José Manuel Otero Lastres el 16 abr, 2015 Estoy seguro de que casi todos hemos visto numerosas veces las siguientes escenas. La primera: dos o más personas juntas que, en lugar de hablarse, manipulan ensimismadas su teléfono móvil o Tablet, compaginando alternativamente la conversación y el manejo de los mencionados instrumentos. Y la segunda: el móvil o la Tablet son también profusamente utilizados, pero ahora permanentemente, por personas que están solas. Como sucede habitualmente ante los fenómenos novedosos, después de constatar su existencia, se escriben ingentes cantidades de caracteres tipográficos (hoy ya no se puede hablar de “ríos de tinta”) para valorarlos. Y como suele ocurrir surgen defensores y detractores. Estamos, a mi modo de ver, ante una costumbre que irá a más imparablemente, sea cual fuere la valoración que se haga de la misma, y que, sin duda evolucionará en la dirección que lo haga la tecnología. Con esto quiero decir que se seguirán utilizando los instrumentos actuales de comunicación y los que en el futuro ponga en nuestras manos el colosal desarrollo tecnológico de nuestra era. Y es que si el ser humano se “engancha” mentalmente a un instrumento telemático es porque le resulta una conducta placentera. Cuando en un grupo todos, algunos, o alguno, hacen pausas en la conversación y se ensimisman con su teléfono o su Tablet, es porque les interesa más atender la “comunicación” que surge del aparato que las ideas o temas que conformaban la interlocución con los presentes. Más clara se ve aún la “atracción” fatal hacia la comunicación telemática en el caso de los sujetos que están solos manipulando su móvil o Tablet. En lugar de cualquier otra actividad propia de la soledad, ponerse a navegar por Internet para recibir al instante todo tipo de noticias, consultar el correo electrónico, intercambiar mensajes sea a través de SMS o WhatsApp, y entretenerse con todo tipo de juegos, son un conjunto de actividades que “acompañan” –y muy bien por cierto- en los momentos de soledad. Por todo lo que antecede, y aunque pueda parecer mentira, hoy la “ensimismación” que generan los nuevos instrumentos telemáticos hace que estemos menos solos con nosotros mismos que nunca. Hay sorprendentemente un recogimiento hacia la propia soledad para manipular unos instrumentos que nos hacer estar más acompañados. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 16 abr, 2015