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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Debe seguir dominándonos la ira?

José Manuel Otero Lastres el

En noviembre de 2012 publiqué en mi antigua columna de La Voz de Galicia un artículo titulado “La sociedad diábolo”, en el que, entre otras cosas, escribía:

“… nuestra pavorosa situación económica ha convertido a la cilíndrica sociedad española en una sociedad diábolo: el cilindro se ha estrangulado por el centro, haciendo que crecieran los dos extremos. El aumento de la pobreza es indiscutible y, aunque no lo parezca, la crisis suele hacer más ricos a los que ya lo son. De tal suerte que la menor parte de la riqueza se distribuye ahora entre la mayor parte de los ciudadanos y la mayor parte de la riqueza entre unos pocos. Y en el medio, en el eje del diábolo, han quedado un reducido número de sujetos que cuentan con medios suficientes para sortear los implacables efectos de la crisis”.

Si reproduzco lo que antecede es para demostrar que desde que estalló la crisis a mediados de 2007 me preocuparon sus efectos devastadores, sobre todo, entre la nutrida clase media española que se había ido formando desde comienzos de los años sesenta del siglo pasado. Lo cual espero que evite el reproche que alguien pudiera hacerme de que soy insensible a los problemas sociales.

Pues bien, hoy cuando finaliza el 2014 tengo la impresión de que empieza a ser un tópico mediático insistir en la persistencia de la crisis para justificar el auge de algún movimiento social, hoy convertido en partido político, por haber servido de cauce de expresión a la “ira” del pueblo devastado.

Sé que lo que voy a decir seguidamente puede ser muy polémico, pero es lo que pienso y la honestidad intelectual a la que aspiro me obliga a manifestarlo: creo que ya está bien de que la clase media empobrecida siga amparándose en la crisis para exigir a los políticos que la sigan auxiliando en sus necesidades.

Y es que antes de la crisis también había pobreza. Menos, si se quiere, pero tan escasa de recursos como actualmente. Y entonces la acomodada clase media ni protestaba, ni exigía a la clase política una atención especial para los menos favorecidos. Las protestas surgieron cuando empezó a formarse el diábolo en las clases sociales y muchos de la clase media comenzaron a engrosar el segmento de los pobres. Aquellas no fueron, pues, consecuencia de la solidaridad o de la conmiseración de la clase media con los que lo único que acaparaban era la nada, sino la defensa de un interés propio a no cambiar de clase social.

Por eso, los que hoy echan de menos aquella sociedad del bienestar olvidan que había otros muchos que no disfrutaban de él. Lo que pasa es que los poseedores de la nada no tienen ni siquiera alguien que defienda en exclusiva sus olvidados intereses.

Como empezamos un nuevo año y en él va a haber contiendas electorales, me permito recordar a la clase media que está en camino de volver a ser acomodada que no es la portadora del sufrimiento de los más desfavorecidos. Porque nunca lo fue, y si quiere recuperar el “perdido” estado de bienestar no va a lograrlo votando a los que dicen defender a los del último eslabón de nuestro diábolo social. Éstos, de ser cierto lo que propugnan, tratarán de mejorar la penosa situación de los “últimos del diábolo”, pero no a base de recuperar el nivel de bienestar de la clase media, sino de distribuir entre aquellos lo que aún tiene ésta.

 

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