En varias ocasiones, el actual Secretario General del PSOE y líder de la Oposición se dirigió al Presidente del Gobierno “exigiéndole” que tomara alguna medida concreta que aquél consideraba necesaria. Tal vez porque por mi lugar de nacimiento estoy habituado a un lenguaje menos imperativo reconozco que el verbo “exigir” empleado en las indicadas circunstancias por el señor Sánchez me pareció demasiado tajante.
Y ello porque si se trata de dirigirse a quien tiene la capacidad de decidir para que haga algo a lo que no viene obligado, me parece cuando menos inadecuado plantear el asunto no como una petición, sino como una exigencia.
Tal vez por eso me surgió la duda de si era acertada o no esta manera del líder de la Oposición de plantear sus requerimientos al Presidente del Gobierno. Y lo primero que hice fue acudir al Diccionario de la Lengua española de la RAE para consultar el significado de las palabras “exigir” y “exigencia”.
Pues bien, la primera acepción del término “exigir” es “pedir imperiosamente algo a lo que se tiene derecho” y la segunda de “exigencia” es “pretensión caprichosa o desmedida”. Al leerlas, me sentí en cierto modo reconfortado, porque comprobé que estaban justificadas mis reticencias ante la dureza en la manera de expresarse del señor Sánchez.
Adviértase, en efecto, que un elemento clave de la significación del verbo “exigir” es que se tenga derecho a obtener lo que se pide imperiosamente. Y, según nuestra Constitución, es el Gobierno, y no la oposición, quien dirige la policía interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado, así como la función ejecutiva y la potestad reglamentaria.
La Oposición tiene todo el derecho del mundo a criticar, proponer, sugerir, invitar al Gobierno a que adopte tal o cual postura que le parezca mejor o más conveniente, pero no tiene derecho a que el Gobierno haga algo que a ella le interese. Por eso, por muy sorprendente que pueda parecer la Oposición no tiene derecho a “exigir” nada al Gobierno, y si a pesar de ello lo hace, está planteando una exigencia en la segunda acepción de esta palabra: “pretensión caprichosa o desmedida”.
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