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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La rana y el agua hirviendo

José Manuel Otero Lastres el

Milton Cohen-Henríquez Sasso, escribió en su blog “MILTON 2020”, con el título “La rana, el Raj, los guardias y los prisioneros” que “cada vez que revisamos la historia y que repasamos episodios como el nazismo o las demás dictaduras -de izquierda y de derecha- que hemos padecido en el mundo, surge la pregunta ¿y cómo es que la gente aceptó someterse a eso? La respuesta es muy sencilla: poco a poco o mediante mucha violencia”.

Y añade “Un profesor quería contestar esta pregunta de forma muy gráfica. Trajo al salón de clases una rana, una olla con agua y una estufa. Puso a hervir el agua y echó la rana adentro. Al sentir el calor del agua hirviendo, la rana saltó hacia afuera rápidamente. El profesor recuperó la rana, cambió el agua por una a temperatura ambiente y colocó la rana adentro. La rana se dedicó a nadar plácidamente en el agua. Poco a poco el profesor fue aumentado la temperatura del agua con la estufa; la rana siguió disfrutando del agua, que se ponía cada vez más caldeada, con lo que se iban relajando los músculos de la rana; cuando el agua se puso de un calor intolerable, la rana ya no podía saltar”.

En el primer caso, la rana se salvó de morir quemada porque el agua caliente (la falta de libertad) le produjo tal impresión momentánea que la hizo saltar de la olla con aguar hirviendo. En el segundo, el baño que se daba en el agua manipulada para que fuera aumentando paulatinamente de temperatura la fue adormeciendo sosegadamente hasta que murió cocida.

En nuestros días, hay quienes sostienen que no es el momento para reaccionar ante las restricciones que están sufriendo nuestras libertades constitucionales debido al desarrollo elefantiásico de las facultades del gobierno en el estado de alarma. Estos, muchos de ellos con buena fe, propugnan que sigamos bañándonos adormecidos en el agua hirviendo de la falta de libertad y que, cuando acabe todo, ya será el momento para exigir responsabilidades. Hay otros, que tal vez son los menos, que propugnan que reaccionemos de inmediato como si nos metieran en agua hirviendo y que saltemos de la olla totalizadora en la que intentan bañarnos.

Cualquier observador medianamente atento ve con claridad que el Gobierno ha acumulado un poder elefantiásico, como nunca antes en nuestra democracia, que como no reaccionemos a tiempo, la libertad que tanto tiempo tuvimos que esperar los de mi generación la iremos perdiendo “poco a poco”. Puede que confortablemente calentitos como la rana que no pudo saltar de la olla hirviendo.

 

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