravilloso saber que los sucesivos dueños de la farmacia han conservado con el paso de los siglos todo tipo de documentos, desde facturas a recetas médicas. Es por ello que guardan un gran número de escritos de mucho valor, como una receta médica a nombre de Miguel de Cervantes. Eso sí, podemos estar seguros de que el literato compró sus medicinas en un local anterior al de hoy en día porque esta farmacia se fundó en la calle Sacramento y fue en el año 1914 cuando se trasladó a su emplazamiento actual.
Está claro que un negocio tan antiguo como este, con un nombre referido a una reina, debía tener mucha relación con la monarquía. Felipe II era un rey muy interesado por la ciencia, hay quien se atreve a decir incluso que le gustaba practicar alquimia en El Escorial. Lo que se sabe con certeza es que el monarca hizo venir a España a un alquimista veneciano que trabajó para él en la corte. El susodicho fue, precisamente, el fundador de esta farmacia.
Pero la relación del negocio con la corona no acaba ahí. Hasta donde se sabe, una de las mejores clientas era Isabel de Farnesio, esposa del rey Felipe V y madre del futuro Carlos III. El nombre del comercio hace referencia a esta reina que, según cuenta la leyenda, se fiaba más de los boticarios de la farmacia que de los propios médicos del palacio por su temor a ser envenenada. No sabemos si los actuales reyes irán a comprar sus medicinas a la Farmacia de la Reina Madre, pero está claro que sus antecesores sí lo hicieron.
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