Para las personas políticamente equilibradas; esto es, ecuánimes, sensatas y prudentes, pocas ideologías políticas hay más atractivas que el liberalismo: “Doctrina política que postula la libertad individual y social en lo político y la iniciativa privada en lo económico y cultural, limitando en estos terrenos la intervención del Estado y de los poderes públicos” (diccionario RAE, acepción 2). Lo que ocurre es que suele tratarse más de una posición vital de cada uno que del ideario para regir la comunidad tras unas elecciones políticas. Con esto quiero decir que hay muchas personas que comparten el ideario liberal, pero a la hora de votar optan por otras propuestas políticas.
Viene todo esto a cuento porque el partido político Ciudadanos acaba de tener una Convención en busca de sus convicciones y ha sido bendecido como “partido liberal” por los liberales europeos. Así, Dacian Ciolos, ex primer ministro de Rumanía, líder de los liberales europeos, le otorgó a Ciudadanos el carné exclusivo del liberalismo en España. En su intervención el líder rumano dijo “el liberalismo en España se llama Ciudadanos”. Declaración que aprovechó Ines Arrimadas para desmarcase del PP porque para Ciudadanos “El PP es un partido conservador”.
El propio Ciolos resaltó el papel imprescindible del liberalismo en el momento actual “Porque la izquierda lo caricaturiza y la derecha limita su significado. Sólo así se puede defender la moderación frente a los extremos y la libertad frente a la prohibición”. Y añadió “no podemos ser una gran mayoría, pero sí podemos garantizar el equilibrio de los países. Porque los conservadores escuchan las melodías de la derecha radical; y los socialdemócratas, las de los populistas de izquierdas. Sólo nosotros aseguramos que unos y otros tiendan al centro”. Y centrado en el Parlamento español afirmó “los liberales pueden proteger al PSOE de Podemos; y al PP, de Vox. Necesitamos a Ciudadanos para hacer de España y de Europa un lugar mejor. Su equipo es excepcional”.
No les falta razón, pero las cosas en política no son solo como a uno le gustaría que fueran, sino también como las ven los electores. Y la ciudadanía, tras votar ampliamente a Ciudadanos, tanto en las Autonómicas de Cataluña como en las Generales, comprobó que ese partido, que tenía por misión esencial ayudar a la mejor gobernación de Cataluña y España, fue ineficiente en aquélla y pretendió ser partido de gobierno en España.
Para mí, que considero que el liberalismo es la ideología que mejor encaja en mi modo de ver la vida, tener la etiqueta de partido liberal es bueno. Lo que dudo es que sea suficiente. Los votantes tienen que percibir que los que se dicen liberales creen de verdad en el liberalismo y que no se trata de un táctica más en busca del sitio perdido.
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