José Manuel Otero Lastres el 07 mar, 2015 Le dedico este Post a Bertín Osborne Vaya por delante que cuando alguien que busca un liderazgo político se adhiere públicamente a una figura histórica es porque debe dudar de que sea suficiente con su propio nombre. Esto es seguramente lo que le sucedió al comandante venezolano Hugo Chávez que tuvo que “construir” su régimen tapándose con el señuelo de Simón Bolívar. Desde la perspectiva del fallecido presidente venezolano montarse a caballo de Bolívar fue sin duda un acierto porque unió sus aspiraciones políticas a las de uno de los grandes héroes de la Independencia. En cambio, si pudiéramos preguntarle al General Libertador estoy seguro de que no estaría de acuerdo con que el dictador venezolano “manchara” su nombre ni siquiera para apellidar a la República de Venezuela. Por mi parte, no sería sincero si no desvelara desde ahora que –sin saber muy bien por qué- siempre me molestó que Chávez vinculara sus andanzas políticas con las de una figura histórica de tan descomunal dimensión. Nunca supe demasiado sobre este General, pero para guiarme en mi ceguera sobre él me cogí de una buena mano que me diera luz: la novela de Gabriel García Márquez “El General en su laberinto”. Tal vez por eso nunca fui capaz de admitir que la figura del Libertador, incluso la salpicada con las decepciones de sus últimos años, pudiese ser ennegrecida con las baladronadas que nos llegan un día sí y otro también del fallecido dictador venezolano. Y sin ser venezolano sentía una especie de vergüenza ajena -multiplicada ahora por cinco con Maduro- porque este pueblo hermano hubiera elegido como presidente a una figura que estaba muy lejos de estar a la altura de lo que merecía Venezuela. Pero releyendo la citada novela me parece haber encontrado la razón por la que antes Hugo Chávez y hoy Nicolás Maduro siguen invocando la figura de Simón Bolívar. En efecto, cuenta García Márquez que Simón Bolívar le dictó a José Laurencio Silva las siguientes palabras: “la América es ingobernable, el que sirve una revolución ara en el mar, este país caerá sin remedio en manos de la multitud desenfrenada para pasar después a tiranuelos casi imperceptibles de todos los colores y razas”. Visto lo que ha pasado con Hugo Chávez y lo que está pasando hoy con Nicolás Maduro no encuentro otra razón para llamar a Venezuela República “Bolivariana” que la de haber hecho ambos realidad el vaticinio del Libertador de que Venezuela llegaría a estar gobernada por “tiranuelos casi imperceptibles”. Y me atrevo a añadir que peligrosamente dañinos. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 07 mar, 2015