Como sin duda recordarán, Pedro Sánchez fue investido Presidente del Gobierno en segunda vuelta al contar con más votos a favor que en contra: lo votaron sus 120 escaños, los 35 de Unidas Podemos, los 6 del PNV, los 3 de Más País, y 1 de Nueva Canarias, otro de Teruel existe y otro del BNG; es decir, 167. Pero para que Pedro Sánchez obtuviera más votas a favor que en contra fueron determinantes 18 abstenciones: 13 de ERC y 5 de EH-Bildu.
Solamente los más ingenuos y aquellos cuyas almas son absolutamente cándidas podrán creerse que no hubo, como siempre hasta ahora, un mercadeo (generalmente reservado) de votos a cambio de compromisos futuros. Pero el que se intenten mantener en secreto los pactos no significa que no existan. Siempre hay filtraciones, bastante fidedignas, que son confirmadas con el tiempo a medida que el Presidente investido las va cumpliendo.
Así ha sucedido con los acuerdos alcanzados con el PNV y EH-Bildu: además de la transferencia de nuevas competencias, ambas formaciones exigieron a cambio de su postura (votos a favor en el PNV y abstención en EH-Bildu) el acercamiento de los presos etarras a las cárceles próximas al País Vasco. Y poco a poco la ciudadanía ha ido teniendo puntual noticia de tales acercamientos. Los presos etarras, al contrario que hasta entonces, lejos de seguir dispersos y alejados de dicho territorio, han sido trasladados en una acción de goteo a las cercanías de esta Comunidad Autónoma.
No hace falta ser muy sagaz para barruntar que también ERC exigió contraprestaciones a cambio de la abstención de sus 13 diputados. Tanto los analistas políticos como la ciudadanía adelantaron que la principal contrapartida sería la concesión de indultos a los condenados por el “procés”.
Pues bien, ha llegado el tiempo del pago. La deuda está vencido y ahora es el Gobierno de la Nación el que está tratando de que confundamos el pago (los indultos) con la causa del mismo. Hasta ahora desde los aledaños del poder vienen tratando de enmascarar la causa del pago: se han alegado todo tipo de justificaciones, menos la que merecía el pueblo: la verdad. Nadie se ha atrevido a reconocer que, más allá de si son procedentes o no, los indultos hay que concederlos porque son un compromiso asumido por la investidura y la estabilidad gubernamental.
Estamos llegando al momento final. Y la maquinaria del poder político se está moviendo con la máxima potencia aunando voces de todos los ámbitos, desde el empresarial al eclesiástico, para hacernos creer que los indultos son convenientes. Se dice que para “destensar” las relaciones. No sé si eso será cierto o es solo una disculpa más. Pero sobre lo que no tengo ninguna duda es que a quién le convienen más los indultos: no es dudoso que, además de a los propios indultados, es al pagador de los compromisos de investidura y apoyo parlamentario, Pedro Sánchez.
Así que dejen de marear la perdiz y reconozcan abiertamente que ha vencido la deuda y que toca pagar, pero que lo haga el obligado, Pedro Sánchez, y que no implique al conjunto de las instituciones del Estado cuando, como ocurre en este caso, nada tienen que ver con lo que obtuvo Pedro Sánchez a cambio de los votos de los acreedores de los indultos.
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