José Manuel Otero Lastres el 26 dic, 2016 Entre la reacciones que hubo al discurso navideño del Rey, me ha llamado la atención la de Carmen Forcadell, Presidenta del Parlament de Cataluña, quien afirmó: “Trabajo para que en el Parlament se pueda hablar de absolutamente todo y que los catalanes se expresen con la misma libertad con que lo hizo ayer el Rey”. Y ello porque no soy capaz de encontrar otra explicación para tal dislate que no sea la de que la Presidenta haya entrado en fase de delirio. Y es que si algo no les ha faltado en absoluto a los parlamentarios catalanes ha sido una amplísima libertad de expresión. Hasta tal punto, que los independentistas, en su alucinante deriva secesionista, hicieron manifestaciones de todo tipo anunciando una y otra vez que pensaban no solo incumplir la Constitución, sino también no acatar las decisiones dictadas al respecto por nuestro Tribunal Constitucional. La diferencia, pues, entre lo que afirmó nuestro Rey y lo que dicen algunos en el Parlament, no es cuestión de libertad de expresión, sino de atenerse en lo manifestado a los límites que imponen la Constitución y la leyes. El Rey, como no podía ser de otro modo, respetó escrupulosamente la ley y contribuyó con los pensamientos que expresó en su discurso –y éste es uno de los fines de la libertad constitucional de expresión- a la formación de una opinión pública libre y democrática. Por el contrario, los parlamentarios secesionistas catalanes expusieron reiteradamente, sin la más mínima restricción –ni por parte de la Presidenta del Parlament ni por injerencias de la ley-, que iban a convocar al pueblo catalán a una consulta sobre el inexistente derecho a decidir. Cosa que hicieron finalmente el día 9 de noviembre de 2014. Y a pesar de las consecuencias judiciales –por cierto exasperantemente lentas- que está teniendo esa vulneración de la Constitución, que supuso un paso de las palabras a lo hechos, nos siguen anunciando en el Parlament que provocarán en Cataluña una desconexión unilateral de España. Por todo eso, da la impresión de que Carmen Forcadell se impone una tarea inútil e ineficaz como es trabajar por algo que ya tienen, y de sobra, los parlamentarios catalanes: “expresarse con la misma libertad que el Rey”. Incluso diría que suelen ir mucho más allá que nuestro monarca, ya que puedan anunciar flagrantes incumplimientos de la Constitución amparados en su inviolabilidad parlamentaria, sin que les pase nada hasta que pasen a los hechos. Por un momento, creí que Forcadell había declarado su empeño en que los parlamentarios secesionistas catalanes llegaran a respetar la Constitución y las leyes como hace Felipe VI. Pero cuando leí bien lo que dijo comprendí que fue una vana ilusión. Así que sus extravíos solo pueden explicarse por un delirio que espero que por el bien de Cataluña sea transitorio. Otros temas Comentarios José Manuel Otero Lastres el 26 dic, 2016