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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El pudor político

José Manuel Otero Lastres el

En la publicidad comercial rige el principio de veracidad, lo cual significa que los anuncios no deben ser engañosos; es decir, no deben inducir a error a los consumidores hasta el punto poder alterar su comportamiento económico. Pero hay casos en los que no se aplica este principio, como en es el de la llamada “exageración publicitaria”.

Se permite en tales hipótesis deformar la verdad exagerándola porque los destinatarios no se toman en serio las afirmaciones que se contienen en el anuncio porque saben que el anunciante ha sobrepasado los límites de lo creíble. Así sucede por ejemplo en los anuncios de detergentes, en los que las hipérboles llegan a hablar del blanco nuclear. Y ocurre también en los anuncios de los llamados “profuctos milagro”.

Este tipo de publicidad se tolera porque se entiende que el público ya sabe que el anunciante exagera, que no debe tomar el anuncio en su sentido literal y, en consecuencia, el anuncio en cuestión no afecta a su comportamiento económico. Pero las reglas se conocen y son aceptadas, aunque en los últimos tiempos se está detectando que los anunciantes están recurriendo al engaño utilizándolo como una herramienta de marketing, especialmente odiosa cuando se vulnera la credibilidad y la buena fe de los consumidores.

Viene todo esto a cuento porque acabo de ver en internet una intervención de la vicepresidenta tercera del Gobierno en la que habla de los vientos de cambio en materia de legislación laboral, de que Joe Biden está mirando hacia España porque quiere copiar nuestro modelo y añade que España está a la vanguardia de la legislación internacional en materia laboral.

Me encantaría que fuera verdad, pero es un caso más de propaganda política engañosa. Sabe que no dice la verdad, pero no le importa: hay que anunciar el “crecepelos” porque es lo que mejor sabe hacer y por si hay alguien muy crédulo que no es capaz de darse cuenta de que se trata un supuesto de exageración publicitaria.

Lo peor de todo es que también en política se está recurriendo al engaño como herramienta de marketing, que lo de menos es la verdad, que lo importante es el mensaje y que los políticos engañosos tienen que perder el pudor y exagerar deformando la verdad porque lo único que importa es que los votantes compren la mercancía  y les entreguen los votos.

 

Política
José Manuel Otero Lastres el

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