Se publicaban ayer dos noticias en prensa que, aunque parecían inconexas, tienen mucho que ver la una con la otra. La primera eran unas declaraciones que publicaba La Voz de Galicia de Ignacio Fernández Toxo, Secretario General de Comisiones Obreras que está a punto de ceder los trastos a su sucesor, Unai Sordo. En ellas, el todavía líder de CCOO sostiene que “España puede acabar convirtiéndose en un polvorín de manifestaciones”. Cosa que explica el líder sindicalista porque considera que las movilizaciones de los trabajadores no se producen en los momentos más duros de la recesión, sino cuando tienen lugar la recuperación y perciben que los beneficios de ésta no les llegan. Lo cual sería, a su juicio, el caso.
La segunda noticia son unas palabras del Papa Francisco que acaba de declarar que “en nuestras sociedades capitalistas avanzadas, los sindicatos corren en peligro de parecerse a las instituciones y poderes que deberían criticar”. Añadiendo “con el paso del tiempo, los sindicatos han terminado por parecerse demasiado a la política o, mejo dicho, a los partidos políticos, a su lenguaje y a su estilo”.
Hasta aquí las dos noticias. La conexión entre ambas apareció hace unos días en el diario El País digital, en el que se publicó que “Pedro Sánchez busca abrir espacios compartidos con los sindicatos”, agregando que “el PSOE elige a UGT y a CCOO para celebrar la primera entrevista de la nueve ejecutiva”. No parece que esta decisión de Pedro Sánchez se deba al inmenso prestigio que han atesorado los sindicatos en su actuación en defensa de los intereses económicos y sociales que les son propios. No hace falta recordar los múltiples casos de corrupción en los que se han visto implicados, lo cual ha provocado que su antiguo prestigio político esté por los suelos.
Si, según mi opinión, tiene razón el Papa Francisco al decir que los sindicatos se parecen demasiado a los partidos políticos, no es extraño que el oráculo de la nueva izquierda española, Pedro Sánchez, haya pensado en movilizar también a los sindicatos para desalojar por todos los medios, incluidas las movilizaciones y huelgas, a Mariano Rajoy de la Moncloa. El nuevo líder del PSOE parece estar reclutando a todas las rémoras que dificultan el avance hacia la modernidad. Y los últimos que le faltaban eran los sindicatos a los que les parece haber prometido la recuperación del poder perdido en la negociación colectiva, cuya desaparición tan buenos frutos esta dando actualmente.
La verdad es que no se puede decir que Pedro Sánchez no esté intentando llegar como sea a ser presidente del Gobierno. No repara en medios, y está dispuesto a pactar con quien sea, incluidos los que muestran aficiones destructivas: Podemos que quiere hacerlo con el PSOE y los independentistas que lo intentan con España. Por lo que se ve en las dos noticias reseñadas ahora está tratando de aumentar la conflictividad social sirviéndose de los sindicatos.
Y ¿todo eso a qué se debe? ¿Es porque piensa realmente que Rajoy es un peligro para España? En modo alguno. La razón de reinstalar el cordón sanitario contra el PP se debe a que sabe que es prácticamente imposible que, con él al frente, el PSOE llegue a ser la fuerza mayoritaria. Por eso, no le valen los votos. Aunque no parece excesivamente despierto, sabe que ese camino lo tiene cerrado.
Así que le queda poco tiempo para acogerse a la aritmética parlamentaria y lograr por esta vía indirecta lo que no consiguió, ni parece que pueda lograrlo en el futuro, en las urnas. Esta urgencia del obsesivo Sánchez es la que lleva a Fernández Toxo, en una especie de último servicio, a atemorizarnos hablando de que España puede acabar convirtiéndose en un polvorín laboral. De ser cierto, ¿quiénes de la actual política deberían saltar por los aires? Respóndanse ustedes mismos.
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